Villa Urquiza guarda una historia lamentable en materia de derrumbes. Los vecinos de Holmberg 2540, y del barrio en general, la tienen presente, a flor de piel. A mediados de septiembre del año pasado, la caída de una pared en una obra en construcción en Triunvirato 2985 provocó la muerte de un obrero y politraumatismo de cráneo a uno de sus compañeros.
Daniel Russo, director de Defensa Civil porteño, había declarado en su momento: “En el lugar se estaba construyendo una planta baja y un primer piso; creemos que en lo que sería la caja del ascensor hubo un derrumbe”.
El 1 de agosto, la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) había solicitado al Gobierno porteño que enviara una “inspección de seguridad” a esa obra, por una serie de “incumplimientos” a la normativa vigente.
El pedido a la Dirección General de Protección al Trabajo refería que en la construcción faltaba “proteger aberturas de pisos con cubiertas o barandas”, “líneas de vida/sujeción a punto fijo”, “señalización y protección de zanjas y excavaciones” y “protección contra caídas de personas y objetos”.
En la obra también faltaba “el listado de trabajadores en el programa de seguridad”, entre “otros incumplimientos verificados según acta Nº 14.228 que se encuentra en nuestro poder”, asentó la Uocra en la nota requiriendo a las autoridades de la Ciudad “la verificación y cumplimiento de las normativas vigentes”.
El gimnasio del horror
A las 16.10 del lunes 9 de agosto de 2010, a raíz de las excavaciones hechas en una obra lindera, el gimnasio Orión de Mendoza 5030, casi esquina Triunvirato, se desplomó por completo, dejando como saldo tres personas muertas y once heridas.
Los fallecidos fueron identificados como Guillermo Fede (37 años); Luis Lu (23) y Maximiliano Salgado (18), quien fue hallado en último lugar.
A medida que corrían las horas de aquella tarde y estas víctimas no eran encontradas, crecían la angustia y la preocupación entre los familiares y los propios socorristas, aunque había alguna esperanza de hallarlas con vida porque, según expertos en derrumbes, son frecuentes los casos de personas que sobreviven varios días si no sufren aplastamientos mortales y permanecen en “burbujas de aire” que suelen formarse bajo grandes piezas de edificios.
Sin embargo, el director del SAME, Alberto Crescenti, aclaró después del último hallazgo mortal que no había posibilidad de que hubiera “burbujas de aire”. “Lamentablemente, a medida que se encontraban cuerpos, se veía que había lozas y vigas compactadas, por lo que no había chances.”
Los heridos rescatados, derivados a distintos hospitales de la zona, fueron Judith Goldstein (43), Cristian Martínez (29) y María de los Ángeles Martín (45), al Tornú; Claudia Martín (19), Esther Morales (43), Florencia Rojas (30), Alejandra Rutilo y María Rutilo, al Pirovano; Pablo Galli (dueño del gimnasio) y Susana Salalli, al Fernández, y Laura Pesatti, al Zubizarreta.
Algunos de los socorridos recibieron el alta en forma rápida, y otros –como Galli, quien luego fue derivado al Hospital Italiano, y Pesatti, a la Clínica del Sol– pidieron el traslado por solicitud de sus respectivas obras sociales.
Al lado del gimnasio, que tenía tres pisos y en cuya planta baja funcionaban dos locales de venta de ropa, se estaba construyendo un edificio de diez pisos, cuya obra fue la responsable de la caída de la estructura.
Por el hecho, el Gobierno porteño culpó al ingeniero civil Guillermo Heyaca Varela, responsable de la obra, y le suspendió por 15 años la matrícula. Horas antes de esta decisión, Mauricio Macri había dicho en conferencia de prensa que el trágico derrumbe había sido producto de una “enorme impericia del ingeniero”.
Sin embargo, Heyaca Varela contestó a las acusaciones: “Hice todo bien (…) No hice nada con impericia. Hice las cosas con el mayor cuidado posible. Tenía un plan de trabajo que es el que presenté a la compañía de seguros y con el que se hizo la obra”.
Tras el siniestro, Macri echó al presidente de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, Raúl Oscar Ríos. El Jefe de Gobierno consideró “inaceptable que Ríos haya participado de una reunión de Comisión Directiva del Club Boca Juniors mientras el Gobierno de la Ciudad concentraba sus esfuerzos en las tareas de rescate”. Por otro lado, un año después de la tragedia, los tres implicados, Guillermo Heyaca Varela; Daniel Menta, el dueño de la constructora, y José Pataro, el dueño de la excavadora, procesados por la jueza penal María Fontbona de Pombo por el delito de “estrago doloso”, ya no corrían bajo esa condición: la Cámara del Crimen terminó revocando la medida.