¿Cuáles serían las verdaderas razones por las que Scioli no querría ir al debate con el resto de los candidatos presidenciales?
Desde su entorno, y él mismo, ahora aducen que hace falta una ley nacional que establezca un reglamento para la discusión, pero, curiosamente, el proyecto que piden ya está en la Cámara de Diputados desde hace meses y si no sale es porque lo impide el oficialismo, ellos mismos, los legisladores del Frente para la Victoria, por orden “de arriba”. La excusa no sirve.
Para Argentina Debate, la entidad organizadora, las declaraciones de los funcionarios kirchneristas y la indefinición del propio Scioli fueron una sorpresa de último momento, porque los asesores del gobernador bonaerense que participaron en los detalles del debate jamás demostraron disconformidad.
Nos queda suponer, entonces, que Scioli también recibió una orden “de arriba” que lo descolocó, porque él pensaba presentarse a dar la discusión. Y entonces podemos plantearnos otro interrogante, ¿puede alguien gobernar el país con autoridad si durante la campaña no tiene siquiera la autonomía para decidir algo tan sencillo como ir a un debate?
Si el candidato no asiste habrá faltado a su palabra y también el respeto a la ciudadanía por la expectativa que generó la realización del primer debate presidencial en la Argentina.
Y si se trata de una decisión exclusivamente suya de último momento, entonces podemos suponer que se le hace cuesta arriba la tarea de defender concretamente los índices de inseguridad, de inflación, de pobreza y la torpeza en el manejo de la Economía, siendo que él se presenta como el continuador del modelo kirchnerista.
Cualquiera sea el motivo, es un mal comienzo para alguien que quiere ser presidente de la Nación.