La controversia que envuelve a la Justicia platense acerca del derecho que le asistiría al comisario Miguel Etchecolatz para purgar las cinco condenas a prisión perpetua en su casa o en la cárcel, derivó en una amenaza mafiosa contra la médica que dictaminó -después de revisarlo- que el expolicía no sufre deterioro de su salud.
El Cuerpo Médico Forense ya había dictaminado anteriormente que la salud del comisario puede ser atendido sin menoscabos en el hospital penitenciario de Ezeiza, a pesar de lo cual el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata le otorgó en junio la prisión domiciliaria, justificándola por su edad -87 años- y por presuntos problemas de salud, un argumento que no fue avalado por los médicos judiciales.
La forense que revisó a Etchecolatz, Virginia Creimer, adelantó que “pensé que era el momento de desenmascarar lo que había detrás de estos presuntos exámenes médicos, que en definitiva determinan si las personas van o no a su domicilio cuando están privadas de su libertad, sobre todo por delitos tan tremendos como son las torturas y el genocidio que llevaron adelante estos represores”.
La médica señaló que el reconocimiento que le realizó al expolicía fue ordenado por la Justicia. “El juez ordenó realizar este examen físico a Etchecolatz para ver si se encontraba en condiciones de estar en una cárcel común o si debía ser enviado a su domicilio. Había ciertos puntos específicos que planteaba la defensa como patologías que presuntamente tenía, las cuales había que discernir si eran ciertas o no y, dada su existencia, ver si eran condición sine qua non para enviarlo a su domicilio”.
Luego del reconocimiento, Creimer relató que el perito Mariano Castex, que fue designado por Etchecolatz, realizó su propio informe basándose en una encíclica papal y en razones jurídicas, pero no médicas, quizás debido a que su especialidad es la de médico psiquiatra. En él, Castex consideró que la doctora “violó la dignidad de Etchecolatz durante su examen físico” y, con ese argumento, el represor la denunció por torturas.
En este punto, Creimer expresó que resulta “bastante irónico que el gran torturador necesite denunciar a una simple médica. Está claro que es parte de una estrategia para obstruir y advertir a cualquiera que quisiera hacer un informe que le resultara desfavorable a los genocidas que fueran en contra de ellos”.
La doctora denunció además que el año pasado encontró un cuchillo de carnicero ensagrentado en la puerta de su casa, que la decidió a abrirse de seguir atendiendo los casos de genocidas presuntamente enfermos. El episodio, según la facultativa, ocurrió en circunstancias en que “salí por media hora y al volver encontré eso en la puerta. No sabía si la sangre era de mi hija adolescente que estaba durmiendo adentro. Eso realmente fue desestructurante. Fue un acto de tortura liso y llano, si lo que querían lograr era aterrorizarme lo tengo que admitir, lo lograron”, terminó.
El viernes, el Tribunal Oral Federal Nº 1 decidirá si Etchecolatz sigue en prisión o si volverá a su casa. Más allá de que no existen dolencias que ameriten que el represor sea beneficiado con la prisión domiciliaria, todos los indicios apuntan a que ésta le será concedida finalmente.
La democracia será así vulnerada una vez más por el accionar de un Estado bobo, ineficaz y complaciente con hechos aberrantes.