Si para referirse al erotismo en el cine argentino hubiera que remitirse a una imagen, sería la de una morocha escultural, sin ropas, haciendo la plancha en cuanto río, arroyo o laguna uno pueda imaginarse; o en un frigorífico, arrojada violentamente, carne sobre carne, sobre una vaca faenada; o en una playa, desnuda en la arena, o en la nieve o el pasto o los yuyos o el barro o, por qué no, alguna vez en una cama, ya sea por deseo propio o atacada por la fuerza por machos brutales y desenfrenados, merecedores de ser llamados ?asquerosos?, ?canallas?, ?malditos?, ?animales?, o de recibir frases como ?¿no piensa en su madre?? o ?¿qué pretende usted de mí??. No hace falta más presentación: tras consagrarse como Miss Argentina en el 55, Isabel Sarli se convirtió en un símbolo sexual indiscutido de la mano de su gran amor, Armando Bó, quien la dirigió en casi una treintena de filmes, desde 1958 hasta 1980. Hace mucho que no se sabía demasiado de la Coca, más allá de que un problema de salud la tuvo muy delicada en los últimos tiempos. Meses atrás debió ser internada 30 días en terapia intensiva y otros 15 más en unidad coronaria por una grave neumonía a la que se le sumó una alta suba de la presión arterial. ?Estuve muy enferma, pero ya estoy saliendo. Por eso te atiendo. No he atendido a nadie en meses, m? hijo??, admite Isabel, al arrancar la entrevista. Hay que reconocerlo: emociona oírla de nuevo. Como también el hecho de que ya esté mejor. Tan recuperada que a principios de diciembre último viajó a Paraguay, invitada por la TV pública de ese país, para grabar ?en un solo día? las presentaciones de diez películas que forman parte de un ciclo que se emitirá en la hermana república.
?En octubre se cumplieron 30 años de la muerte de Armando Bó. ¿Cómo lo recuerda?
?Como siempre: lo quiero, lo quise y lo querré.
?Fueron 28 las películas en las que trabajaron juntos, ¿no?
?Sí. La primera, El trueno entre las hojas, se presentó en Checoslovaquia en el Festival de Karlovy Vary, en el año 57. ¿Vos sabías eso?
?No. Cuénteme.
?Acá no se podía estrenar por el escándalo del desnudo, por lo que se pasó primero por Uruguay y fue un suceso. Así que empezaron a salir notas por todos lados, incluso en las revistas Time y Life. En Paraguay tampoco se podía estrenar porque el general Stroessner decía que la explotación en los obrajes que describía Roa Bastos en su libro [NdR: en el que se basó la película] no ocurría en su país. Entonces, para poder estrenarla allí, hubo que poner un cartel diciendo que eso ya había sido superado y que ya no ocurría.
?Con respecto a ese primer desnudo suyo, ¿es cierto que usted no quería hacerlo y Armando la engañó para filmarlo?
?Cuando lo conocí a Armando, que me llamó para esta película, me llevó a ver una de Bergman, en la que había desnudos en una playa. Yo le dije: ?Desnudos, no?, y él me contestó: ?Bueno, vemos de poner una malla color carne, entonces?. Lógicamente, en el obraje, en la selva, donde se filmó la película, no apareció nunca esa malla color carne. Entonces me convencieron de que la cámara estaba muy lejos, que se iba a ver todo muy chiquitito y que no pasaba nada. Encima hacía un calor infernal. La filmación empezó el 1 de diciembre del 56. Las heladeras eran a kerosene y se descomponían. Había que terminar. Hice el desnudo y después me di cuenta de que me habían engañado, que se veía todo.
?Se dice que para que se relajara antes de filmar algunas escenas jugadas, Armando le ofrecía whisky. ¿Eso ocurrió en ese film?
?No, en absoluto. Empecé a tomar whisky recién en el 68, cuando hice Fuego. Esa venía con bastantes desnudos.
?Allí es donde usted interpreta a una señora con fiebre uterina que no puede dejar de tener sexo con quien se le cruce en el camino.
?¿La viste?
?Sí, claro.
?Bueno, en esa película yo estaba muy nerviosa y Armando, para calmarme, me daba un poquito de whisky con Coca-Cola. En esa época tenía baja presión, no como ahora, que la tengo alta. Hasta ese momento nunca lo había necesitado, y eso que ya habían pasado diez años desde mi primera película. También cuando hice Carne, que era muy violenta, el pequeño whisky que tomaba antes de filmar me ayudaba un poco.
?Me menciona esa película y enseguida me viene a la mente una frase que, según la leyenda popular, usted le dijo a Romualdo Quiroga para que se distendiera durante la filmación.
?Sí, ya sé. Te referís a ?Chupe, chupe nomás, que es trabajo?. Es una mentira total. No sé de dónde salió ese cuento. Nunca dije eso. Mi otra frase famosa es: ?¿Qué pretende usted de mí??. Esa sí la dije en más de una película. La primera vez creo que fue en Y el demonio creó a los hombres, una que hice en el Uruguay, en blanco y negro.
?A usted la persiguió mucho la censura. ¿Cómo vivía eso?
?Con mucho sufrimiento. Había que ir todos los días a hablar con el censor. Que sí, que no, que te cortaban diálogos, que te cortaban escenas. Por ejemplo, en Fuego hay diálogos con el ama de llaves que son de lesbianismo y los cortaron. En esa época se censuraba todo. Libros, películas. Esa época de los militares? Un día, me contó Armando que fue a una reunión y lo vio a Onganía. Este le dijo: ?Dígame, Bó, ¿usted siempre con sus problemas? No se preocupe, que voy a venir yo y va a estar todo bien?. Vino él y fue todo peor, con más censura.
?Sin embargo, algunos censores parece que también admiraban sus atributos, ya que una vez, si no me equivoco, hubo uno que, en un ascensor, no podía quitarle la mirada de encima.
?Sí, ¡del escote! Me decía ?¡Qué hermoso collar que tiene!?. Tenía un collar de oro y coral puesto, muy lindo, pero él me estaba mirando las lolas [risas].
?O sea que esta anécdota también es real. ¿Se acuerda el nombre de esta persona?
?No. Y eso que tengo buena memoria. Sí me acuerdo de un fiscal, (Guillermo) de la Riestra, al que Armando fue a ver en Tribunales, donde lo habían citado por el tema de la censura. Este hombre le dijo: ?Para mí, las mujeres que se desnudan, llámense Loren, Sarli o Brigitte Bardot, son vulgares mujerzuelas del fango?. Entonces me puse a llorar, porque estaba presente, y medio que Armando lo amenazó con darle una cachetada. El tipo entonces le dijo: ?Mire, Bó, que toco un timbre y usted va preso?. Así era la cosa.
?Pero comparadas con la televisión actual, sus películas hoy parecen un poco ingenuas, ¿no?
?Sí, ¡mirá el escándalo que es hoy la televisión! Ya no solo hay desnudos, ¡escuchá lo que se dice! Un distribuidor me dijo que mis películas eran, hoy en día, picardías de una monja cuando no está la madre superiora [más risas].
?Eso me recuerda que usted contó alguna vez que tuvo problemas con un cura.
?Sí, Zaffaroni. No sé si será pariente del ministro de la Corte. Fue en una reunión en la sede de las tres armas, organizada por el Instituto del Cine. Armando me había pedido que hiciera buena letra. Yo no quería saber nada de ir. Estaba mal por la muerte de mi madre, pero fuimos igual. Entonces me propusieron: ?Vamos a acercarle al padre Zaffaroni, que le va a dar unas palabras de consuelo?. Nos acercamos y el cura de mierda dice: ?¡Mire cómo anda! No tendrá perdón de Dios?. Me tiró la mano y el dedo casi me dio en el busto. Ahí yo le di una cachetada a mano abierta y él cayó de espaldas sobre todos los sándwiches y las masitas. Y le dije a Armando: ?Si llega a pasar algo, la culpa la tuve yo y no ustedes?. Igualmente, esa vez no pasó nada.
?Mientras vivió Armando usted filmó siempre con él, salvo en Setenta veces siete, donde la dirigió Leopoldo Torre Nilsson. ¿Cómo se dio esta excepción?
?A mí me ofrecían trabajo de todos lados, del exterior y de acá. Todos los directores querían trabajar conmigo y a todos les decía que no. Me quedaba con Armando. Cuando yo quería ganar más dinero, él me decía: ?Ya vas a ver, te voy a dar más porcentaje?. Me convencía y seguía con él. Además, lo quería mucho. Me ofrecieron hacer películas en Inglaterra, en el 62. Como era en el comienzo de mi carrera, medio que tenía ganas de irme, pero mamá me dijo: ?¿Qué voy a hacer yo allá? No sé inglés. Siempre llueve?. Entonces, no. Me ofrecieron contratos en Estados Unidos, con Robert Aldrich, por ocho o nueve años, y dije que no. También me podría haber quedado en México, donde hice con Armando La diosa impura. Los mexicanos lo habían tentado para hacer esa película. En realidad, a Armando le dieron el dulce para que yo fuera para allá. Después a él no lo querían y me querían convencer para que me quedara y trabajara con sus directores. Pero tampoco, siempre me quedaba con Armando. Allá en el 62, Armando decidió hacer Pelota de cuero en colores. Él ya había hecho Pelota de trapo, en blanco y negro, y me dijo: ?Mirá, Coca, esta película es de fútbol, no es para vos. Descansá?. Entonces, el socio de él, Antonio Motti, dice: ?Voy a hacer una película. Yo pongo el dinero, vos elegí el director entre Torre Nilsson, Demare o Tinayre?. Yo había conocido a Demare en el Festival de Berlín. Era muy boca sucia y me molestaba su forma de hablar, y Tinayre tenía mal carácter. Armando me comentó que el más señor era Torre Nilsson. Así fue que hice la película, con (Francisco) Rabal y Jardel Filho, que era el número uno en Brasil, dirigida por Torre Nilsson. ¿La viste esa también?
?Sí, varias: Furia infernal, Carne, El trueno entre las hojas, Embrujada, Fiebre, Fuego, Desnuda en la arena, Último amor en Tierra del Fuego?
?En 2010 fui a Ushuaia porque me hicieron un homenaje allá y dieron la película.
?¿Esa es la penúltima o la última de Armando?
?No, la última es Una viuda descocada, del 80. Vamos a Estados Unidos en marzo y ahí es donde Armando se enferma. Lo operan y me dicen: ?Seis meses de vida?. Y así fue.
?Usted no le contó la verdad sobre su estado de salud, ¿no?
?No, no, nadie. El doctor, que era norteamericano, quería contarle. Pero yo le dije: ?Si lo hace, va a venir el hijo y le va a dar tal trompada que va a salir volando por la ventana?. Se calmó y nos dieron una carta. Y nos explicaron: ?Como son extranjeros, al paciente no le vamos a contar nada, pero cuando lleguen al país de ustedes, le dan esta carta?. Se la di a Víctor (Bó) pero él nunca se la dio a Armando. Lógicamente, ahí le estarían diciendo qué era lo que tenía. Fue una etapa muy fea de mi vida. Muy triste.
?En el 92 usted también estuvo al borde de la muerte cuando le tuvieron que extirpar un tumor del cerebro.
?Sí, fue algo muy serio. Cayó justo el Día del Niño. Me descompuse y caí en coma. Todos pensaban que me moría. El doctor Matera me operó y me salvó.
?Me acuerdo de una gran cadena de oración que se hizo por su salud. ¿Le sorprendió tanto cariño de la gente?
?Ya lo sabía. Desde mi tercera película empezó. Al principio eran solamente los hombres, pero a partir de India, en que hice de la hija del cacique de los maká, una tribu auténtica de la zona de Paraguay? ahí empezaron a ir las mujeres. Pero de a poco, siempre miradas de reojo por el tema de los desnudos.
?Usted retornó al cine luego de casi 15 años con una pequeña participación en Arroz con leche, de Jorge Polaco, que ya la había dirigido en el 96 en La dama regresa, y con un protagónico en Mis días con Gloria, de Juan José Jusid, en la que interpretó a una actriz retirada a punto de morir. ¿Cómo fue volver a la escena?
?Lo viví bien. En la de Polaquito intervine porque es un gran amigo y ya me había dirigido. Y con Jusid no tuve problemas, pero hubo algunos planos míos que no me gusta cómo quedaron. Luis Luque [el protagonista de Mis días con Gloria, que encarna a un asesino a sueldo] se portó bien. Con Nicolás Repetto [hace de policía corrupto] no compartí escenas. Sí, la nena [su hija Isabelita], que debutó en esa película y ahora está filmando otra. Ella está muy linda. Pero, lamentablemente, el film no fue lanzado con la difusión que merecía.
?Cuando fue Miss Argentina, en el 55, lo conoció a Perón. ¿Qué recuerdo tiene de él?
?Maravilloso. Era un hombre admirable. A Eva no la conocí, pero sabía mucho de ella por Paco Jamandreu, que me hizo los vestidos durante 40 años, y por Armando, que había filmado con ella. Él hizo pareja con Eva en La cabalgata del circo. Además, antes de esa película, ellos eran extras de cine y compartían el bar del estudio donde filmaban. Él le preguntaba: ?¿Para qué te alcanza hoy? ¿Para las papas fritas, el chorizo o los huevos??. A veces no les alcanzaba para todo y juntaban entre los dos las monedas para comer juntos. Ella, me contó Armando, era muy buena compañera.
?¿Usted sigue siendo peronista?
?Sí, sí. Hasta que me muera.
?¿Y qué opina del Gobierno actual?
?Mirá, no me gusta hablar de política. Me gusta que mi país esté bien, que haya paz, que todos vivamos bien, que haya trabajo y no tanta pobreza. Esas cosas. Soy peronista y nada más. Es lo único que te puedo decir.