Una masa crítica de gobernadores e intendentes peronistas comenzaron la larga marcha de reorganizar, reconstruir y replantear una opción de poder que fue arrasada el 22 de noviembre de 2015, cuando la alianza Cambiemos arribó al poder mediante una combinación de virtudes propias y de errores del Frente para la Victoria, que no supo construir una opción para continuar en el poder.
La cita fue este miércoles en la Casa del Chaco, a la que concurrieron una miríada de cinco gobernadores y siete intendentes bonaerenses para comenzar a discutir la organización del acto que se realizará el martes próximo, seis de septiembre, cuando se conmemoren los 29 años del triunfo de Antonio Cafiero en las elecciones para gobernador bonaerense, que dio inicio a la Renovación Peronista, que significó el relanzamiento de un partido devastado por la dictadura.
La primera clave que es necesario destacar es que, aunque llegaron menos gobernadores que los anunciados, toda opción que convoque a cinco mandatarios provinciales y a una cantidad apreciable de intendentes de la provincia más importante -en términos electorales- del país, obligará a sus interlocutores a escuchar su propuesta, sea ésta cual sea.
Los gobernadores fueron el chaqueño Domingo Peppo -el anfitrión-, la fueguina Roxana Bertone, el pampeano Carlos Verna, el riojano Sergio Casas y el entrerriano Gustavo Bordet, en tanto que los intendentes presentes fueron Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Gabriel Katopodis (San Martín), Juan Zabaleta (Hurlingham), Fernando Gray (Esteban Echeverría), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Juan Pablo de Jesús (Partido de la Costa) y Eduardo Bucca (Bolívar). También fueron de la partida el senador Miguel Ángel Pichetto y el diputado Oscar Romero, que serán la pata legislativa de esta rebeldía.
En sus declaraciones posteriores ante la prensa, los mandatarios peronistas dejaron algunas otras claves que permiten entrever sus pasos futuros. La segunda clave es que la reconstrucción del peronismo -sea este proceso corto o largo, aunque todo hace suponer que la opción será la segunda-, partirá obligatoriamente desde los territorios propios, los “homelands” en los que se abroquelaron los sobrevivientes el año pasado, tras la derrota.
Una tercera clave es que los rebeldes de la conducción -los dirigentes principales del PJ estuvieron ausentes y ni siquiera fueron convocados- se disponen a forzar una oposición más dura contra un Gobierno “que está haciendo un ajuste, que está golpeando a un país que se estaba reindustrializando”, según definió Insaurralde.
El debut de los renovadores peronistas se producirá el mes que viene, cuando comience a discutirse la ley de presupuesto en el Congreso nacional. Esta vez no habrá una actitud complaciente como la que tuvo el peronismo el año pasado, cuando la derrota los volvió más dóciles de lo habitual. Por caso, el Gobierno nacional no volverá a gozar de ese peronismo escaldado, que le votó sin mayores conflictos una ley como la del acuerdo con los fondos buitre. “No queremos impedir, pero creemos que este no es el rumbo”, volvió a acotar Insaurralde, que agregó a continucación que “no vamos a ser la pata peronista de un gobierno nacional que ajusta. Tampoco vamos a permitir que conviertan al peronismo en una minoría violenta ni en un club de fans”, volvió a impactar el intendente de Lomas de Zamora sobre el macrismo y sobre el kirchnerismo residual.
Zabaleta, por su parte, manifestó que “el Estado está en retirada”, por lo que el peronismo debe “asumir la responsabilidad de construir una alternativa; un peronismo ordenado, abierto, que sepa interpretar a los bonaerenses”. Por su parte Gray definió a la agrupación como “un peronismo distinto, organizado, con otros objetivos”.
Bordet, por su parte, llamó a “tener la grandeza para asumir los errores que nos hicieron perder las elecciones, tener la generosidad y amplitud para convocar a todos, y de entender que hoy no hay un liderazgo”. Dándole cierre a la carta orgánica de la flamante agrupación, el gobernador chaqueño y anfitrión advirtió que “no renunciamos a recuperar el poder en 2019. Vamos a buscar a la gente con nuevas caras y una propuesta progresista”, cerró su desafío.
Cabe acotar, finalmente, que los más interesados en la evolución de esta masa crítica son, paradójicamente, la conducción del PJ y el propio Gobierno nacional, que apostará todo para que esta rebeldía se vuelva una escisión en el peronismo, para así mantenerlo dividido y poder derrotarlo en las elecciones de medio tiempo y, en especial, en 2019.