A pesar de la adversidad que le trajo una derrota que parecía que no iba a ser tal; a pesar de la dispersión que provocó esa misma adversidad y contra todos los pronósticos, el peronismo una vez más resurgió del fuego como el Ave Fénix y comenzó a transitar el lento camino del resurgimiento, que aún llevará, como mínimo, unos meses más.
Evaluando el acto de la noche del martes en el Teatro Avenida, sumándolo luego al acto que organizó el Movimiento Obrero el viernes último por el Día del Trabajador, se podría decir que el regreso empieza a tomar forma. Para colmo, la expresidente Cristina Fernández de Kirchner comenzó también su camino de vuelta, por lo que los dos brazos de la pinza ya están apretando de nuevo. Con esta resurrección, el peronismo comienza a desandar el camino de la diáspora y comienzan a avecinarse los tiempos del conflicto si el Gobierno nacional insiste con la política económica que está desarrollando.
La clave del acto del Teatro Avenida está en lo que funciona tras las bambalinas, mucho más que lo que se vio en el escenario. La conducción de Gioja y Scioli es, en realidad, la expresión de una transición ordenada, mucho más que una vía para construir “masa crítica”. Los dos son exgobernadores, lo que significa que formaron parte de la Liga que maneja el verdadero poder político dentro del peronismo, que no se maneja con “romanticismo declaracionista”, sino con poder territorial. Los dueños del territorio son los dueños del partido, en el que la escalera comienza en el peldaños del poder barrial, luego sube hasta el poder municipal y luego al poder provincial. Todos estos exponentes construyen después el poder nacional del partido más grande de Latinoamérica y uno de los más fuertes del mundo, que aún así pierde elecciones en circunstancias de dispersión interna.
En el Teatro Avenida se dieron cita peronistas de todos los sectores, incluso algunos que estaban alejados de las filas del partido.
José Luis Gioja, un hombre dialoguista y de consenso, lo mismo disparó con dureza contra el Gobierno nacional. “No nos gusta la revolución de la felicidad, nos gustan los bifes como corresponden y que se respeten los derechos de los trabajadores”, advirtió, adelantando el tono que adoptará la confrontación con Cambiemos de aquí en más.
Además, la convocatoria incluyó un llamado para que “vuelvan todos los que quieren volver”. “Aceptamos las críticas, pero no vamos a dejar de convocarlos y de dialogar. Queremos trabajar para que el año que viene haya mayoría de legisladores justicialistas, y que en 2019 el presidente sea peronista”, adelantó la agenda del futuro inmediato Gioja.
El llamado incluye a todos los que se alejaron en los últimos doce años y, en especial, a contener a todos los que están, para que no exista una nueva diáspora, en especial de los seguidores de Cristina Fernández de Kirchner, que son muchos. Este objetivo guardó la reivindicación de Néstor Kirchner, que fue recordado como “uno de los mejores presidentes de la historia argentina”. Otros destinatarios del llamado fueron Sergio Massa y algunos mandatarios provinciales, como su compañero de andanzas, José Manuel de la Sota.
Luego fue el momento de referirse al Gobierno y ahí no se ahorraron verbos, aunque, con sensatez no hubo demasiados adjetivos. “Cuando hablan de cepo laboral se me paran los pelos. Nosotros queremos un cepo a la desigualdad, un cepo a la marginación, un cepo a los que no saben hacer política y se dedican solamente a hacer números”, exclamó Gioja, ante un auditorio jubiloso. Es que los peronistas, cuando huelen la batalla, encuentran su razón de ser, concientes de que la Justicia Social sólo es posible en la pelea y no en la resignación.
Finalmente, Gioja arengó con un contundente “nunca hemos sido un colegio de señoritas, somos un partido popular”, para la algarabía de su público, que estalló en cánticos y aplausos.
Hubo seis gobernadores presentes en el tradicional recinto de Avenida de Mayo 1222: Juan Manzur (Tucumán); Rosana Bertone (Tierra del Fuego); Gildo Insfrán (Formosa); Lucía Corpacci (Catamarca); Juan Manuel Urtubey (Salta) y Domingo Peppo (Chaco). Además hubo una gran cantidad de intendentes, en especial del conurbano bonaerense, como Walter Festa (Moreno); Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas); Gustavo Menéndez (Merlo); Verónica Magario (La Matanza); Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Mariano Cascallares (Almirante Brown).
Como dato de color, la mayoría de los miembros de la conducción se juntaron primero en la sede del PJ, en Matheu 130 y luego llegaron hasta el teatro en un micro.
Para la reflexión: casi todos los medios se empeñaron en destacar que el kirchnerismo está afuera de la construcción y que la expresidente quedó olvidada en el proceso político que vive el PJ, que está muy lejos de haber terminado. Más aún, apenas comenzó a precalentar, si se permite el término deportivo.
En el primer punto, nada puede ser menos exacto, puesto que entre los miembros de la conducción hay kirchneristas, no kirchneristas y antikirchneristas. Después de 12 años en el poder, es imposible que la actual conducción no contenga a dirigentes que hayan formado parte del gobierno y de la conducción anterior. De todos modos, es sano también que exista un proceso de renovación partidaria después de una derrota en momentos en los que había mucho para perder si ésta ocurría.
En el proceso que lleva a 2019 -el PJ mira al 2017 sólo como un peldaño para arribar a aquella fecha-, el peronismo necesitará de todos sus factores para desplazar a sus opositores, por lo que no podrá prescindir de nadie, ni siquiera de Cristina Fernández de Kirchner. Esta circunstancia generará polémicas, discusiones y decisiones que no siempre serán sencillas, pero hasta hoy la lógica de existencia del FPV está intacta, puesto que no existe una construcción política que sea capaz de reemplazar a esa alianza. Si el PJ armara otra que le permita llegar al poder en 2019, entonces recién allí se podrá hablar de la muerte del Frente para la Victoria.
Además, por si esta interpretación no fuera suficiente para definir el momento político del PJ, ni el kirchnerismo puede ganar una elección sin presentarse a ella aliado con el PJ, ni el PJ puede hacer lo propio en soledad. Esta mutua dependencia dará lugar en el futuro próximo a una serie de gambetas, contorsiones y reacomodamientos que generarán necesarias inquietudes. Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente, dicen los especialistas.