El Gobierno porteño organiza para los próximos fines de semana diferentes fogatas en conmemoración a los aniversarios de San Pedro y San Pablo, para las cuales propone el armado de muñecos para ser quemados en los diferentes barrios de la Ciudad. El evento se realizará "en busca de la recuperación de tradiciones populares".
"Para realizar el armado de los muñecos se convoca a los vecinos", informaron desde la dependencia del Gobierno local. Tal convocatoria se anuncia para el sábado 22 de junio entre las 10 y las 13 horas, y en el lapso de las 15 y hasta las 18. Los vecinos sólo tendrán que acercarse a los Centros Culturales porteños para participar de la creación de los muñecos.
Entretanto, las diferentes fogatas se realizarán entre el miércoles 26 y el sábado 29 de junio en los Hogares Rawson y San Martín y los parques Avellaneda, Lezama y Saavedra.
Todos los eventos están coordinados por la Dirección de Promoción Cultural de la Secretaría de Cultura porteña, a través de los Espacios Culturales Descentralizados, los Centros Culturales Barriales y el Programa de Cultura Solidaria, según informaron en la dependencia que dirige Jorge Telerman, secretario de Cultura porteño.
UN POCO DE HISTORIA DE LAS TRADICIONALES FOGATAS
La realización de las fogatas de San Pedro y San Pablo coincide con el surgimiento de los barrios como espacios de participación popular. "Desde hace varios años la realización de las fogatas se transforma en un hecho colectivo que en este año espera superar la convocatoria de más de 10 mil vecinos", manifestaron fuentes de la Secretaría de Cultura porteña.
Originalmente las fogatas se realizaban el 24 de junio, fecha de nacimiento de San Juan, pero después se extendieron a los aniversarios de San Pedro y San Pablo. Ambas forman parte del conjunto de tradiciones que trajeron los inmigrantes llegados a la Argentina.
Días antes de la esperada fecha, los chicos comenzaban a recoger ramas y hojas secas que servirían de combustible para la hoguera. También comenzaba el proceso de armado de los muñecos, que simbolizaban sentimientos mezquinos que merecían ser arrojados al fuego. Solían, asimismo, quemarse diferentes objetos hogareños que se encontraban en desuso y hasta, en ocasiones, representaciones de algún personaje público, cosa que podría suceder en esta ocasión, tal como se le escuchó decir a algún vecino irónico.
Las fogatas comenzaban a encenderse sobre las calles o en terrenos baldíos al caer el sol, y se extendían hasta la medianoche. Las familias del barrio se acercaban a la hoguera a ver encenderse los muñecos y los objetos y también, ocasionalmente, para compartir las papas y batatas que se asaban allí mismo, en los bordes de las fogatas.