El ejemplo pegó fuerte, aunque será impredecible la manera en que finalmente serán procesadas las consecuencias.
Los peronistas tomaron nota -hasta ahora en relativo silencio- de las consecuencias que acarrea generar la dispersión de sus propias fuerzas, mirándose en el espejo de lo que ocurrió el domingo en Corrientes.
Allí, el ahora exintendente Fabián Ríos despreció a una parte del kirchnerismo, a los que obligó a ir solos y por afuera, pero terminaron “mordiéndole” casi un cuatro por ciento de votos al PJ. Ese pequeño porcentaje fue casi igual a los votos que le faltaron para ganarle al candidato de Cambiemos, el médico radical Eduardo Tassano.
El Frente para la Victoria -Ríos fue criticado también por judicializar primero y perder luego ese sello- debió presentar su oferta electoral en soledad, representado solamente por sus agrupaciones más pequeñas, que son el Partido Comunista y Kolina, ya que La Cámpora jugó con Ríos. Aún así, contra todos los pronósticos, ese FPV residual consiguió un 3,36 por ciento de los votos.
Paralelamente, Ríos perdía la elección al conseguir el 46,47 por ciento de los votos frente a su rival, que alcanzó un 50,17 por ciento. Esa diferencia, de sólo 3,70 puntos porcentuales, significó la diferencia entre la satisfacción y la pesadumbre. Se puede decir -y se dijo- que no alcanzaba, que lo mismo quedaban por descontar otros 35 centésimos para llegar al triunfo, pero es impredecible evaluar cuántos puntos más podría haber sumado una fuerza que resolviera sus problemas internos y lograra la unidad de sus diferentes corrientes políticas.
El peronismo bonaerense se encuentra en estos días mirándose en el espejo del peronismo correntino. La evaluación tiene que ver con que no sobra nada. Ganar sólo será posible si todos se presentan juntos, porque esos 35 centésimos son una parábola y podrían hacer que se perdiera por casi nada. Más aún si se recuerda que en 2015 una parte del Partido Justicialista jugó para Massa y otro jugó en silencio para Cambiemos, generando esta situación una traumática derrota en el principal bastión peronista del país.
La disyuntiva que desvela a los actores peronistas de hoy tiene que ver con la conveniencia de armar una lista de unidad o que compitan en las primarias todos los que se presenten. La decisión no es sólo administrativa, sino esencialmente política. Los seguidores de Florencio Randazzo redoblaron la apuesta para conseguir que las diferencias se diriman en las PASO. El otro sector, el que apoya a Cristina Fernández de Kirchner, aún sabiéndose mayoritario, sopesa entretanto sus opciones. La primera contrapropuesta fue ofrecerle a Randazzo encabezar la lista de diputados, con el objetivo de evitar la interna y, a la vez, no dejar espacio para una fuga de votos. Daniel Scioli podría ser uno de los candidatos, además.
Randazzo aún no contestó, pero de su respuesta depende una gran parte de lo que vendrá. La decisión final de los actores aún no se tomó, pero las negociaciones son febriles y se desarrollan a toda velocidad. Algunos sostienen la esperanza de conseguir el sí, pero “El Flaco” es conocido por la dureza de sus opciones, de la que ya hizo gala en 2015. Todas las expectativas están puestas en la resolución de este conflicto, porque la desunión es el camino más corto hacia la derrota y la síntesis es, en este caso, realmente dificultosa.
La decisión final se tomará, a lo sumo, en una semana más, aproximadamente, pero entre los puntos a evaluar debería estar lo que pasará el día después de ungir a los candidatos. Sería un error, posiblemente, ungir a unos en detrimento de otros sin competencia, porque esta actitud conspiraría contra la voluntad de los perdedores de mantenerse dentro del proyecto político. Podría darse el caso de que el candidato designado sea el mejor, el que más mide y el más popular, pero el otro candidato, sintiendo que se le negó la oportunidad, podría negarse a apoyar al ganador y competir por fuera del peronismo y quitarle al partido una victoria que en estos días pareciera ser posible.
Entretanto, en la calle Matheu, sede del PJ nacional, se encienden todas las alarmas. Si bien aceptan que “son realidades diferentes” llaman a prestar atención a lo que pasó. “Estaban todos confiados en que Ríos ganaba”, se asustan. El presidente del partido, José Luis Gioja, planea reunir lo antes posible a la conducción del peronismo para analizar juntos los primeros resultados electorales del año.
Como cierre, será bueno recordar que tampoco en La Rioja todos los peronistas fueron unidos en la elección de legisladores provinciales -más bien todo lo contrario, ya que hubo cuatro listas peronistas- y lo mismo festejaron un triunfo. De todos modos, el ganador obtuvo el 25,01 y la lista peronista que consiguió el segundo lugar, el 19,60 por ciento, apenas medio punto sobre la lista de Cambiemos, que quedó en el tercer lugar. No son resultados para festejar, porque los porcentajes que se obtuvieron fueron muy bajos.
La contrapartida ocurrió en Chaco, donde el domingo se realizaron las PASO para cargos provinciales. Allí, un peronismo sin aditamentos obtuvo un resultado más acorde con una elección que se puede llamar exitosa. El porcentaje que obtuvo fue el 50,12 por ciento, contra el 33,52 por ciento de Cambiemos. La diferencia fue de 21,60 puntos, lo que significa un triunfo contundente.
Esta situación abona la preocupación por contener a todos dentro de la estructura, evitando las fugas que podrían sumar puntos para Cambiemos. Lentamente se cobra conciencia de que nada sobra, de que los posibles triunfos serán más ajustados de lo previsto y de que se pueden perder más elecciones si no se toma como premisa a la unidad.