El tema de la nominación de la canciller argentina Susana Malcorra a la secretaría General de la ONU podría ser afectada por la escasa sintonía que vienen ejerciendo los gobiernos de Argentina y Rusia. Si bien el secretario de Estado, Fulvio Pompeo tuvo una excelente acogida en un evento mundial acerca de seguridad y terrorismo hace quince días en Chechenia, Rusia, desde entonces fueron detectadas algunas señales que no van en esa misma dirección.
Hay que recordar que Rusia es uno de los cinco que tienen poder de veto en la ONU y más específicamente para estos casos, sólo Estados Unidos y ellos, suelen ejercerlo. La búlgara Irina Búkova -titular en la actualidad de la Unesco- sería la preferida de Rusia para ocupar el cargo. La dirigente eslava tiene la posibilidad por eso mismo de ser vetada por los norteamericanos, lo que simétricamente, si continuaran los desencuentros entre las administraciones de Putin y Macri, le podrían generar un problema serio a Malcorra: el veto ruso. Siempre y cuando logre evitar antes el de Gran Bretaña.
Mientras tanto en la embajada argentina en Moscú, aseguran que el aval a Malcorra ya está asegurado por Moscú desde que la canciller pasara por allá con una agenda preparada por el embajador argentino, Pablo Tettamanti. Algo que a esta altura está por lo menos en duda.
Entre los sucesos acaecidos por estos días, por ejemplo el de la quita de la grilla de RT de la Televisión Digital Abierta (con una fría Carta Documento) y la delegación de poca monta con que Argentina afrontará el Foro de San Petersburgo -la cita económica más importante de Rusia- generaron cierto malestar en las autoridades rusas que desde Moscú dejaron trascender “cierto deterioro de las expectativas que habían generado las conversaciones de los Presidentes en su momento, incluso la de la semana pasada”.
Un día después de la llamada, más precisamente el viernes 10, las autoridades rusas en el país celebraron el día de la patria y los enviados del Poder Ejecutivo de Argentina fueron funcionarios de segunda y terceras líneas, algo que no pasó desapercibido para el periodismo.
La no llegada al país del gigante Gazprom, la expresión rusa más activa de la potencia en el exterior, a quién se le hizo una oferta de explotación de gas en la Patagonia -que está freezada- y la poca decisión de cerrar de una vez por todas por parte de la Argentina la central hidroeléctrica neuquina Chihuidos I, genera un panorama sombrío a futuro. También el Gazprom Bank suspendió por el momento su desembarco en el país.
Dentro del Foro estaba prevista para este año la concreción de este negocio energético que iba a ser financiado por bancos rusos a una tasa del 6,5 por ciento que Argentina intenta intenta bajar al 5. Con el pasar de los días la negociación se fue desinflando más por temas políticos que económicos. Conclusión: ni los ministros Prat Gay y Malcorra, ni el gobernador neuquino Omar Gutiérrez, ni el mandamás del consorcio Eduardo Eurnekián formarán parte de la delegación que lleva nuestro país a San Petersburgo.
Argentina y Rusia aseguran mantener una relación estratégica. Es una planta que debieran regar más seguido, ya que puede quedar bajo nieve en Siberia en el próximo invierno. Y se viene el Mundial en 2018, una excelente posibilidad para encaminar la relación.