“Está muy nervioso porque va a perder la mayoría y sabe que si podemos le hacemos juicio político. Por eso reacciona así”, dijo a Noticias Urbanas uno de los jefes del massismo en San Isidro cuando fue consultado por su opinión con respecto a por qué la disputa con Gustavo Posse llegó a tal nivel de confrontación que hasta terminó judicializada.
A fines de septiembre, el municipio dispuso un operativo policial en nueve puntos de San Isidro y en simultáneo, en el que se secuestró material de difusión al Frente Renovador, que lleva como candidata a la concejal Marcela Durrieu y cuya campaña conduce Sebastián Galmarini (suegra y cuñado de Sergio Massa).
El material secuestrado (afiches, cartelería, etc) fue parcialmente devuelto y hubo una denuncia por abuso de autoridad. A fines de mes volvió a ocurrir algo similar, esta vez también secuestrando mesas partidarias y sombrillas, además de 70 carteles. Ante el reclamo del massismo en la justicia, este fin de semana se conoció la resolución del juez Laureano Durán del juzgado federal Nro 1 con competencia electoral, en el que dictó la medida cautelar contra el secuestro de material de difusión y la devolución de lo incautado.
Los Durrieu-Galmarini, oriundos de San Isidro, mantienen un histórico enfrentamiento con el possismo desde los años ’70, el cual tuvo su trasvase generacional. El “Pato” Galmarini y Marcela Durrieu contra Melchor Posse (ya fallecido), y en la actualidad se acoplaron Sebastián y Malena (hijos de los primeros) contra Gustavo (hijo del legendario intendente).
Pero la historia no alcanza para explicar esta escalada. Desde el massismo, que obtuvieron el tercer lugar en las PASO con casi el 10% (Posse obtuvo el 28%, al disputar una competitiva primaria con el macrista Guillermo Montenegro), aseguran que la virulencia del intendente es porque necesita mejorar su performance electoral, a sabiendas que en diciembre próximo en el HCD puede tener una correlación de fuerzas adversas.
“Nos ataca porque tiene miedo de lo que viene. Si los resultados no cambian, en diciembre controlará a 10 de los 24 concejales solamente, y él sabe que puede quedar a tiro de juicio político”, explica sin eufemismos uno de los renovadores con ganas de desbancar a Posse.
El quid de la cuestión es que tras romper con el Frente Renovador, Posse debió aceptar a regañadientes para ingresar a Cambiemos la interna con el ministro porteño Guillermo Montenegro, que ya hacía meses se había lanzado en San Isidro. El frente del PRO-UCR-CC arrasó en el distrito con 58,5%, repartidos 6 de cada 10 a favor del intendente y luego casi 40% para Montenegro (el candidato de Elisa Carrió obtuvo escasos votos).
Pero la buena performance de Montenegro hizo que la lista de concejales deba ser repartida, y si repiten los resultados, ingresarán en diciembre próximo dos concejales del PRO que Posse, al menos por ahora, no controla, y que están por afuera de su coalición municipal, llamada Acción Vecinal. De allí que, tal vez, el imbatible jefe comunal no tenga quórum propio y con eso, todos los dolores de cabeza que acarrea.
Para dar vuelta ese destino, Posse debe hurgar en el electorado opositor para aumentar el ingreso de concejales leales, y por ello sería la embestida final para la boleta de Durrieu, quien junto con su hijo son los más duros opositores que tiene Posse en el distrito. Por ahora, volvió la calma, aunque restan 20 días de campaña.