El nuevamente juez Carlos Mahiques pasará a la historia como el primer ministro que se va de los tres gabinetes que asumieron juntos tras la oleada ganadora de Cambiemos en la Nación, la Provincia y la Ciudad. Al renunciar a la cartera de Justicia bonaerense hizo debutar los reemplazos ministeriales en el oficialismo y disparó así todo lo que ello acarrea: mentiras, rumores y hechos políticos.
Oficialmente, Mahiques presentó su renuncia indeclinable a la gobernadora María Eugenia Vidal, en la que le agradeció su “confianza y estímulo en este tramo fundacional de su gestión” y dijo que su administración “sentó las bases para la impostergable reforma del Servicio Penitenciario bonaerense”, sin dudas una de las zonas más oscuras de la gestión provincial, con hacinamiento y denuncias de violaciones a los derechos humanos que el sciolismo nunca resolvió.
Mahiques, muy poco conocido para la opinión pública pero con cuatro décadas de trayectoria político-judicial, decidió volver a la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional, de la cual tenía licencia hasta el 10 de junio próximo. Licencia que, sugestivamente, no fue renovada tras su propio pedido.
El magistrado fue subrogante de la Suprema Corte provincial y durante su paso allí disparó una fuerte controversia por votar en contra de la realización de un aborto a una joven abusada con retraso madurativo. Tiene un sabido perfil católico conservador (fue docente de la UCA y de la Universidad Austral) y, para sorpresa de varios, un antiguo vínculo con el diputado camporista Wado de Pedro desde sus tiempos en que eran vecinos en Mercedes.
Algunos señalan que en el entorno más cercano de la gobernadora ese vínculo generaba desconfianza. Pero la versión más fuerte de su salida la da el nombre de su reemplazo: el hasta ahora asesor general del Ejecutivo bonaerense, Gustavo Ferrari.
Ferrari es un viejo conocido del Pro: fue el jefe de campaña en su debut electoral por fuera de la Capital, en 2009, cuando Francisco de Narváez –acompañado por Felipe Solá y el macrismo– le ganó a Néstor Kirchner en la Provincia. Ferrari fue durante años diputado por Unión Celeste y Blanco (el partido del “colorado”) y perteneció al círculo más íntimo del colombiano, hoy desaparecido de la arena política luego de su aventura massista.
Oriundo de Chivilcoy, Ferrari se sumó al gobierno de Daniel Scioli como asesor general, aunque las fuentes consultadas por Noticias Urbanas son disímiles: algunos dicen que fue un pacto con De Narváez para contener a su tropa (en 2013 Ferrari no logró ingresar en la Cámara de Diputados) o en realidad un acuerdo táctico del exgobernador con el experimentado operador judicial.
Scioli dejó trascender a mediados del año pasado que Ferrari iba a ser su jefe de la ex-SIDE, algo que la derrota electoral truncó. Pero el exdenarvaísta se mantuvo en su puesto en el gabinete de Vidal. Su pase a la cartera de Justicia tendría como autor ideológico, según varias fuentes consultadas, a Daniel Angelici, presidente de Boca y operador judicial macrista.
Un legislador bonaerense del massismo, sin ocultar su alegría, se regocijaba con la pelea que se viene en Cambiemos de la Provincia por el factor Elisa Carrió. “Lilita no va a tolerar que Angelici haya pactado con Vidal para que Ferrari sea ministro y así facilitarle poner a propios como jueces”.
En esta puja interna, que exhibe el profundo y complejo entramado de relaciones de poder en la Provincia, también está involucrada la Coalición Cívica y el massismo. Primero, por el secretario de Legal y Técnica bonaerense, Julio Conte Grand, que en la trastienda de la batalla judicial juega en tándem con Carrió, ya que es el que maneja los pliegos enviados por el Consejo de la Magistratura al Senado bonaerense.
Allí aparece el Frente Renovador y su disputa de marzo pasado con Cambiemos, cuando denunció la ruptura del acuerdo con el vidalismo por los tironeos con las comisiones del Senado. En realidad, uno de los principales motivos de la pelea fue la Comisión de Acuerdos, clave en la designación de los magistrados del Poder Judicial bonaerense.
En el massismo tomaron nota de la designación de Ferrari, no solamente por el virtual avance de Angelici, sino porque ven en el ascenso un pacto –o consolidación del pacto– con Daniel Scioli. “Hasta ahora nunca hubo una denuncia por nada contra la gestión anterior. No es casualidad eso ni esto tampoco”, refunfuñan por lo bajo desde el entorno de Sergio Massa. Mantener vivo a Scioli también es parte de la estrategia global de la mesa chica del Pro para que el peronismo se mantenga lo más dividido posible y no gane la Provincia el año que viene.
Al cierre de esta edición, en sus primeras declaraciones como ministro designado, Ferrari negó la intervención de Angelici en su nombramiento –“Uno tiene una cantidad de relaciones personales que ha tejido a lo largo de años a las cuales no se puede renunciar”, dijo sobre su vínculo con el presidente de Boca, con quien comparte la Comisión Directiva del club– y remarcó que Vidal fue la única que tomó la decisión de nombrarlo, además de pedirle que continúe con los trazos de la gestión Mahiques.
Más allá de los problemas de gestión derivados por la herencia kirchnerista, el gabinete bonaerense, por algunos de sus polémicos integrantes, sus trayectorias y prácticas, continúa siendo un espejo en donde Cambiemos más bien refleja Sigamos.