El club Central Ballester, que milita en la Primera “D”, homenajeará a los fusilados en José León suárez el nueve de junio de 1956 -está a punto de cumplirse el 60º aniversario- estampando en ella una imagen que muestra a un hombre con los brazos abiertos que es apuntando con armas desde ambos flancos y la consigna “A 60 años de los fusilamientos”.
Hay un fusilado que vive
El episodio, uno de los más sangrientos hechos represivos que se conocen en la historia argentina, sucedió casi un año después del derrocamiento de Juan Domingo Perón, cuando el general Juan José Valle encabezó un intento de asonada cívico-militar para reponer al líder en el gobierno.
Los servicios de inteligencia de la feroz Revolución Libertadora (un nombre paradojal, por donde se lo mire) detectaron los preparativos del intento, pero les permitieron seguir adelante con su plan a los conjurados. En el momento preciso, entonces, los agentes tomaron prisioneros a los militantes y fusilaron en el plazo de cuatro días, entre el nueve y el 12 de junio a 32 argentinos.
El hecho más notorio de estos crueles sucesos fue el fusilamiento de doce civiles en el basural de José León Suárez, de los cuales cinco murieron en el lugar y siete lograron escapar. Allí murieron Mario Brion, Nicolás Carranza, Carlos Lizaso, Francisco Garibotti y Vicente Rodríguez. Lograron escapar milagrosamente Julio Troxler, Reinaldo Benavídez, Horacio Di Chiano, Rogelio Díaz, Norberto Gavino, Miguel Ángel Giunta y, muy mal herido, Juan Carlos Livraga, que entró en la leyenda cuando Rodolfo Walsh lo llamó “un fusilado que vive” y escribió, sobre su testimonio, el libro Operación Masacre.
Otro fusilado que sobrevivió
Por suerte, los fusiladores argentinos no son los mejores en su metier de asesinos. El tres de febrero de 2011, policías bonaerenses dispararon contra una multitud de vecinos del barrio La Cárcova, de la misma localidad de José León Suárez, abatiendo a dos de ellos, Mauricio Ramos y Franco Almirón. Paradójicamente, el hecho es recordado hoy como la Masacre de La Cárcova, pero la paradoja no se detiene allí.
La segunda paradoja es la cercanía entre el escenario de ambos hechos. La última, que en La Cárcova también hubo “un fusilado que vive”, Joaquín Romero, al que uno de los policías intentó asesinar, sin lograrlo. El joven quedó malherido en el piso y luego fue uno de los testigos principales en el juicio contra los policías asesinos, lo cual hizo una diferencia enorme, ya que por la Masacre de 1956 jamás hubo juicio, ni acusación, ni condena. Sólo un libro ofició de tentativa de justicia y de reivindicación de aquellas víctimas del terrorismo de Estado.
El homenaje, a 60 años
A punto de cumplirse el sexagésimo aniversario de aquel asesinato, el diputado Leonardo Grosso (FpV-Santa Fe) propuso que el Congreso Nacional declare de interés el homenaje del Club Central Ballester a los fusilados de José León Suárez,bajo la consigna de repudiar “la violencia institucional de ayer y de hoy”.
Paralelamente, este jueves a las 18:00 se realizará un acto en la sede del Municipio de San Martín, en el que se presentará la camiseta del Club Central Ballester. El acto contará con la presencia de los familiares y los sobrevivientes de ambas masacres, la del basural y la del barrio La Cárcova.
Se descuenta además la presencia del intendente municipal, Gabriel Katopodis, del diputado Grosso, de los concejales Julián Ríos y Zulma Duette y de representantes de movimientos sociales y organismos de derechos humanos.