En medio del fragor de la batalla mediática entre la dirigencia macrista y kirchnerista, que aumentó de temperatura el domingo pasado por el ajustado triunfo en la Capital y el giro discursivo del precandidato presidencial del Pro, por abajo se va cocinando el plan que busca sortear con éxito el mayor desafío que se le presenta al partido en los próximos meses: la fiscalización en la Provincia, y especialmente, en el conurbano bonaerense.
El objetivo que quita el sueño hoy por hoy a la cúpula del Pro y sus armadores es evitar que el PJ (en su versión kirchnerista y massista) se aproveche de su propia y vasta experiencia contra un frente como Cambiemos, estructuralmente mucho más débil en el principal distrito del país.
El entramado de la fiscalización es mucho más complejo del que el común de la ciudadanía tiene idea: el tejido político que subyace involucra a gremialistas, punteros, policías y hasta docentes, además del factor determinante que es un electorado que, en algunas zonas, ignora muchos de sus derechos como ciudadano a la hora de votar.
Tal es así que, uno de los dirigentes que está a cargo en el Pro de diseñar la fiscalización, explicó a Noticias Urbanas en absoluta reserva que “el surgimiento de tantos nuevos agentes por la policía comunal es algo que preocupa, porque a veces los propios policías están arreglados con los punteros para volcar la fiscalización a su favor”.
De hecho, en 2009, varios del Pro recuerdan lo compleja que fue la jornada electoral en la que Francisco De Narváez le ganó a Néstor Kirchner. “En Merlo, un jefe de fiscales de varias escuelas fue demorado para averiguación de antecedentes por la Bonaerense 24 horas justo el sábado por la noche y liberado el domingo después del cierre de la votación”, relató más de una vez uno de los miembros del comando de campaña denarvaízta.
Volviendo al 2015, el Pro ya comenzó hace semanas el engranaje de los preparativos, especialmente el levantamiento y centralización de los datos de los fiscales. “Se está pidiendo a los referentes de cada municipio que presente con antelación los datos de los fiscales que consigue, para cruzar datos y evitar tener una especie de ‘doble agentes’ que terminen jugando en contra. Aunque nunca hay garantía que no te terminen cagando”, explica el armador macrista con brutal franqueza.
También señaló que está procurando tener fiscales “de confianza absoluta” repartidos secretamente en mesas electorales de barrios difíciles del segundo y tercer cordón del conurbano, que funcionarán como “fiscales testigo que harán notar si hubo algún tipo de fraude en otras mesas de la misma escuela que tengan actas con datos totalmente diferentes”.
Otro elemento con el que el Pro espera evitar problemas es una aplicación de celular en la que cada encargado de escuela cargue los datos de todas las mesas, para tenerlo sistematizado y poder cotejar con lo que luego mostrará la Dirección Nacional Electoral.
Según lo definió uno de los operadores amarillos, son cuatro las batallas clave en el territorio el día de la votación: “La primera es controlar que haya boletas y no las roben, la segunda es el primer escrutinio, el de la mesa de votación y que tu fiscal lo controle. La tercera es el llenado del acta, que sea fidedigno. Y la última que los datos llenados en el acta y firmados por tu fiscal coincidan con lo que se cargue en la web del Ministerio del Interior”.
El tema es tan relevante para el Pro que desde hace un tiempo ya está involucrado a todo motor el jefe de la campaña nacional, Marcos Peña, quien suele estar más inmiscuido en la arena de la estrategia y la comunicación, pero ahora aceitó los contactos políticos con referentes radicales y peronistas disidentes (como Reutemann) para avanzar en el tema logístico de las PASO, y especialmente, la fiscalización.