Toda persona tiene derecho a la vida” enunciaron las convenciones internacionales. Agreguemos: toda persona tiene derecho a imaginar y proyectar su vida a futuro. Aún sabiendo que tal proyecto de vida será obviamente condicionado por su situación social, el contexto político-cultural de su comunidad y sus libertades personales, todo en indisoluble dependencia recíproca. Ese derecho al proyecto de vida va pegado al derecho de acceso a la multiplicidad de opciones que ofrece la vida, en cada lugar y en cada tiempo. La vida, sustantivo, se completa con el derecho a la dignidad, que la adjetiva y enmarca desde el seno materno hasta su memoria final.
El derecho a la vida, y a que ésta sea en condiciones de dignidad, está ya internalizado en la sociedad, y también en el sistema constitucional e institucional de nuestra democracia. Mucho de la expansión de derechos de los últimos años le agregó calidad a la democracia. Sin embargo, el derecho al proyecto de vida, en igualdad y dignidad, no está aún suficientemente difundido y ello es así porque su definición proviene de una creación doctrinaria. Incluso el principal garante –que es el Estado- no lo tiene explícito aún en la agenda completa de los DD.HH., aunque lo ejerza y aplique fácticamente como en el caso de la Asignación Universal por Hijo u otras decisiones similares.
La elaboración de esta doctrina sobre el proyecto de vida proviene de la Corte Interamericana de DD.HH., cuyos fallos –además de solidez jurídica- testimonian el clima, razón y corazón de nuestros pueblos. Sin alharaca y paso a paso, el sistema jurídico regional va descolonizando el guión de los derechos humanos importado de Europa.
América Latina no mira su realidad dividiéndola en social, económica, política, cultural, etc. y por derivación separando los derechos humanos en categorías o generaciones. El derecho al proyecto de vida, planteado desde este lugar en el mundo, adquiere un valor particular, como una señal de luz nacida de la memoria secular de nuestros pueblos, de sus culturas ancestrales, de los siglos de violencias y desigualdades, pobreza, saqueo y explotación. Esta luz sobre el derecho es un salto en calidad.
La Corte Interamericana advierte además que los Estados tienen la responsabilidad de ser garantes de estos derechos humanos hasta su vigencia plena. Vigencia que no podrá alcanzarse en plenitud mientras no sean erradicadas las injusticias y discriminaciones, la pobreza extrema, el déficit educacional, la explotación laboral, el hábitat indigno y todo lo que obstruya o dificulte el acceso a los bienes sociales, o produzca daños al proyecto de vida.La vida pensada hacia delante y desde el enfoque de derechos nos compromete definitivamente con la justicia social y la soberanía nacional y regional, que son los nuevos nombres de los Derechos Humanos.
2 August, 2015 | 21:39