Tal como estaba previsto, la Corte Suprema de Justicia emitió un fallo políticamente incorrecto y eligió brindar insatisfacción para todos, antes que victoria para unos y derrota para otros. Dicen que una negociación es exitosa cuando ambas partes salen de ella disconformes con su resultado, aunque paralelamente aliviadas porque las cosas no fueron peores.
En este caso, es indudable que hubo negociaciones, porque el fallo no fue ni puro ni unánime. Cuatro jueces dictaminaron que los jueces Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi permanezcan en sus cargos en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal sólo hasta que los cargos que antes ocupaban Jorge Ballesteros y Eduardo Freiler sean concursados y designados los nuevos camaristas.
Los que firmaron este fallo fueron Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti, Eduardo Maqueda y Elena Highton de Nolasco, aunque esta última eligió redactar su propia fundamentación, diferenciada de los otros tres, que firmaron su dictamen en conjunto. Carlos Rozenkrantz, resignado desde hace bastante tiempo a un rol solitario, falló a favor de la permanencia de los tres jueces en su puesto actual. Ahora, hasta se rumorea que a fin de año abandonaría su cargo.
El caso de Castelli sería definido el jueves cinco de noviembre, el mismo día en el que esta publicación esté en las pantallas de sus lectores. Antes de que los supremos decidan su destino, Castelli les solicitó que se le reconozca la estabilidad que les fue denegada a sus colegas, con el argumento de que se encontraría en “un pie de desigualdad insuperable, frente a la posibilidad de concursar exitosamente por el cargo que ocupa actualmente”, a causa de que “los organismos que deberían examinar el desempeño y perfil del suscripto serían, nada más y nada menos, aquellos que han sido seriamente cuestionados en las presentaciones realizadas por el suscripto”, se quejó. Además, su antiguo puesto en el Tribunal Oral Federal N° 3 de San Martín ya fue concursado y el ganador será su reemplazo.
Es necesario recordar que “Paty” Ballestero, tal como lo llaman quienes lo conocen íntimamente, fue amenazado para que renunciase por el propio presidente de la Nación, que cuestionó un fallo que emitió junto a sus colegas Eduardo Farah y Freiler. Finalmente, el nueve de mayo de 2018, el propio camarista le llevó su renuncia al ministro Germán Garavano, en la que no especificó los motivos, sino que simplemente comunicó su dimisión al cargo y que se acogería a la jubilación.
Macri había manifestado días antes que “me indignó” el fallo que firmaron los tres camaristas, por el que dejaban en libertad a los titulares del Grupo Indalo, Cristóbal López y Fabián de Souza. Desde entonces, el oficialismo lanzó una furiosa ofensiva para acabar con los tres. Freiler fue destituido, mientras que Farah fue trasladado por decreto a un tribunal del fuero Penal Económico y luego a un tribunal oral federal en San Martín, adonde se encuentra ahora.
El fallo de la Corte pondría en cuestión la permanencia de Farah en su actual puesto, por lo que existe un pedido del Gobierno ante la Comisión de Acuerdos del Senado para que reconsidere su caso, tramitado en agosto, que podría significar su regreso a la Cámara en la que hoy revistan Bruglia, Bertuzzi y Castelli.
En cuanto a la prisión de López y de Souza, mientras estaban alojados en el Penal de Ezeiza durante un año y diez meses, surgieron al menos tres ofertas de compra para sus medios de comunicación, en las cuales estaban sospechosamente relacionados empresarios ligados al partido gobernante.
Finalmente, el ocho de octubre de 2019, ambos empresarios fueron liberados, cuando la debacle política se enseñoreaba sobre el proyecto político que encabezaba Mauricio Macri.
Los jueces de la Corte dictaminaron, al rechazar el amparo que presentaron, que “nunca hubo en el derecho argentino ni en la designación de los actores una referencia a que el traslado sea definitivo, por lo tanto, no hay derechos subjetivos ni aplicación retroactiva de la ley”, concluyendo luego en que “las costumbres contrarias a la Constitución no generan derechos”.
El fallo
La Corte Suprema dejó en claro con su fallo que existe un único procedimiento para designar jueces, que consiste en la selección de una terna por parte del Consejo de la Magistratura, elegida tras un concurso. Esta terna es elevada al Poder Ejecutivo, que seleccionará a uno de ellos. Finalmente, el presidente envía su decisión a la Comisión de Acuerdos del Senado de la Nación, que presta su acuerdo para la designación.
Los jueces de la Corte dictaminaron, al rechazar el amparo que presentaron, que “nunca hubo en el derecho argentino ni en la designación de los actores una referencia a que el traslado sea definitivo, por lo tanto, no hay derechos subjetivos ni aplicación retroactiva de la ley”, concluyendo luego en que “las costumbres contrarias a la Constitución no generan derechos”. Esta última frase podría ser interpretada como una severa reconvención hacia los autores de la jugada que terminó con Bruglia, Bertuzzi y Castelli en sus cuestionadas posiciones actuales.
Además, la Corte exhortó al Congreso para que dicte una ley que reglamente el traspaso de magistrados y se eviten los conflictos como el que los ocupó en esta ocasión. La clave, en este caso, fue que no existiera acuerdo del Senado en la designación de los jueces cuestionados.
Los jueces, mientras se sustancia el concurso por el que se designará a sus reemplazantes, permanecerán en sus cargos y sus fallos serán válidos. Además, Bruglia y Bertuzzi podrán intervenir en estos concursos, para lo cual deberá abrirse una nueva instancia que permita su participación, un proceso que puede demorarse por dos años.
Patricia toma café
Mientras estas enrevesadas jugarretas se sucedían, este cronista caminaba el jueves último -29 de octubre- por la calle República Árabe Siria, en la esquina de ésta con Beruti se encontró repentinamente con un grupo de personas que departían en una mesa del Café Al Shark, situada en la vereda.
Al alzar la vista, encontramos la mirada de la presidenta del pro, Patricia Bullrich, con quien nos conocemos desde hace muchos años. Estaba acompañada en la mesa por unas cinco o seis personas. Entre éstas se encontraba un señor con barba muy parecido al juez pablo Bertuzzi.
El guiso que se cocinaba en la mesa nunca se sabrá –no nos detuvimos a preguntarle a Patricia qué hacía en ese momento-, pero desnuda de todos modos una cosa y es que los tres jueces tenían como misión respaldar las tropelías de Claudio Bonadío y Carlos Stornelli, fueran ésta cuáles fueran.
Grave, pero sin sanción. Como es habitual para una Justicia que debe ser reformulada en algunas normativas básicas.