A mediados de mayo, se creó la Unión Kiosqueros, una agrupación de comerciantes que oscila ya en los 2 mil miembros en la Ciudad con el fin es “unir sus fuerzas” para hacer frente a los principales factores que lastiman su rentabilidad: la presión impositiva, el tarifazo, la reducción alarmante de las tabacaleras de los márgenes sobre los precios de los cigarrillos y la competencia desleal.
Así, en medio de un cóctel de negatividades y de la protesta de los fumadores por los disparos de precios de los cigarrillos, los kiosqueros buscan sobrevivir aunque, aseguran, “la rentabilidad de un kiosco hoy es casi nula” y, de hecho, “muchos debieron cerrar sus puertas o están en próximos a hacerlo”.
“Unión Kiosqueros surge de la decisión de las tabacaleras de manejar nuestra rentabilidad sobre el precio del cigarrillo que se vería afectada disminuyendo el margen de ganancia sobre el precio de los cigarrillos del 7,5 por ciento al 3,5 por ciento, es decir, se trata del valor que cada comercio tributa por la diferencia de la compra y venta, quedando así un margen casi igual a 0 (cero)”, explicó Nicolás Algazi, miembro de UK y kiosquero.
Por su parte, Emiliano Marcovecchio, kiosquero porteño, adhirió que el consumo bajó “ en un año” un aproximado del “30 por ciento”.
Debido a este aumento que ronda en el 60 por ciento del precio de los cigarrillos por parte de las tabacaleras, los kiosqueros diseñaron una lista de precios “oficial” que agrega un valor destinado a su (escasa) ganancia: “Nos juntamos con los vecinos de distintos barrios y decidimos elaborar una lista de precios de cigarrillos paralela, tal como la que ya vienen trabajando otras provincias”, contó Algazi, alegando que dejaron atrás las listas de precios sugeridas por las tabacaleras, ya que tampoco hay una ley que regule dichas tarifas. “La única ley que regulaba los precios existía caducó hace más de 20 años. Mirá si paso tiempo hasta que despertamos…”.
La soga al cuello
Los kioscos (al igual que otros comercios) sufren los efectos del tarifazo, no sólo en los servicios de luz y gas, sino también en los productos a la venta que, a su vez, reduce sus capacidades competitivas: “La realidad es más dura que la ficción, los precios de los productos siguen aumentando mensualmente y es imposible trasladar todos los aumentos a los productos ya que sería entonces muy difícil competir, por ejemplo, con los mini súpers o los súper chinos”, contó el miembro de UK. Pero también hizo hincapié en la “competencia desleal”: “Sería ideal que las empresas monopólicas dejen de hacer oídos sordos a nuestros reclamos. Por eso considero que la solución es el manejo de valores de costos iguales para evitar una competencia desleal. De lo contrario, comercios como Farmacity venden productos de kiosco al costo que nosotros lo pagamos, y luego nos tildan de careros a nosotros. La problemática nace en los controles”.
Dicho de otra manera, al momento de la compra de un producto en un kiosco, por ejemplo, un paquete de cigarrillos, el importe abonado se destina en un 80 por ciento al “Estado”, donde, según apunta el referente de UK, “sería utilizado según algunos organismos de salud, para la rehabilitación de afectados por el tabaquismo”.
Sin embargo, la problemática no comienza en las tabacaleras, sino que las antecede.
Por la “abrupta caída” en las ventas este año, la tabacalera Massalin Particulares, tomó la decisión de parar una semana su producción en octubre.
Por esto, hace dos semanas, a través de un comunicado, la compañía explicó que la medida “responde a la necesidad de ajustar stock después de que, a partir de mayo, la carga fiscal sobre la actividad se elevara al 80 por ciento del precio de venta al público”.
Massalin, asimismo, indicó que “durante el primer trimestre de vigencia de la nueva carga impositiva, el volumen de ventas legales se redujo un 25 por ciento contra igual periodo del año pasado”.
Así, como consecuencia del derrumbe de la venta de cigarrillos, quedó un saldo de por lo menos 80 desempleados.
Peor el remedio que la enfermedad
En la búsqueda de la rentabilidad, los kiosqueros apuntaron a otras vías de escape, que continúan siendo tópicos de polémica.
En primer lugar, vale nombrar el cobro a la carga de la tarjeta SUBE, lo cual la ley sanciona y existe la línea “147”, donde cualquier consumidor puede dar aviso de esta actividad que continúa bajo la ilegalidad. Sin embargo, Algazi justificó esta actividad: “Es mísero porcentaje de ganancia que deja la carga de la SUBE. Nosotros prestamos un servicio por el cual pagamos un alquiler de un postnet y sus respectivos gastos (luz, papel, Internet, teléfono), y más de una vez también se necesita algún empleado para esto”.
Y, por otro lado, la venta libre de medicamentos en los kioscos: “Si comercios como Farmacity vende chicles y golosinas, ¿por qué no vender los medicamentos de libre comercio en nuestros locales?”, cuestionó el miembro de UK.