La pregunta más formulada desde las primarias del 9 de agosto pasado es si habrá o no algún tipo de acuerdo entre Cambiemos y el massismo en pos de evitar el cuarto período presidencial consecutivo del kirchnerismo.
Dado que el massismo está prácticamente reducido en su masa crítica a la Provincia (su bastión electoral y donde consiguió casi la mitad de sus votos en las PASO), cualquier tipo de acercamiento o pacto con el Pro tendrá como tablero de operaciones el territorio bonaerense. Especialmente, las intendencias, que es donde más sufren los dirigentes del FR el derrumbe de su líder.
Fuentes de la cúpula del PRO bonaerense aseguraron que “faltan 30 días para que haya cualquier definición, se deben esperar ante todo nuevas encuestas que reflejen el impacto de las PASO y de las inundaciones en el electorado”.
“Los acuerdos por abajo (no electorales) a nivel municipal dependen de muchas cosas, no se sabe cuánto pueden convenir porque ayudar a un massista a ganar en un municipio no nos lleva a sumar más votos en lo nacional”, explican. Es que en Cambiemos van por el premio mayor y los desvela la tracción en octubre que pueda asegurar el pase al balotaje y mayor cantidad de diputados en el Congreso, mientras que en el massismo la satisfacción pasa por perder la menor cantidad de municipios posibles.
“Siempre hay diálogo entre las dos partes, lo que no significa que haya definiciones de nada”, señalan en PRO, y consideran que si la polarización empieza a rendir como esperan, “los intendentes massistas se acercarán solos”, sin necesidad de irlos a buscar. En tanto, desde el FR mantienen silencio sepulcral y niegan todo tipo de contacto.
Vale recordar que Cambiemos ganó 62 de los 135 municipios de la Provincia, entre ellos los tres distritos más grandes fuera del conurbano: Mar del Plata, La Plata y Bahía Blanca, además de retener Vicente López y San Isidro y de estar a un punto del batacazo en Tres de Febrero. Mientras tanto, el massismo sólo se impuso en Tigre y San Fernando, dejándole un agrio sabor a los leales De la Torre (San Miguel), Mario Meoni (Junín) y Carlos Selva (Mercedes), entre otros.
Allí es la grieta por la cual puede colarse un acuerdo entre ambas partes, que por cuestiones legales ya no podría ser electoral sino táctico y de praxis. Una de las opciones que se baraja es, con el visto bueno de las cúpulas partidarias, ayudarse mutuamente para ganar más distritos, cooperando en forma coordinada.
En crudo realismo, y a través del reparto de boletas y la asistencia en la fiscalización, Diego Valenzuela podría, por ejemplo, recibir una ayuda massista para darle una estocada a Hugo Curto en Tres de Febrero, mientras que en San Fernando podrían ayudar a Andreotti mantener el distrito invisibilizando al concejal Alex Campbell, candidato a intendente.
El riesgo para las respectivas jefaturas de campaña es que, ante la pasividad, por abajo comiencen a gestarse pactos inorgánicos acotados a los terruños en juego. Los días pasan y septiembre se proyecta como un mes de transición hacia un escenario aún incierto.