“A la Presidenta la va a favorecer el acercamiento al papa Francisco y la foto con él en el Vaticano; lo estamos midiendo y se perfila de ese modo. En cuanto al cambio de postura que tuvo el Gobierno con respecto a Bergoglio en tan poco tiempo, queda para el debate en el microclima de la política, pero no influye en la mayoría de la sociedad. Fue una actitud poco digna por parte de la dirigencia kirchnerista, pero sin grandes consecuencias en la sociedad, según surge de las encuestas que estamos haciendo. La gente se queda con la foto de la Presidenta emocionada ante el papa, y eso claramente la beneficia. Es un cambio, que ojalá no sea solo de forma sino también de fondo”, sintetiza el analista político Fabián Perechodnik, en la entrevista con Noticias Urbanas.
El director de Poliarquía analizó el efecto del “empapamiento” argentino, teniendo en cuenta que, desde hace diez días, los diarios no cesan de publicar noticias de Francisco. Perechodnik proyectó también las posibles consecuencias en la sociedad y en la política. “Es que el Papa coloca a la Argentina en el mundo de un modo muy positivo. Bergoglio será el argentino más relevante de la historia, y eso es muy fuerte.”
–Fue muy impresionante ver a Sofia Loren hablando de Bergoglio y emocionada con él. Parece una película o un sueño, donde suceden cosas extraordinarias.
–Es que, por primera vez para nosotros, el papa es alguien real. De carne y hueso. Es alguien que hemos conocido, que alguna vez hemos tratado. Es muy fuerte.
–¿Y qué impacto puede tener eso en la sociedad argentina? ¿Un shock de autoestima nacional?
–Bueno, eso sin duda. Messi, Maradona y ahora el papa, con la diferencia de que Bergoglio está, por supuesto, en otro plano mucho más relevante que los ídolos deportivos. Pero, además, se percibe un cambio de clima en la sociedad que todavía es difícil de medir. Los argentinos aún no terminamos de procesar lo que significa tener un papa en el Vaticano. Por lo pronto, ahora viene la Semana Santa y, seguramente, ese evento tendrá un significado nuevo. Es esperable un reverdecer del catolicisimo en la sociedad argentina; si te fijás, los medios argentinos tienen, prácticamente, corresponsales fijos en el Vaticano. En muchos balcones pueden verse banderas argentinas junto con las banderas del Vaticano. Es un cambio poderoso, que se está procesando.
–¿Y en la política, qué efectos está teniendo?
–No hay que esperar ninguna intervención directa del papa en la política argentina. La Iglesia se comunica con gestos y Bergoglio no es ajeno a esa cultura. A la Presidenta, sin duda, la ha favorecido la foto con el papa. Lo estamos midiendo y a la gente le gustó, va a levantar su imagen. Tardó en reaccionar, en darse cuenta de lo que había sucedido. Pero cuando lo hizo, reaccionó correctamente.
–¿A pesar de la panquequeada de haber cambiado de posición en pocos días sobre Bergoglio acerca de su supuesta conexión con la dictadura?
–Sí, porque eso es para el microclima de la política. No influye en la mayoría de la gente. Y si bien la Presidenta tardó ocho horas en reaccionar, luego calibró bien qué significado tenía la elección de un papa argentino y tuvo una reacción muy positiva, que a ella la beneficia. Ella ya viene en un cambio comunicacional importante, más conciliadora. Terminó con las cadenas nacionales, que le generaban una sobreexposición que le jugaba en contra, además de devaluar la palabra presidencial. El 24 de marzo no estuvo en la Plaza, mandó un video. Viene bajando el tono de la confrontación, y eso le hace bien.
–Lo que sugiere ese cambio de posición con relación a Bergoglio es lo lábil que es la bandera de los derechos humanos para el kirchnerismo y lo acomodaticio que puede ser su discurso. Porque los dardos hacia el ahora papa no eran menores: la acusación de Hebe de Bonafini, compartida por todo el kirchnerismo duro, era que el cardenal había sido cómplice nada menos que de los asesinos de sus hijos. ¿Qué pasó en 24 horas para cambiar tan drásticamente de opinión? ¿Qué información nueva tuvieron que los convenció de que Bergoglio no fue, finalmente, cómplice de la dictadura?
–Sin duda, la actitud de varios dirigentes kirchneristas fue poco digna, pero insisto, eso no se ve reflejado en la percepción de la sociedad, que está contenta con el encuentro entre Cristina y el papa.
–El papa también ha recibido a Macri, que no estaba incluido en la delegación oficial, ¿qué lectura tiene de este gesto?
–Es un gesto de apertura política, de los que Bergoglio ha tenido muchas veces cuando era arzobispo de Buenos Aires, y que ahora está replicando a escala global. Porque la realidad es que, en Bergoglio, hay un gran comunicador, cuyo estilo ahora puede verse con un gran angular por el lugar que ocupa en el mundo. Y eso es lo llamativo, que su estilo no ha cambiado de cuando era arzobispo, y le está dando los mismos buenos resultados. Solo que ahora son más visibles.
–¿Por momentos no tiene un estilo comunicacional parecido al de Néstor Kirchner?
–(Piensa varios segundos) No voy responder a esa pregunta.
–Vamos con otra, entonces. Mariotto definió a Bergoglio como un papa peronista y algunos lo han tomado mal.
–Mariotto tenía con Bergoglio un trato genuino desde antes de su elección como papa. Lo conocía, eran amigos. Y cuando se refirió a un papa peronista, lo dijo en un sentido de un papa popular, así hay que leerlo.
–Al principio se decía que el papa podría favorecer al arco opositor, pero a la oposición parece que ni el papa la salva.
–Y, bueno, es que los jugadores siguen siendo los mismos. Y el papa es el papa, ¡no hace milagros!