Falleció el histórico sindicalista Raimundo Ongaro

Falleció el histórico sindicalista Raimundo Ongaro

El dirigente de los gráficos Raimundo Ongaro falleció ayer a causa de una afección cardíaca. Tenía 92 años, plenos de una rica historia que incluyó la cárcel, el exilio y el asesinato de un hijo.


El legendario líder de la CGT de los Argentinos, Raimundo Ongaro, falleció en su casa de Los Polvorines a los 92 años.

En su vida gremial sufrió la cárcel, el exilio y lo peor, en mayo de 1975, el asesinato de su hijo Alfredo Máximo, militante de la UES de General Sarmiento a manos de la banda parapolicial Triple A. En esos momentos, Ongaro había vuelto a prisión -adonde había permanecido entre 1969 y 1973-, acusado de mantener lazos con “organizaciones subversivas”.

Entre el 28 y el 30 de marzo de 1968 se realizó el Congreso Normalizador de la CGT “Amado Olmos”, del que nació la CGT de los Argentinos, que enarbolaba la consigna: “Más vale honra sin sindicatos sin honra”, en un tiempo en que el vandorismo manejaba todos los hilos y Perón estaba cada vez más lejos de su Patria.

La CGT-A, como se la conoció, fue la respuesta del gremialismo combativo a la represión contra el Movimiento Obrero, que se encontraba dividido entre la naciente “burocracia sindical” y los gremialistas que no estaban dispuestos a bajar las banderas, en el entorno de la dictadura que encabezaba Juan Carlos Onganía, que “apaleaba bien sin mirar a quién”.

Fue la época en la que el peronismo no tenía otra objetivo que la supervivencia. No había otro futuro para los peronistas más que represión, el olvido, la cárcel y la muerte. Por esta razón, existe una enorme injusticia para con los resistentes de ese tiempo, que no han sido valorados a los largo de los años, ni siquiera por sus propios pares. Porque la represión fue brutal. En aquel tiempo también hubo secuestros, asesinatos y torturas. Hasta hubo un juez que presenciaba tormentos eléctricos, al que apodaban “El Carnicero”, de atildado apellido anglosajón.

En aquel tiempo, los que juzgaban a los presos sospechosos de perpetrar “subversión”, eran los jueces del Camarón, como era conocida la Cámara Federal en lo Penal, que disculpó a las picanas policiales, ocultó asesinatos, como los crímenes de Trelew y hasta permitía los “operativos rastrillo”, que consistían en el cercamiento de una zona por las fuerzas militares y la detención de “sospechosos”, sin orden judicial.

En ese contexto, Ongaro sufrió persecuciones sin límite. Además de haber pasado varios años en la cárcel, el 29 de enero de 1974 los medios publicaron un comunicado de la Triple A, en el que había una lista negra de personalidades, que “serán inmediatamente ejecutadas en donde se las encuentre”. Por supuesto, en ella figuraba Ongaro en el cuadro de honor, junto a Silvio Frondizi -que fue ejecutado por ellos mismos el 27 de septiembre de 1974-; René Salamanca -dirigente del SMATA cordobés, desaparecido el mismo 24 de marzo de 1976-; Monseñor Angelelli -obispo de La Rioja, asesinado en esa provincia el cuatro de agosto de 1976- y Julio Troxler -sobreviviente de la Operación Masacre de José León Suárez, asesinado por la Triple A el 20 de septiembre de 1974.

El liderazgo de Ongaro se inscribía en la línea del peronismo combativo, que encarnaron además Amado Olmos, Atilio López, Sebastián Borro, Andrés Framini, Jorge Di Pasquale y Ricardo de Luca, que fueron los únicos capaces de expresar al peronismo en aquel tiempo, en detrimento de los “participacionistas” que lideraba Augusto Timoteo Vandor.

En 1969, poco después de la muerte de Vandor, fue encarcelado y permaneció en ella hasta poco antes del triunfo del peronismo en 1973. Luego volvió a la cárcel en 1975, hasta que se le permitió optar por el exilio tras el asesinato de su hijo. Volvió al país en 1984, para volver a conducir la Federación Gráfica Bonaerense, su histórico gremio, que fue el primer sindicato de la rica historia gremial argentina, que fue creado el 25 de mayo de 1857 con el nombre de Sociedad Tipográfica Bonaerense.

Ongaro venía padeciendo una serie de problemas cardíacos y esta afección fue la que provocó su fallecimiento.

De todos modos, Raimundo José Ongaro permanecerá en la historia grande del sindicalismo argentino, adonde su nombre figurará entre sus representantes más dignos e importantes.

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