Está molesto, se siente traicionado. El diputado Darío Giustozzi, quien se sumó a las filas massistas con el afán de acelerar su candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires, no está pasando sus mejores días. Es que la llegada de Martín Insaurralde, el dirigente que mejor mide en territorio bonaerense, al Frente Renovador es inminente.
Para colmo, las encuestas, esa “foto de la realidad” tan preciada para los dirigentes políticos, entre ellos Giustozzi -quien invierte una importante suma de dinero en publicidad e imagen-, no le dan bien. Por lo que si las precandidaturas de Felipe Solá, Mónica López y Gustavo Posse lo complicaban, el desembarco de Insaurralde sería la estocada final para echar por tierra sus pretenciones.
En diálogo con Clarín, el ex intendente de Almirante Brown sostuvo que “los que impulsan el ingreso de Insaurralde no se dan cuenta de que es una forma de abrirle la puerta a Boudou y a su gente. No se puede especular todo el tiempo con todo. Lo que hay que hacer es honrar con los hechos lo que se sostiene con la palabra” -¿Palito para Massa?-.
El fastidio de Giustozzi es tal que incluso estaría analizando volver al Frente para la Victoria de la mano de Florencio Randazzo, quien hoy por hoy parece estar arrebatándole la candidatura presidencial K a Daniel Osvaldo Scioli. De hecho, al ser consultado sobre la posibilidad de que la llegada de Insaurralde pudiera detonar en su salida del Frente Renovador, el jefe de bancada massista en Diputados respondió: “Veremos qué pasa. Yo no voy a hacer política en contra de mis principios. Antes de eso me voy a casa con mis verdades a cuestas.” ¿Entra Insaurralde, sale Giustozzi? A poco más de un año de las PASO, la interna del massismo bonaerense arde.