Alrededor de 1500 personas asistieron al acto que el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, realizó el jueves por la noche en la sala A/B del Centro Cultural San Martín.
Durante su discurso, Kirchner se mostró firme en algunos planteos. Responsabilizó al ex presidente Carlos Menem de la situación actual de la Argentina y aseguró que no apoyará su candidatura. En materia económica, abogó por una salida del denominado "pensamiento único neoliberal" y por la aplicación de medidas keynesianas para resolver la crisis. También les apuntó a las AFJP y manifestó la necesidad de solucionar los problemas en los que está inmerso el sistema jubilatorio.
En el acto estuvieron presentes los diputados porteños Alberto Fernández, Julio Vitobello, Jorge Argüello, Silvia Gottero (todos del Bloque Justicialista) y Juliana Marino (del Peronismo Independiente). Previo al discurso, se realizó una mesa de debate en la que participaron Julio Bárbaro, Alejandro Amor, Norberto Ivancich y Alberto Fernández. Aunque estaban invitados, no participaron ni el secretario de Desarrollo Económico, Eduardo Hecker, ni el presidente del Banco Ciudad, Roberto Feletti. Ambos hicieron saber antes del encuentro que se encontraban con problemas de agenda, en tanto que desde el kirchnerismo le restaron importancia al faltazo, aclarando que no se trataba de ningún problema ideológico. Sin embargo, sus ausencias llamaron la atención, si se tiene en cuenta el declarado interés que el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, tiene en acercarse a otras fuerzas que le aseguren la reelección. Precisamente este viernes, la Mesa Nacional del Frente Grande expresó su voluntad de acuerdo con el kirchnerismo, el ARI, los socialistas y la CTA.
La transversalidad no fue el eje de la alocución de Kirchner -que se centró en su propuesta- aunque resaltó la necesidad de generar un amplio consenso para la aplicación de una nueva política. También exigió que las próximas elecciones internas sean abiertas, simultáneas y, especialmente, obligatorias. Fundamentó esto último afirmando que ésa era la única posibilidad de evitar la influencia de los aparatos partidarios y de legitimar, de esta manera, a los candidatos que competirán en la elección general.