Donald Trump se quedó con todo

Donald Trump se quedó con todo

Por Nancy Sosa (enviada especial de Noticias Urbanas en Washington)


El republicano Donald Trump es el presidente electo de los Estados Unidos al superar esta madrugada el nivel de los 270 electores en el Colegio electoral, tras una elección reñida que durante horas marcó una diferencia de tan solo un punto en el caudal de votos populares que cosecharon los Partidos Republicano y Demócrata durante una jornada histórica.

La abrumadora trasmisión de datos sobre la votación en los 51 estados norteamericanos que anticipaba el triunfo de Trump cubrió las primeras horas del escrutinio con pronunciada expectativa, pero se extendió hasta bien pasada la medianoche sin que ninguno de los dos bunkers en competencia diera una declaración al respecto.

Recién a las 2:40 de la madrugada, un llamado telefónico de Hillary Clinton a Donald Trump, reconociendo el triunfo del candidato republicano, resolvió la incertidumbre que se había extendido exageradamente en el tiempo acerca del resultado electoral.

El mapa de los Estados Unidos se tiñó de rojo en la mayoría de sus estados por la avalancha de votos logrados por Trump provocando una sorpresa incluso para sus propias filas, después de haber lanzado una ofensiva sobre un posible fraude electoral.

El sueño de la demócrata de ser la primera mujer presidente en el país más poderoso del mundo, fue derrotado.

El martes 8 el pueblo norteamericano se despertó y volcó masivamente a las urnas como nunca antes, en una evidente vocación de cambio no solo por la disconformidad con la marcha productiva y económica del país sino también en rechazo hacia el sistema bajo el que funcionan.

Los centros de votación fueron organizados, casi todos, en las canchas de básquet de las escuelas primarias y secundarias que, curiosamente, continuaron con su actividad educativa habitual.

La cultura norteamericana se refleja en el modo de asistir al comicio, en la forma de organizar los registros y la disposición de los lugares donde los votantes pueden cómodamente marcar las boletas manualmente para luego transferir el voto electrónicamente. Aún en los establecimientos en que las colas de votantes alcanzaron el largo de una cuadra fuera de ellos, la asistencia fue extremadamente pacífica, ordenada, sin imposiciones de normas estrictas y complicadas.

Por el tipo de sistema electoral de los Estados Unidos, que exige alcanzar 270 electores al Colegio Electoral, los miles de adherentes demócratas y republicanos que rodearon los centros de campaña para celebrar sus eventuales triunfos al cabo de una jornada agotadora, bien pasada la medianoche volvieron a sus hogares sin saber efectivamente si su candidato había sido efectivamente el ganador de estas inéditas elecciones.

Varios medios estadounidenses tardaron en admitir que Donald Trum era ya el presidente electo y hasta llegaron a sospechar de información que los dos comités guardaban respecto del resultado final y por eso el reconocimiento del triunfo se demoraba.

Tras ocho horas de esperar y recibir incesantemente los resultados de cada estado, Trump mandó a dormir a sus eufóricos seguidores para que descansen de un día agotador, mientras Rodham Clinton no dejaba trascender la sensación de haber perdido la elección pese a encontrarse muy lejos de los 270 electores.

El conteo inicial de votos fue cobrando con las horas un dramatismo inusual por la posibilidad de que Trump resultara ser el ganador y el presidente electo de los Estados Unidos, ya que su candidatura se delineó alejada del estilo tradicional, visiblemente la menos política y quizás la más excéntrica.

Sin embargo, Trump acertó con su discurso al desnudar el pensamiento y el sentir del estadounidense medio que salió de sus casas como nunca antes, hizo largas colas para votar durante todo el día de ayer y esperó silenciosamente el resultado.

Algunos observadores caracterizaron a esta adhesión a Trump como un voto vergonzante.

Trump presidente electo

El presidente electo Donald Trump comunicó personalmente a sus seguidores en el comité de campaña que, finalmente, había recibido un llamado telefónico de Hillary Clinton admitiendo su triunfo electoral.

En esas primeras palabras, un Trump más tranquilo y con evidentes signos de cansancio, habló sin efusividad para ofrecerse como un presidente que gobernará para todos los estadounidenses.

“Ha llegado el momento. Les juro a todos que seré un presidente para todos los estadounidenses”, dijo textualmente, antes de pedir que lo ayuden en la próxima gestión.

La que acaba de terminar “no fue una campaña sino un movimiento increíble forjado por la gente que quiere un futuro feliz para ellos y para sus familias”, dijo en referencia al largo trayecto recorrido hacia la Casa Blanca que ocupará a partir del 20 de enero de 2017.

Luego de exhortar a “trabajar juntos” para reconstruir a los Estados Unidos, prometiendo tempranamente que en el próximo gobierno “vamos a poner a millones de personas a trabajar y reconstruir las ciudades”.

Extrañamente, y en contradicción con sus discursos de campaña, reconoció que en Estados Unidos “tenemos la economía más fuerte del mundo”.

Sin entrar en detalles sobre la política internacional anunció que “esperamos tener grandes relaciones”.

En evidente alusión a las decisiones que adoptará respecto de los inmigrantes y los discriminados afirmó que “vamos a ser justos con todos, con todos”, inclinándose por privilegiar “la asociación y no el conflicto”.

Por último, y en relación al ejercicio de la política y las campañas electorales, Trump dijo que “este asunto político es desagradable y es duro”, un reflejo de la incursión del empresario inmobiliario en un área a la que fue ajeno la mayor parte de su vida.

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