El kirchnerismo, en busca de la continuidad

El kirchnerismo, en busca de la continuidad


Cristina y Scioli. Como una fórmula disociada, porque una dejará el poder y otro aspira a heredarlo, los últimos movimientos en las altas esferas kirchneristas acaso deban ser leídos con esta lógica de continuidad. Y ese repaso, aseguran quienes se mueven más del escenario principal, debe remontarse al menos un año atrás. La reciente salida del titular del Ejército, César Milani, más ubicado como un jefe de Inteligencia interna que como una mando de las fuerzas armadas, dejó en poco tiempo al país sin los dos hombres que manejaban la información de mayor sensibilidad del poder. Al corrimiento del teniente general había precedido la expulsión, de malos modos, del excapo real de la SIDE, Antonio “Jaime” Stiuso.

Si alguien (o muchos) especuló que con el final del segundo mandato la Presidenta, sin chances de una nueva reelección, padecería la debilidad del “pato rengo”, la ferocidad con que la mandataria sigue ejerciendo el poder contradice aquellas creencias. Cristina, más bien, parece estar ordenando su salida.

Los últimos movimientos visibles del kirchnerismo se dieron en cuestión de días. La unción como candidato a vice de Carlos Zannini, el oculto secretario Legal y Técnico del Gobierno, el hombre de confianza de la Presidenta, la pata más firme del modelo dentro de la Justicia, explica una parte. Nadie cree que Daniel Scioli, en caso de ganar, esté pensando en romper ningún esquema que sacuda al sistema político y ponga a Cristina, ya fuera de órbita formal de poder, en una complicada situación judicial. Sí, en cambio, fue visto como un gesto de desprotección –acaso merecido como pocos– la ausencia del actual vice, Amado Boudou, en alguna lista que garantice fueros después del 10 de diciembre.

Aún cuando el propio funcionario imaginaba este presente caído en desgracia, la confirmación de la noticia lo conmovió. Sobre todo cuando puso en el espejo al ministro de Planificación, Julio de Vido, o al secretario de Obras Públicas, José López, por citar solamente a dos compañeros de Gabinete con causas complicadas en la Justicia, pero amparados ahora con una candidatura. Particular recorrido el de De Vido: cuando dejó el poder luego de la crisis con el campo, el exjefe de Gabinete Alberto Fernández creyó que generaría un vacío que terminaría absorbiendo a su rival interno. El ministro no solamente sobrevivió, sino que conservó una buena cuota de poder (otra le fue transferida al joven estrella Axel Kicillof) y hoy tiene asegurada una banca protectora como legislador nacional.

La continuidad de los principales actores del Gobierno fue un reflejo del cierre de listas. Si alguna vez se catalogó a la cúpula kirchnerista como mala pagadora, el cierre de listas actual encontró lugar, si no para todos, al menos para muchos. Además de los mencionados De Vido y López, los ministros Axel Kicillof, Agustín Rossi y Teresa Parodi y el secretario Eduardo “Wado” de Pedro, entre otros, también tuvieron su premio legislativo. Otros, como el secretario de Justicia, Julián Álvarez, o el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, jugarán su suerte en un cargo ejecutivo. También hubo premios para los gobernadores salientes sin chances de reelección, como el sanjuanino Gioja, el riojano Herrera, el misionero Closs o el entrerriano Urribarri, por citar casos a modo de ejemplo.

Eso en lo que concierne a la primera línea de la estructura. A otro nivel, muchísimo más masivo pero menos visible, el kirchnerismo también se aseguró continuidades. La conocida medida de blanqueo de 7.500 empleados públicos benefició básicamente a dirigentes y militantes de La Cámpora que se fueron incorporando incesantemente en la administración del Estado.

La continuidad está garantizada, en el peor de los casos, desde estos ámbitos. Empleados públicos, mandos medios (y no tanto) en la Justicia y una tropa de fieles en el Congreso. A Scioli le quedará la posibilidad, si gana, de tallar en el armado de su gabinete. La confirmación de las listas y los movimientos que decida Cristina hasta diciembre marcarán el final del trazo grueso de un ordenamiento que empezó hace más de un año y al que la elección terminará de contornear.

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