Scioli y el poder que viene

Scioli y el poder que viene

El acto de Parque Norte se convirtió en una galería en la que desfilaron los que serán -de ganar Scioli- ministros, secretarios y asesores del Gobierno. Volvieron el folklore y la vieja liturgia.


El viernes último se realizó -ejerciendo una mirada superficial- en Parque Norte la presentación de los equipos técnicos que acompañarán a Daniel Scioli en el caso de que sea elegido presidente. Pero, para los iniciados, el acto, al que sólo concurrió la militancia, fue mucho más que eso.

Cuando todo había terminado, un gobernador -había 14 de ellos en el escenario del predio, una demostración de fuerza imposible de igualar en la Argentina- deslizó en las cercanías de Noticias Urbanas que “aquí estuvieron hoy todos los que formarán parte del poder a partir del 10 de diciembre”, entre chanzas y sonrisas.

Pero lo que captó la atención de los cronistas fue el regreso del folklore peronista tradicional -la Marcha Peronista fue entonada en repetidas ocasiones-, que incluyó el regreso de muchos viejos militantes que se encontraban algo alejados de los actos. Contrariamente, fue manifiesta la ausencia de los dirigentes de La Cámpora y de otras espadas del kirchnerismo puro, aunque entre el público había mucha militancia de esa identidad.

Ante los micrófonos es donde se empezó a dibujar el mapa de los que detentarán poder si la Casa Rosada fuera su destino el 10 de diciembre próximo. Los oradores del acto fueron, en ese orden: el gobernador de San Juan José Luis Gioja, que culmina su mandato el 10 de diciembre, aunque seguirá siendo un hombre de consulta del peronismo; el gobernador de Jujuy y presidente del PJ nacional, Eduardo Fellner, que reivindicó calurosamente a Néstor Kirchner; el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, que le siguió en el uso de la palabra y anticipó que “el peronismo seguirá siendo la columna vertebral de este proyecto” y se alineó claramente con Scioli y con Zannini, al que alabó también; luego fue el turno del que será un recordado discurso, que protagonizó Carlos Zannini, que fue muy alabado por los gobernadores, en especial cuando declaró que “el peronismo es la máquina más poderosa de construir ascenso social, lo hizo en 1945 y lo estamos haciendo ahora”, precediendo a Daniel Scioli, que cerró la lista.

El gobernador bonaerense continuó con los elogios en público a algunos de los presentes. Parece que Diego Bossio va a tener un rol relevante si el peronismo continúa en el poder, al igual que el propio Zannini, otro que recibió también adhesiones públicas de algunos de los presentes. Hasta fin de año, el “Chino” será el hombre de la lapicera, el que firma decretos, decide políticas del Gobierno y es el hombre de confianza de la presidenta de la Nación, pero como es un cuadro político, ya comenzó a ponerse el traje menos vistoso, pero no menos importante, de vicepresidente y responsable de la transición entre el kirchnerismo y el sciolismo.

Pero, además de la vuelta del viejo folklore, también reapareció en escena la liturgia del peronismo tradicional. La foto de Scioli -“primus inter pares”, heredero en esa difícil categoría de Néstor Kirchner, que la había dejado vacante al fallecer-, ubicado en el centro del escenario con los otros 13 mandatarios provinciales en sus flancos es casi una postal del peronismo pos-Perón. Antes que Kirchner, el jefe de la Liga de los Gobernadores fue Carlos Menem, en tanto que antes del riojano todos -Deolindo Bittel, Ítalo Luder, Herminio Iglesias, entre otros-, fueron “mariscales de la derrota”. Cuando se acabó el tiempo de Menem, Eduardo Duhalde ejerció un efímero liderazgo que culminó el 25 de mayo de 2003 cuando Kirchner se convirtió en el nuevo jefe del peronismo.

Desde el 27 de octubre 2010, el peronismo -pero no la Liga de Goernadores- fue liderado por Cristina Fernández, con quien todos los oradores del viernes último se alinearon claramente, sabedores de que el kirchnerismo culminará su etapa gubernamental el 10 de diciembre próximo, aunque persistirá como línea interna del peronismo. En esta ocasión, no sucederán las traumáticas transiciones que fueron norma desde el regreso de la democracia, en las que campeaban los saqueos, la represión y las operaciones contra la moneda nacional, en un cóctel discepoleano en el que se mezclaban los punteros del conurbano, los policías que apuntaban contra la dirigencia política y radicalizaban la represión para obligarla a negociar y los buitres de las finanzas internacionales, que veían en los cambios de gobierno una oportunidad para engrosar sus faltriqueras.

Entonces, de ahora en más será el tiempo de Daniel Scioli, que intentará suceder a la actual jefa de Estado y, si lo logra, habrá roto la maldición de los gobernadores bonaerenses, de los que jamás ninguno llegó a ocupar la presidencia de la Nación.

Te puede interesar

Qué se dice del tema...