Mucho se ha dicho y escrito sobre el futuro del kirchnerismo nacional a poco del “fin de ciclo”. En diciembre, entre Néstor y Cristina Kirchner, se habrán cumplido 12 años al frente del gobierno nacional y aunque resulte electo el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, el panorama político cambiará drásticamente.
Ese nuevo clima, que se impartirá desde la Casa Rosada, llegará a todos los rincones del país, incluida la Capital Federal. Y allí, particularmente, la Cámpora juega una interna en sordina que viene de larga data. En un primer momento, la organización que lidera Máximo Kirchner vivió al compás del tire y afloje entre los diputados nacionales Juan Cabandié y Andrés “Cuervo” Larroque. Ambos luchaban por ser jefes del distrito.
Sin embargo, en la última elección a jefe de Gobierno porteño, las cosas cambiaron cuando se decidió que el candidato por el oficialismo fuera el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde. Pese a no tener una gran performance (lejos del piso que solía cosechar Daniel Filmus), el hijo del diputado nacional Héctor Recalde se posicionó en la Ciudad y ahora disputa el liderazgo porteño con Cabandié.
Hasta ahí lo que ocurre con la Cámpora “porteña”. Ahora, dentro de la cosmogonía peronista, también están el PJ oficial, que lidera el sindicalista Víctor Santa María, y el “sciolismo”, encabezado por el ex vocero de Daniel Scioli y actual presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni.
La torta, entonces, se divide en tres. En rigor de verdad, se parte en dos…al menos por ahora. Es que el sciolismo, hasta nuevo aviso, y esto es si Scioli finalmente se convierte en el próximo presidente argentino, no se sienta a la mesa. De hecho, esto quedó más que claro cuando Marangoni intentó presentarse como precandidato en la interna oficialista para las PASO porteñas y lo obligaron a bajar toda su lista a último momento, a pedido de la propia Presidenta y por la presión que ejercieron tanto el PJ como la Cámpora.
Es decir, sectores fuertes hay dos. Además, está visto que la Cámpora, a través de Recalde, tiene gran afinidad con Santa María. Para muestra sobra un botón: Santiago Carreras, militante de la agrupación K, es el compañero de fórmula del presidente de PJ porteño para las próximas elecciones en Boca Juniors (que se disputarán en la primera quincena de diciembre).
Santa María, entonces, aguarda expectante a quién de los dos, Recalde o Cabandié, terminará bendiciendo Máximo Kirchner. En definitiva, Santa María quiere saber con quién trabajará en el distrito (dónde volcará su estructura sindical y la del Partido Justicialista) porque pese a tener buen diálogo con Scioli, no está en buenas migas con su jefe de Gabinete, Alberto Pérez.
Así y todo, el titular del Suterh ya tiene todas sus fichas puestas en Recalde. Vale decir que Carreras, quien lo acompaña en su aventura en Boca, fue -ni más ni menos- el jefe de campaña del titular de Aerolíneas en su última elección.
Y todo parece indicar que el titular del PJ habrá jugado a ganador, ya que la mayoría da por descontado que será Recalde quien resulte ganador de la interna que atraviesa la Cámpora.