El asado de Fin de Año que el ministro de Justicia, Julio Alak, organizó el pasado jueves en el predio de la ex Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), generó el malestar y repudio de dirigentes de la oposición, ex detenidos en ese centro clandestino; y el silencio de sus compañeros partidarios.
El legislador porteño por el PRO, Daniel Lipovetzky, ex secretario de Inclusión y Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad, manifestó su condena: “La memoria y los Derechos Humanos, no tienen que ver con una propaganda, ni una moda, es una postura frente a la vida y a la historia, en este caso de nuestro país que se defiende día a día en cada acto, y cuando el bastardeo de la memoria lo realiza un funcionario de la Nación, más aún, cuando el Ministro de Justicia es el protagonista de un hecho de estas características, desde el Gobierno debe exigírsele como mínimo la renuncia, y evaluar algún tipo de sanción”.
“La utilización de un lugar como la ESMA tan trágico y donde ocurrieron los peores crímenes de lesa humanidad de nuestra historia, es una verdadera ofensa contra las víctimas de la última dictadura militar, sus familiares y en definitiva contra todos los argentinos”, cerró el legislador.
En tanto, en el mismo sentido el diputado nacional Mario Negri (UCR – Córdoba) quien piedió la renuncia “inmedia” de Alak. “Comiendo un asado en la ESMA, muestra en toda su dimensión su indolencia”. “La ESMA, hoy un lugar para el recogimiento, justo a 29 años de recuperar la democracia y haber podido recordar la salida del infierno, sólo un indolente puede haber ocupado el lugar para despedir el año con un asado. Si el protagonista de ese acontecimiento hubiese sido cualquier mortal de la Argentina, Cristina y la Cámpora hubiesen ordenado linchamiento en la Plaza de Mayo, a no dudarlo”.
La dirigente Vilma Ripoll (MST-Proyecto Sur) señaló: “Si la utilización política de la bandera de los derechos humanos significó una falta de ética y respeto a la lucha de todas las organizaciones y familiares que fuimos parte de la resistencia. Hacer un asado y un festejo superó todos los límites, la Esma no es un quincho”.
“Me solidarizo con el reclamo de los compañeros ex detenidos desaparecidos. Es un agravio a la memoria de los que no están, un insulto a los que fuimos sus familiares y compañeros”, concluyó Ripoll.