Cristina se prueba el traje de candidata

Cristina se prueba el traje de candidata

La expresidenta lideró una reunión de intendentes, en la que se definió que las prioridades son ganar, parar el ajuste y armar un frente amplio. "No es Cristina o Randazzo, sino todos juntos", dijo.


El que observa al peronismo y da por sentado que las soluciones que se reproducen en los medios de comunicación están al alcance de la mano y son definitivas, se equivoca casi siempre. El peronismo no acepta obviedades. Vive redefiniendo sus términos, reacomodando sus pactos y rompiendo los esquemas políticos, que luego deberá reconstruir ladrillo por ladrillo. En este terreno, no existe thriller más inquietante que un cierre de listas en tiempos electorales, protagonizado por peronistas doctrinarios, ambiciosos o enojados.

Una historia con dos aristas

En enero de 2016, cuando el peronismo amanecía tras la derrota de octubre a manos de Cambiemos, los intendentes -los únicos que sobrevivieron a la traumática derrota- armaron una opción política que era en realidad un “mientras tanto”. El 16 de enero firmaron el Pacto de San Antonio de Padua, en el oeste bonaerense, que sirvió para sostener a la tropa y conseguir algunas concesiones de parte de la novel gobernadora al votar el presupuesto.

Posteriormente, los intendentes que firmaron el pacto se dividieron en el Grupo Esmeralda y el Grupo Fénix. Después apareció el Grupo Patria, que estaba formado por los que estuvieron el martes con Cristina Fernández de Kirchner, sus más leales. Meses después, motivados por el creciente poder que acumularon los grupos ya organizados, un grupo de intendentes no alineados conformó el Grupo El Establo.

En el fin de 2016 y en los primeros meses de 2017, todos los actores comenzaron a recalcular su trayectoria, al compás de las candidaturas que bajaban y subían alternativamente, al ritmo de la coyuntura. Éstas estaban más presentes en las voces de los intérpretes, que en una negociación que era cambiante. Traduciendo: el interrogante tenía dos aristas. La arista Florencio Randazzo se mantuvo jugando al misterio durante 2016 y lo que va de 2017, cuando sólo falta un mes para que se produzca la fecha límite en el cierre de listas. La arista más relevante, la que encarna Cristina, después de haber sostenido un silencio similar al de Randazzo, recién este martes pareciera haber definido la opción 2017 y sería, posiblemente, la cabeza de la lista de senadores bonaerenses del peronismo.

Los Esmeralda se rompieron como antes se había roto San Antonio de Padua. Los Fénix no se subdvidieron, pero su opción por Cristina, tomada el año pasado, está tomando color apenas desde ayer, en consonancia con la opción CFK. Necesitan que Ella sea la que lidere, aunque también guardan resquemores acerca de su intransigencia en algunos temas, como su coherencia en el tema de los Derechos Humanos y en los temas de la economía y el impacto de las medidas que se toman sobre el bolsillo de los que menos tienen.

Las definiciones de estos días

El 16 de mayo, tras una serie de reuniones en las que se arribó a una dificultosa síntesis, el kirchnerismo y el PJ provincial parecían haber hallado el camino hacia octubre y los acuerdos se disponían a verse plasmados en el acto convocado en el Centro Cultural Caras y Caretas, situado en el barrio de San Telmo.

Pero -hablando de la ausencia de obviedad en el peronismo- todo saltó por los aires a minutos apenas del comienzo del acto. Los 30 intendentes del Fénix y Esmeralda decidieron no hacerse presentes, alegando una excusa trivial, como podría denominarse a los cuestionamientos planteados por la presencia de algunos exfuncionarios que no gozan de la simpatía de algunos jueces de dudosa catadura moral.

El impacto llegó bajo la línea de flotación y, por un momento, cundió el pánico en las filas del peronismo. El mismo día 16, los propios intendentes que decidieron el faltazo, quizás temerosos por su propia audacia, salieron a ponerle paños fríos a su ausencia. “Fue un tropezón, no una caída” sintetizó el intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk.

El camino hacia octubre

Una semana después, el 23 de mayo, la crisis parecía estar a punto de ser saldada. En una reunión realizada en el Instituto Patria, la expresidenta, reunida con los intendentes más cercanos a su figura, se decidió que la prioridad será ganar, porque, de producirse otra victoria de Cambiemos en octubre, esto significaría abrir la puerta a la “segunda etapa del ajuste”, que podría incluir la flexibilización laboral y la reprivatización del sistema jubilatorio. En este sentido, la exmandataria destacó la importancia de la acción parlamentaria para cerrarle el camino al ajuste.

También se definió que las asperezas con los que pegaron el faltazo una semana antes se podían dar por saldadas, que habrá apertura de las listas seccionales para el randazzismo y que la expresidenta podría ser candidata al Senado de la Nación, con la salvedad que esto se daría en el marco de un proceso de unidad. “No es Cristina o Randazzo -expresó la expresidenta-, sino todos juntos”. Cristina propuso también que el proyecto debe ser “lo más amplio y generoso posible”, para incluir a todos los sectores y, si fuera posible, que se definan los candidatos antes de las PASO.

La expresidenta plantea la formación de un frente opositor que esté en condiciones de triunfar. Por eso es la insistencia de que “todos” estén incluidos, aún los más lejanos a sus posiciones políticas. La semana que viene CFK podría comenzar una serie de reuniones para abrir este camino, que incluirían a los intendentes “rebeldes” y a representantes de los partidos aliados, a los movimientos sociales cercanos y a los sindicatos.

La clave que podría unir a tanta diversidad es que ambos sectores se necesitan indefectiblemente para ganarle a Cambiemos y que existe la conciencia de que ninguno puede triunfar en soledad. No son ni el amor ni el espanto borgiano lo que los une, sino el instinto de supervivencia.

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