No hay duda que empieza una nueva etapa también en lo que respecta a la comunicación en la Argentina. Aire fresco para los medios. Todos los medios de comunicación periodísticos fuimos prejuiciados, atacados, perjudicados y engañados en los desacuerdos planteados en estos últimos años del gobierno de la doctora (como suele nombrarla Asís) y sus chicos traviesos (custodios de las cajas políticas) del estado nacional.
No pienso acá referirme en términos teóricos y académicos (no es la especialidad de la casa) a las fallas de la discrecionalidad brutal con que desempeñaron sus tareas los señores que estuvieron a cargo de la pauta oficial en los últimos años del gobierno de Cristina, o sea los señores Alfredo Scoccimarro (actual secretario de Medios) y el joven Hernán Reybel Meier (subsecretario de Comunicación pública), éste ultimo íntimo amigo de Máximo Kirchner desde su Río Gallegos natal.
Salvando los pasos iniciales de José “Pepe” Albistur, en el gobierno de Néstor, el fin de ciclo vino plagado con lo peor y lo más horrible en nombres, políticas y resultados.
Los más de 700 millones que se repartían por vía institucional desde ese despacho tuvieron ese manejo. Fuentes de Casa Rosada contaban que en el caso de este chico Reybel ante cualquier propuesta que llegaba preguntaba quién se hacía responsable de ese gasto. No había que medir calidad, contenidos ni nada que tuviera que ver con la idoneidad, sólo importaba quién habilitaba con su palanca camporista la erogación solicitada. Y los habilitados eran muy pocos: no más que la conducción nacional de los “jóvenes maravillosos”. Y eventualmente algún ministro o jefe parlamentario que tuviera el OK desde Santa Cruz. Demasiado estrangulado el camino de tanta plata.
Para estos muchachos vaya la condena de todos aquéllos a los que les fallaron, o sea a casi todos, la de todos los acuerdos que no cumplieron, la condena de la práctica perversa e inútil a la luz de los resultados, estúpida si se la mira en la construcción de algo que se derrumbó mal, deshonesta con el derecho de la gente a ser informada, cómplice de los delitos que no quiso informar, y de garca cuando de compañeros se trata. Si la pregunta es si va a haber revancha, quizás la merezcan. Por estafadores seriales, vaya un nunca más para ellos también.
La novedad es que ahora hay nuevo gobierno y nueva conducción. Desde el gobierno de la Ciudad esta Productora recibió un trato adecuado, normal, sin ningún privilegio para la propuesta y tamaño, y pudo manejarse con absoluta libertad. Se criticó y se critica sin previo aviso a los dirigentes y funcionarios del PRO como debe ser en cualquier medio de información.
Marcos Peña -el nuevo jefe de Gabinete- fue todos estos años el garante de esa política que esperamos continúe, ya que los medios medianos no somos Clarín para bancarnos solos y no tenemos ganas tampoco de empezar a ser miopes a la hora de ver la realidad. Un lujo es la designación de un periodista excepcional e intachable de los quilates de Jorge Grecco, alguien que no sólo no es un desconocido como Reybel, sino que resulta difícil que alguien del medio no lo conozca. No es un tema ideológico, es de sensatez, de ser buena gente, de revivir cuando llegan a puestos de poder viejos compañeros de trabajo y también alegrarse cuando se van como ratas los garcas amigos del pingüinito.