Dos meses y medio pasaron desde la toma de los terrenos de Pola y Fernández de la Cruz y la cosa sigue como si nada, con las familias afincadas en esas doce hectáreas de Villa Lugano, salvo por la novedad de la última semana: que el Juzgado número 14 en lo penal, contravencional y de faltas de la Ciudad de Buenos Aires, cuya titular es Gabriela López Iñíguez, a cargo precisamente de la investigación por la “usurpación” del predio que pertenece al Estado porteño, libró recientemente una orden de detención y captura para Antonio Marcelo Chancalay, por su presunta responsabilidad en la organización de la toma, cuyos terrenos linderos a la Villa 20 fueron bautizados “barrio Papa Francisco” a los pocos días de la ocupación. Según la Justicia, existen escuchas que comprometen a Chancalay. Y mucho.
Así las cosas, la jueza hizo lugar al pedido del fiscal Carlos Rolero ante las pruebas presentadas en la causa. Además, la magistrada prohibió el acercamiento e ingreso al predio tomado a los otros presuntos líderes de la usurpación: Emanuel Ríos, Roberto Jiménez y Marcelo Urquiza, avanzando en la hipótesis de que todas estas personas se adueñaron de las hectáreas y organizaron su ocupación con fines estrictamente lucrativos: la venta de lotes a las desdichadas familias, por montos que irían de los 8.000 a los 25.000 pesos, según las características de las parcelas. Incluso, habría documentación que probaría operaciones de compra en dólares. Todo, en el marco de la disputa entre un grupo encabezado por Chancalay y otro liderado por allegados al actual presidente de la junta barrial, Víctor Hugo Núñez.
La resolución que la magistrada firmó en la tarde del martes 6 consigna, de acuerdo a lo publicado por Infojus Noticias, que “Marcelo Chancalay revista como antiguo empleado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (desde 2006), dentro de la estratégica Subsecretaría de Fortalecimiento Familiar y Comunitario, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social”, área que “ha tenido gravitación en esta causa, hecho que le permite a Marcelo Chancalay acceder a información gubernamental de carácter sensible”. A su vez, Gabriela López Iñíguez constató que Chancalay tiene participación en una sociedad de responsabilidad limitada denominada Mach SRL, creada en 2009 y dedicada a la construcción de obra pública, a partir de pruebas que aportó la fiscalía general, conducida por Martín Ocampo, acerca de que la mencionada sociedad habría realizado contrataciones con el Estado –algunas, a través de la fundación Sueños Compartidos, de la asociación Madres de Plaza de Mayo– por cifras superiores al medio millón de pesos. Además, el hijo de Chancalay, Marcelo Alejandro, ingresó el 1 de marzo de 2008 como empleado de la asociación encabezada por Hebe de Bonafini. Pero hay más.
También la Justicia verificó la ligazón de Chancalay con tres cooperativas. La cuenta bancaria de una de ellas, Cardenal Samoré Ltda, fundada por el expresidente de la Villa 20 luego de finalizar su relación con Víctor Sahonero –líder de la cooperativa de vivienda, crédito y consumo 25 de Mayo, que llevó a cabo en la gestión Pro, entre otras cosas, la construcción de viviendas en alrededor de siete manzanas de la Villa 20–, registra operaciones sospechosas que involucran elevados montos de dinero. López Iñíguez, de ese modo, dedujo que se trataría de una cuenta “puente” que podría estar recibiendo pagos del Gobierno porteño. La resolución expone, asimismo, que para Chancalay “existiría una cierta posibilidad de acceso a dichas sumas de dinero”, y resalta que a eso se añade “la pluralidad de domicilios en los que supuestamente se alojaría”.
Sucede que Chancalay firmó con el Gobierno de la Ciudad –Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS) mediante– varios convenios para procurar, por caso, el mantenimiento de la luz en la villa y en el núcleo habitacional transitorio (NHT) de Ciudad Oculta. Puntero histórico de la Villa 20, casi tan histórico como la miseria crónica del lugar, de pasado –¿pisado?– peronista, pasado ibarrista, reciente macrista y presente bajo el ala de Unen, motorizando las expectativas del frente en las últimas elecciones. Y las suyas. Del futuro, por ahora, no sabemos nada. Es la suerte del poder territorial, saltimbanqui de la cosa pública por donde se lo mire.
La orden de la Justicia que actualmente pesa sobre el puntero fue generada ante el temor de que Chancalay abandone el país.
Temor es justamente lo que la Justicia entiende también que Chancalay producía mediante sus manejos en la comunidad. Cuando era el capo, hasta que perdió las elecciones por la presidencia de la villa en 2011 y no le quedó otra que reconstruirse, daba miedo. La magistrada detalló en la orden de detención que “diversos testigos han refrendado que se trata de un personaje poderoso (sic), de ‘peso’ dentro de la Villa 20 y con múltiples ‘contactos’”. Chancalay fue denunciado por militantes territoriales por el uso de violencia y métodos persecutorios, para los propios y ajenos. Algunas personas, incluso, comentaron que contaba con la protección de la comisaría 52, ubicada en Cruz y Cafayate.
De hecho, cuando Noticias Urbanas visitó la toma de Lugano en sus comienzos, ante la pregunta, cualquier pregunta, los vecinos direccionaban la respuesta, como una brújula de la palabra, hacia Chancalay, que hablaba por celular sin parar, que habla por celular sin parar: él es el que sabe pero, sobre todo, él es el que habla. Decía el expresidente de la junta vecinal de la Villa 20 a NU: “Todos tenemos derecho a una vivienda digna, y en este caso el Gobierno porteño es el responsable directo de explicar por qué no puso en marcha leyes sancionadas por la Legislatura (la 1.770 y 2.054, relativas a la urbanización de la Villa 20). Los vecinos están hartos de promesas inconclusas, ya que desde hace 15 años distintas administraciones vienen hablando de urbanizar este predio, pero la necesidad de la gente no puede esperar tanto”. De tales afirmaciones se desprendía el adiós Pro. “Tengo 54 años, nací acá y formo parte de la segunda generación de habitantes de la villa, pero ya hay chicos de más de veinte años que forman parte de la cuarta generación y siguen hacinados con su pareja y sus hijos en la casa de sus padres. Por eso es lógico que tomen un terreno. Esto no da para más, viejo”. Y tenía razón. Pero todo indicaría que por razones distintas a las de los ocupantes.
Ahora bien, ¿quién es Antonio Marcelo Chancalay? Grandote, morocho, canoso, de aspecto recio y labia contundente, fue boxeador hasta 1991. Su familia es tan propia de Lugano, de la Villa 20, como el Parque de la Ciudad en ese barrio sureño. Su hermano, Fabián Alberto Chancalay, apodado “El Bombardero”, fue promesa del box local hasta que purgó condenas por un crimen del que más tarde fue absuelto, y por portación de arma y desacato. Pero su relación con el pugilismo no terminó ahí: se sabe que en la gestión de Aníbal Ibarra obtuvo un gimnasio en la villa, en el que acostumbraba a entrenar boxeadores que luego utilizaba como fuerza de choque. Los villa-tours tuvieron en la 20 su marca de patentamiento. Allí hizo campaña para el macrismo. En ese tiempo, lo visitó Gabriela Michetti, cuando la dirigente se encontraba en la cresta de la ola de la política mediática. Martín Palermo, el ídolo boquense, también lo apuntaló en su carrera desenfrenada por la presidencia de la villa. No le alcanzó: en las elecciones de 2011 perdió por casi dos mil votos frente a Víctor Hugo Núñez, candidato del Frente para la Victoria. Para las legislativas del año pasado puso a trabajar su aparato a favor de Unen, adonde llegó de la mano del radical Enrique “Coti” Nosiglia, según revelan en el propio frente. Y así, la simbiosis volvió con todas sus ínfulas: el frente de Carrió y Solanas necesitaba representación en el sur porteño y Chancalay aprovechó la oportunidad para volver al ruedo. De ahí a la toma de la Villa 20 hubo solo un paso.
Así es Chancalay, como cualquier comodín del poder territorial que se precie: elástico, hoy aquí, mañana allá. Cualquier político con pretensiones de contacto con la gente sabrá que tendrá que pasar por el filtro del caudillo de turno. Por más que se llenen la boca hablando de “nueva política”. Así de recíproca es la relación. Chancalay ya no es amo y señor de la Villa 20 pero, cuidado, ya lo dice el refrán, no está muerto quien pelea. Y vaya si este personaje pelea.
Durante la investigación de López Iñíguez, el teléfono de Chancalay fue intervenido. El jueves 20 de marzo, a menos de 24 horas de comenzadas las escuchas, el puntero recibió un llamado revelador. Una voz amiga le advirtió: “Meté tu auto en un garaje y desaparecé de Lugano y Mataderos. Tu celular, cambialo. Colgá y no llames más, te están siguiendo”. Desde ese día, no se lo vio más por el barrio. Investigado por la toma del parque Indoamericano, en diciembre de 2010, tres años después Chancalay repitió su destino, fogoneando la ocupación de un predio contaminado, un cementerio de autos que perdió la apariencia de tal pero no la crudeza de sus males. Aún hoy se lo puede ver en YouTube al puntero, quien supo ser patrón, en un festejo con Simón y los Wachiturros, en su Lugano natal. Detrás de la escena de baile, se deja leer Mutual Futuro para Todos. Habrá que ver, en todo caso, qué signo tendrá ese porvenir.