El fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente, sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo
— Humberto Eco
Nadie esperaba en Occidente que la aviación militar rusa atacara el sistema de abastecimiento, de comunicaciones, los depósitos de armamento y las infraestructuras terroristas justo el pasado 30 de septiembre, cuando Putin autorizó las acciones militares en Siria.
La histeria de los globalizadores de Washington y sus lacayos de la OTAN, Arabia Saudita, Catar y Turquía no se dejó esperar. Ante el asombro del mundo que aplaude las acciones rusas, todos ellos acusaron inmediatamente a Rusia de propiciar un nuevo derramamiento de sangre en el Medio Oriente y traer más violencia a Siria. The Wall Street Journal por encargo de Washington acusó a Rusia de bombardear a “Our Good Guys Terrorists” (“Nuestros Buenos Chicos Terroristas”). Así mismo, el Departamento de Estado expresó su preocupación por el destino de sus “terroristas moderados” en Siria, entrenados y armados por la CIA, Mossad y el Pentágono. Para el presidente Barack Obama estos “moderate folks” son simples “rancheros, farmacéuticos, doctores o posiblemente reporteros de radio sin experiencia en guerra”… y que “Rusia está haciendo el Estado Islámico más fuerte al decapitar las fuerzas moderadas”.
Lo curioso fue cuando un día antes de la destrucción del hospital de los Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz (Afganistán) por los aviones norteamericanos, el Departamento de Estado advirtió al Kremlin que los ataques de los aviones rusos producirían muchas víctimas civiles. Todo resultó al revés. Durante el bombardeo norteamericano que duró 30 minutos el único hospital en Kunduz, cuyas coordenadas sabía perfectamente el Pentágono, fue destruido. Murieron durante el ataque 12 médicos y diez pacientes, entre ellos tres niños. Los dirigentes del MSF ya acusaron al gobierno norteamericano por este “crimen de guerra” ante las Naciones Unidas.
Con una simple excusa Washington puso fin al incidente concentrando todos sus esfuerzos en encontrar una posibilidad para proteger a sus alumnos pertenecientes a las supuestas “fuerzas de terroristas moderados” sirias. Muchos periodistas e investigadores independientes trataron en vano de encontrar a estos miembros de la “oposición moderada” en Siria. El periodista irlandés Patrick Cockburn, autor del libro “The Rise of Islamic State”, afirmó durante una reciente entrevista con The Real News Network que los “moderados rebeldes sirios” a los que se refiere el presidente Obama permanentemente, “en realidad no existen, nadie los puede encontrar en el mapa. La mayor fuerza militar en Siria es el Ejército Sirio y la mayor fuerza de oposición es el Estado Islámico” y otros grupos yihadistas como Jabhat al-Nusra y al Qaeda.
La idea de Washington, que los “moderados rebeldes” sirios entrenados por EEUU, Arabia Saudita, Israel, Turquía y Catar serán capaces de luchar contra el feroz EI y el ejército sirio bien armado creyendo en su victoria es un cuento de hadas creado por la fantasía de los halcones iluminados norteamericanos y que es prácticamente imposible de aceptar usando una simple lógica. Actualmente el término de los “moderados rebeldes” incluye a los yihadistas de al-Qaeda y a los terroristas al-Nusra, ambas organizaciones ligadas estrechamente al Estado Islámico.
Los otros “moderados” entrenados por EEUU incluyen al Frente Islámico que es una organización salafista compuesta por 11 brigadas siendo la más grande y de mayor fuerza Ahrar al-Sham que está luchando contra el régimen de Asad en coordinación con al Qaeda quienes pasaron de ser los “demonios del 11 de setiembre a chicos moderados” para los propios norteamericanos que los acusaron de ser autores de la caída de las Torres Gemelas en Nueva York. El Movimiento Hazm, también considerado por Washington entre “los moderados” es otra ramificación junto con sus 12 brigadas como un aliado incondicional de al Qaeda. Lo mismo sucede con la Legión de Sham y sus 19 grupos. En realidad los “terroristas moderados” no existen ni en Siria ni en Irak. Lo confirmó también el famoso periodista Pepe Escobar especialista en el Medio Oriente al afirmar hace poco que “los que conocen realmente lo que está pasando en Siria e Irak, saben perfectamente que la oposición moderada no existe allí”. Lo que sí existe y domina la situación es el poderoso y sangriento Estado Islámico: el moderno Frankenstein norteamericano decapitador y asesino en masa, destructor de la cultura y la historia a su paso por cada pueblo que pasa y por órdenes de los globalizadores tal como sucedió recientemente en Palmira. Ellos fueron formados con el propósito especial de fortalecer el dominio estadounidense en el Medio Oriente y proteger a Israel del chiismo de Irán.
El periódico paquistaní The Express Tribune, auspiciado por The New York Times reveló el 28 de enero pasado que el Estado Islámico fue la creación de la CIA-Mossad-MI6 (Inteligencia Militar, sección 6 parte del Servicio Secreto de Inteligencia) de los cuales recibe las finanzas y el apoyo militar. El líder del Estado Islámico Abu al-Bagdadi es un mujahidín entrenado por la MOSSAD, siendo su nombre real Eliot Shimon- hijo de padres judíos. En las 1,7 millones de páginas de información revelada por Edward Snowden se afirma que el Estado Islámico fue formado como “una organización terrorista capaz de afectar con sus acciones a todo el mundo” usando la estrategia llamada Hornet’s Nest (Avispero) designada a proteger, usando el Estado Islámico, a Israel. Su idea consiste que la única solución para lograr este objetivo es “crear un enemigo cerca de las fronteras de Israel”.
Según sus creadores y auspiciadores, el Estado Islámico también es un instrumento de los globalizadores tanto neoliberales como neoconservadores para desestabilizar países, hacer crecer la fobia anti islámica, aumentar las ganancias del complejo industrial — militar, justificar la guerra “permanente preventiva” y crear las condiciones para la expansión de Israel y fortalecer la hegemonía norteamericana. No hay que olvidar que durante los últimos 40 años, Washington trató de terminar primero, con el poder de Hafez Asad (el padre del actual presidente) y actualmente con el régimen de Bashar Asad debido a la amistad de ambos líderes con la Unión Soviética y ahora con Rusia.
Lo que aspiran Estados Unidos y sus satélites es balcanizar a Siria e Irak y crear un califato sunita en la región bajo el dominio norteamericano. El memorándum de la Agencia de Inteligencia Militar estadounidense (DIA) 14-L-0552/DIA/287 indicaba que “hay una posibilidad de establecer un principado salafista declarado o no declarado en el este de Siria (Hasaka y Der Zor) y esto es lo que EEUU y sus aliados quieren, que haya oposición para abolir el régimen de Siria considerado el bastión estratégico para el chiismo en Siria…son pasos necesarios para unificar el yihad de los sunitas iraquíes y sirios con el resto de los sunitas en el mundo la árabe”.
Así es la estrategia norteamericana. Al invadir Irak destruyeron todas las organizaciones sunitas para llevar al poder a los chiitas, después empezaron a comprar a los líderes sunitas y apoyaron su lucha contra los chiitas. Ahora están utilizando a los sunitas del Estado Islámico, de al Qaeda, al Nusra y sus grupos afiliados en la lucha contra los alawitas y chiitas en Siria. A los globalizadores no les interesa el sufrimiento del pueblo sirio que ya perdió 250.000 de sus ciudadanos durante estos cuatro años de la guerra y que la mitad de los 22 millones de habitantes de Siria están desplazados (siete millones) o refugiados (cuatro millones). Para lograr el dominio total de la región están proyectando unos 20 años de lucha entre 20 millones de sunitas y 100 millones de chiitas en todo el Medio Oriente, abarcando posteriormente a Rusia y la Unión Europea.
La intervención de la aviación militar rusa en Siria está haciendo fracasar sus planes. Están tratando de “presentar a Rusia como un país agresor y a Putin como un nuevo Hitler, distorsionando la información y convirtiendo la verdad en la mentira y viceversa. A la vez están ocultando el hecho de que durante un año la aviación militar de EEUU y sus aliados realizaron, según los datos del Pentágono, 6.000 ataques contra las posiciones del Estado Islámico sin afectar ni siquiera en términos mínimos su expansión en Siria e Irak. Pero sorpresivamente y a pesar de la sofisticada información de inteligencia que poseen ni el Pentágono, ni la CIA, MOSSAD, ni MI6 vieron a 700 camiones cargados de armamento que entraron el 18 de setiembre pasado a Raqqa, la capital de facto del EI.
Recientemente el primer ministro libanés Tammam Salam declaró que “no hay seriedad en la guerra de EEUU contra el Estado Islámico. Su objetivo en realidad no consiste en la eliminación del EI, sino en el reforzamiento de su presencia”. El analista del think tank conservador Brookings Institute, Tony Cartalucci, señaló que “el gol es dividir, destruir, ocupar la nación soberana miles de millas distante de las costas de EEUU”. Para el director de la publicación Global Research, Michael Chossudovsky, “el EI no es el blanco de los ataques, sino al revés. Los ataques aéreos norteamericanos están destinados a destruir la infraestructura de Irak y Siria. Lo mismo sucedió en Irak, Afganistán, Libia y antes en Yugoslavia”.
Frente a esta hipocresía no le quedaba otro camino al presidente sirio Bashar al-Asad solicitar la intervención rusa para tratar de prevenir el aumento del derramamiento de sangre en su país. Ha sido su única esperanza invocando la historia cuando en 1946 Moscú ayudó a consolidar la independencia de Siria y en 1950 ambos países firmaron un Tratado de no Agresión. Desde aquel entonces primero, la URSS y posteriormente, Rusia, inclusive durante la perestroika, siempre mantuvieron la amistad, recibiendo los militares sirios adiestramiento en Rusia.
Tampoco faltaron los rusos ahora dando su apoyo militar a Siria. Resulta, según la prensa norteamericana, que en una semana de ataques aéreos contra el EI, al Nusra, al Qaeda y sus ramificaciones, los rusos hicieron más daño a estas organizaciones terroristas que los aviones militares del Pentágono durante un año. Lo gracioso es que los yihadistas sorprendidos, expresaron su indignación y el descontento por la actuación rusa en estos siete días mientras guardaron silencio durante un año sobre los supuestos bombardeos norteamericanos contra sus posiciones.
La misma indignación expresaron Estados Unidos, Alemania, Francia, el resto de los países miembros de la OTAN, Turquía, Catar, etc. Todos ellos pronosticaron un fracaso rotundo a Rusia en Siria. Arabia Saudita llamó inclusive a un yihad sunita (guerra santa) contra Rusia en su propio territorio apelando a los sunitas rusos que son la mayoría de la población musulmana en este país y anunció su disposición de desatar una violenta ola terrorista contra los rusos en todo el mundo e intervenir militarmente en Siria. Por supuesto, todas estas declaraciones son pura retórica de su actual rey Salman bin Abdulaziz quien ha perdido todo contacto con la realidad. La economía de Arabia Saudita está acercándose a la crisis debido a la caída del precio de petróleo, los billones de dólares que Arabia Saudita gastó en el Estado Islámico y su intervención militar en Yemen que agravó la situación en aquel país. Teniendo en cuenta el llamado de Arabia Saudita a sus seguidores a iniciar una ola terrorista a nivel mundial, es prácticamente imposible comprender la actitud de las Naciones Unidas que en estos días nombró a Arabia Saudita ¡Defensora de Derechos Humanos!
Parece que el mundo está de cabeza y el único país que está actuando con lógica es Rusia al oponerse decididamente a la política de caos impuesta por Estados Unidos en el Medio Oriente. Al intervenir en Siria, el presidente ruso Vladimir Putin mostró el verdadero carácter de su pueblo y su sabiduría en el ajedrez al intervenir en el actual enfrentamiento geopolítico y económico con EEUU y sus peones de la OTAN, Catar y Arabia Saudita, mientras Barack Obama prefiere jugar damas. Por algo cada país tiene su gusto y sus costumbres. Así son las cosas. Lo más importante es que la paz retorne al sufrido pueblo de siria.
Dijo alguna vez Friedrich Nietzsche, “una alianza es más sólida si los aliados, más bien que conocerse mutuamente, creen los unos en los otros”. La mayoría de los sirios creen en los rusos y el pueblo ruso está de acuerdo con su gobernante. En estas condiciones la lógica de la paz debe triunfar.
(*) Nota publicada en Sputnik.