La política económica de Macri: éxitos y fracasos

La política económica de Macri: éxitos y fracasos


La buena o mala política económica de un gobierno se mide por la eficacia con que la aplica para llegar a los objetivos que se propone. Los objetivos “en sí” no forman parte de ella, sino que pertenecen al campo de los valores ideológicos e intereses que están en juego.

Por eso, discutiremos aquí esos objetivos: desde la izquierda estamos convencidos que Macri busca privilegiar a los sectores más concentrados del empresariado local y, fundamentalmente, extranjero, así como a la banca y la inversión financiera en general. Lo hace convencido de que así lloverán capitales, que se transformarán en inversiones productivas y con ello se retomará una senda de crecimiento económico y un eventual “derrame” hacia los sectores populares.

La pregunta concreta que aquí buscaremos responder es: ¿está logrando o no el gobierno nacional lo que se propone?

Veamos sus “éxitos”: logró, efectivamente, producir una fuerte transferencia de ingresos desde los asalariados hacia los propietarios del capital. Los instrumentos puestos en juego: la liberación del cepo cambiario (devaluación objetiva del 40%), la eliminación total de las retenciones a la minería y a la mayoría de las exportaciones agrícolas (y parcial a la soja), el pago de la deuda a los fondos buitres, la liberación de restricciones al sistema financiero (tope para tasas, destino del crédito, etc.) y el tarifazo en los servicios públicos.

Un segundo logro fue que tanto en la salida del cepo como en la negociación con los buitres, logró zafar de los escenarios más complejos: que el dólar se disparara hacia los 20 pesos en el primero; que los holdouts más duros o el propio juez Griesa interpusiera condiciones incumplibles en el segundo.

Podemos citar como un tercer logro del gobierno el “tejido” de una compleja alianza con los gobernadores para ir resolviendo la siempre compleja negociación acerca de la coparticipación federal. Así, hasta ahora todas las iniciativas “económicas” del oficialismo en el Congreso (desde el pago a los buitres hasta el actual blanqueo de capitales) van teniendo trámite favorable.

Pero, dicho todo esto, lo que “destaca” son los fracasos: el Ministro Prat Gay anticipó una inflación anual del 25% en enero. Ya nadie duda que los números reales cerrarán entre un valor (“optimista”) de 35% y uno pesimista cómodamente por arriba del 40%. El gobierno se aferró, y se sigue aferrando, a una herramienta exclusiva para bajar la inflación: la absorción de pesos por medio de ofrecer Lebacs a una tasa astronómica (llegó al 38%, ahora la bajó a “apenas” 33,25%). Las consecuencias fueron el virtual “asesinato” del crédito (sea en financiamiento de tarjetas de crédito, descubierto, descuento de cheques, o, ni que hablar, en financiamiento de proyectos productivos), siendo una de las causas de la fortísima recesión actual.

El segundo fracaso de la política económica macrista fue la recesión misma. Aclaremos: la traslación de ingresos de trabajadores al capital, y la consecuente caída del consumo, estaba en sus planes. También el hecho de que ello generaría una cantidad importante de despidos (más allá de que el oficialismo discuta el número concreto) con el consecuente incremento de los índices de desempleo y pobreza. Pero había una apuesta en el macrismo que, ya para esta época, terminando el primer semestre, el combo entre “normalización” cambiaria y financiera, una inflación controlada y a la baja y señales “amigables” hacia los mercados internacionales, debería estar dando sus frutos en términos de inversiones. El gobierno habló reiteradas veces del famoso “segundo semestre” como el del comienzo de la reactivación y el crecimiento. Y aquí está su fracaso central: ello no sucederá. La inflación terminará por reducirse, probablemente a los mismos valores –ya altos- que tenía durante el kirchnerismo (entre 1,5 y 2% mensual). Pero la famosa “lluvia” de capitales nunca sucederá. Seamos claros: ingresarán (ya lo están haciendo) las llamadas “inversiones de cartera”, léase capital líquido, especulativo, para aprovechar alguna de las innumerables oportunidades que el país ofrece para hacer bicicletas financieras. Quizás también entren algunas “inversiones” para comprar empresas que están “de remate”. Pero lo que podemos afirmar con certeza es que, pese a la visita de Macri a Davos, a la venida de Obama y otras figuras de los países centrales y a montones de anuncios, no hay una sola inversión productiva nueva de importancia. No es que “todavía no se ven los brotes verdes” como enunció algún funcionario del gobierno (retrasando una supuesta bonanza para el cuarto semestre o comienzos de 2017). Siguiendo la metáfora: nadie plantó nada, ni piensa hacerlo, al menos por ahora.

Conclusión: lo único que “logró” el macrismo en estos meses fue empeorar la distribución del ingreso, y “planchar” la economía. Todo lo demás está seriamente en veremos. La triada baja inflación- tipo de cambio competitivo- inversión en alza, como círculo virtuoso para el crecimiento económico, muestra luces amarillas, tirando a anaranjadas. Ni el pago de las deudas a los jubilados (que contiene una brutal quita, superior al 40% y se efectivizará en una línea de tiempo de siete años) ni el nuevo blanqueo de capitales, moverán el amperímetro y cambiarán sustancialmente este panorama. Por ahora Macri viene perdiendo el partido de la “eficacia” de su política económica.

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