Apenas horas después de que Damián Pachter resolviera refugiarse en Israel porque sentía en peligro su vida, el gobierno nacional salió a aclarar que “en la Argentina hay plena seguridad para todos los periodistas para que puedan desempeñar sus funciones”.
En su habitual conferencia de prensa matutina, Jorge Capitanich reconoció que “es cierto que existe fuerte tensión en términos de opiniones y disparidad de análisis” en el país, pero aclaró que eso sucede “en el marco de la más absoluta libertad de prensa”.
“No existe ningún tipo de impedimento para que ningún periodista pueda expresar lo que piensa”, insistió el jefe de Gabinete, desde la sala de conferencias de Casa Rosada.
Capitanich puso como ejemplo al cronista del canal TN que le había hecho la pregunta: “Existe libertad de expresión para que usted pueda opinar lo que le plazca. Y de hecho, lo hace. La intensidad democrática implica la profundidad de las expresiones. Con debate y discusión, es lo que estamos dispuestos a garantizar”.
Minutos antes, el funcionario fue consultado acerca de la decisión de publicar en el Twitter oficial @CasaRosadaAR la fecha y hora de los vuelos que Pachter había sacado a través de Aerolíneas Argentinas. Capitanich aseguró entonces que “el mismo periodista había dado a conocer su billete” y luego la agencia estatal de noticias Télam había ampliado esa información con la fecha de regreso pautada para el 2 de febrero, por lo que el Gobierno en realidad no habría publicado nada nuevo en esa cuenta de Twitter. “Fue para que se conozca su paradero”, argumentó.
El jefe de Gabinete recordó además que los empleadores de Pachter (el grupo Ámbito Financiero, propietario del diario Buenos Aires Herald) hizo público un comunicado para señalar que su periodista nunca les informó que se sentía amenazado, sino que faltó al trabajo con el argumento de que debía ir al médico.
En la crónica que Pachter publicó en el diario israelí Haaretz, contó que su fuente le había revelado que era seguido por un agente de inteligencia. Incluso, según aseguró, llegaron a fotografiarlo en el bar en el que estaban sentados antes de que el hombre vestido con campera de jean y anteojos negros se levantase. “Si efectivamente ha habido una fotografía del mismo, lo que tiene que hacer es publicarla para verificar si es o no es un agente de inteligencia”, reclamó Capitanich.