El peronismo se debate en una discusión interna de la que no va a salir en el corto plazo. Es más, por las señales vertidas en los primeros meses del año, el golpe fue demasiado fuerte para reordenarse rápido. A ello se le suma el maltrato impiadoso al que fueron sometidos los gobernadores, senadores, diputados y dirigentes en general por Cristina y los pibes de la Cámpora.
Y todo tiene su vuelto. Ahora los gobernadores son los que mandan a pesar de las diferencias internas. Ni el tsunami que se desató sobre Mauricio Macri, el Panamá Papers podrá hacer que el poder vuelva a recostarse aunque sea mínimamente donde estuvo los últimos ocho y para ser más exactos, los últimos cuatro, donde ya sin Él, los pibes y Ella fueron por todo. Porque la “orga” no mide más en los cambios políticos, no da la talla ni el número.
La gente común no está bien. Es más, está bastante mal. Los últimos ajustes y la inflación generaron un clic, un cambio de humor fácilmente detectable a partir de su adicción lógica a lo conocido y el miedo al salto al vacío. Es como que el cierre casi definitivo con los holdouts es lo último que “comprará” barato Macri durante su gobierno. Se acabó la luna de miel apenas pasados los cien días. Normal.
El peronismo, esa cosa rara argentina por lo que interrogaron a Macri los líderes mundiales apenas asumido en Davos, siempre está y ahora no es la excepción. Una parte acompaña, otra no y otra mira con cierta tranquilidad cómo van saliendo los primeros experimentos de la libertad en todo sentido. Incluso la de de recibir a Barack Obama como un héroe en el país más antinorteamericano de Sud América. Macri también, como los pibes va por todo, pero su plan es algo más ambicioso que el control de todas las cajas políticas del Estado. Macri no quiere robarse todo del Estado como hicieron los jefes pibes , Lázaro, Cristóbal y toda la banda que desfilará esta semana por Comodoro Py, Macri quiere ponerlo en un lugar que nadie conoce bien cómo es ya que nunca se ha llegado ahí desde la política tradicional. Y mucha deuda con destino incierto de pago. Difícil pero… va. Veremos.
La contención en el camino para los de a pie la componen las CGT en todas sus terminales y su capacidad de daño, la Iglesia con un líder inigualable como el Papa Francisco y su cara de culo para él, y los medios de comunicación que vienen mirando de reojo, desde Clarín -con miedo a Ted Turner- hasta los más chicos con miedo a fundirse. Son las tres patas del aguante popular en todas sus clases, cada sector defiende a la suya.
La política sigue su camino y los peronistas por ahora y a pesar de la cercanía de las elecciones internas, no tienen muy claro el camino. La mayoría sabe lo que no quiere, que es todo lo que tenga que ver con La Cámpora pero no saben bien cómo salir por la positiva. La cuestión es que mientras el mapa siga así los gobernadores serán los que tengan la llave que te abre el camino la mayoría necesaria cuando el Congreso deja de ser una escribanía.
Y cuál superhéroe, con su capa de oveja rionegrina ya gastada de tantas batallas, aparece Miguel, como se lo conoce en el recinto de los Padres de la Patria. Sí, Miguel es Pichetto, “la garantía de la unidad en la diversidad”, el profesional que entiende de estas cosas cuando si se equivoca el camino el golpe puede ser fuerte. El que ahora “volvió a decir lo que piensa”, ese que acaba de ser nombrado por todos los gobernadores Gerente General de las Provincias Unidas Peronistas.