En Provincia, el macrismo cambia el paso al andar

En Provincia, el macrismo cambia el paso al andar

Por Daniel Galvalizi

Se debate entre encontrar un candidato conocido o jugar todo al arrastre que pueda generar la gobernadora Vidal, apostando a la polarización del electorado. Los escenarios que favorecen cada opción.


El objetivo es claro y conciso: ganar Buenos Aires en octubre 2017, no solo por su impacto político sino por la aritmética parlamentaria. Consolidar los Ejecutivos con Poderes Legislativos menos rehenes del massismo y el PJ es una necesidad para el presidente Macri y la gobernadora Vidal. Pero el camino hasta la meta es menos claro y se va dibujando sobre la marcha.

Por estos días, la cúpula del Pro bonaerense debate su estrategia para ganar, con el dilema de presentar como cabeza de lista a un candidato más competitivo y con buenos niveles de conocimiento o, si no, a un ignoto tapado que ceda todo el protagonismo a María Eugenia Vidal. Las dos hipótesis dependerán también de los índices de aprobación de la gobernadora al momento del cierre de listas, aunque de seguir igual que ahora (65  por ciento de imagen positiva), la centralidad será de ella. Ese protagonismo absoluto de Vidal y de la marca Cambiemos también depende de que acompañen ciertos logros de gestión para exhibir y, por supuesto, de que la economía haya despegado de una vez y no solo sean las obras públicas las generadoras de empleo.

Dos miembros de la mesa chica de la gobernadora Vidal confirmaron que una de las hipótesis es que “quien encabece las listas en Provincia sea un tapado, alguien preparado pero poco conocido para que la cara de la campaña sea María Eugenia”. Esta estrategia apuntaría a convertir la elección en territorio bonaerense en un plebiscito entre “lo nuevo y lo viejo”, manteniendo la sintonía de 2015 y echándole leña al fuego de la polarización.

La probabilidad de este escenario crecería con una eventual postulación de la expresidenta Cristina Kirchner o con una lista del llamado “cristinismo duro” encabezada por el exgobernador Daniel Scioli e integrada por dirigentes como Martín Sabbatella.

Esta última opción es la favorita de los estrategas vidalistas: una lista del cristinismo sin la participación de la expresidenta y separada del peronismo bonaerense tradicional dividiría más el voto y no sumaría tantos sufragios, mientras que si esta opción fuera encabezada por Cristina Kirchner “obtendría más votos y estimularía menos a otros competidores peronistas (como Sergio Massa y Florencio Randazzo)”, según arguyen.

La idea de un cabeza de lista ignoto entusiasma al vidalismo. En las encuestas que dejan trascender, la pregunta sobre si se votará “al candidato de la gobernadora o en contra de la gobernadora” les da un resultado mucho más optimista que cuando hacen mediciones con nombres propios. De hecho, días pasados, en su discurso al concluir el Consejo Provincial del Pro –con la lengua más suelta al no haber periodistas–, Vidal dio la pauta de que la idea de un candidato desconocido encabezando el binomio para senador no los asusta.

“Lo que pase el año que viene depende de nosotros mismos, depende de lo que representemos. Un buen candidato es el que representa los intereses de la gente. Es un grave error creer que depende de su nivel de conocimiento o de la valoración de un medio o analista político. Si representamos lo que la gente necesita, vamos a tener su voto”, arengó la gobernadora.

También hay novedades en la danza de nombres que colman las conversaciones de los operadores macristas. En la consideración de dirigentes para encabezar la lista de postulantes apareció la diputada Gladys González, a la vez que cotiza a la baja por estos días el ministro de Educación, Esteban Bullrich, quien deja trascender que preferiría seguir como ministro.

Esa nómina de posibles postulantes es cambiante, incluso a pesar de que hace algunas semanas los operadores macristas aseguraban: “El candidato sale de Bullrich, Jorge Macri, Facundo Manes o Elisa Carrió, no hay más”. Pues bien, el Pro comenzó a empujar el nombre de Gladys González, de riñón larretista y cuyo mandato vence el año próximo. Su cara debería ser familiar para los bonaerenses, ya que fue la representante Pro en la lista que ganó en 2009 en alianza con Francisco de Narváez y Felipe Solá, para luego renovar en 2013 en el marco del acuerdo con el massismo.

Excandidata a intendenta de Avellaneda, González levantó el perfil en los últimos meses por ser la interventora designada por el Ejecutivo en el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) tras la detención de su extitular, Omar “Caballo” Suárez. “Gladys sabe exponer en los medios, es valiente y hay que seguirla”, dijeron desde el comando de campaña del Pro provincial, que ya está preparándose para medirla entre el electorado.

Lo de González es una respuesta indirecta a la situación difusa del ministro Bullrich, quien en declaraciones públicas puso en duda su postulación y tiene varias objeciones a bajar al barro bonaerense dejando un ministerio que lo pinta de bronce. “No me puedo haber bajado de lo que nunca me subí”, opinó Bullrich en una reunión con sus allegados cuando se habló de su posible candidatura, y pidió cautela y “esperar al año que viene”, aunque quienes lo conocen aseguran que solo un pedido presidencial (y encuestas que lo respalden) podrían hacerlo competir.

Con Elisa Carrió siendo un enigma (los sondeos le dan números mucho más favorables en el distrito porteño) y Jorge Macri dispuesto a ir a unas PASO contra quien sea dentro de Cambiemos, la única duda es si la exposición de Facundo Manes, ligado al radicalismo, podrá influir y modificar nuevamente el panorama de cara a 2017. Por ahora, nadie descuella, salvo la protagonista asegurada: Vidal.

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