Leonard Cohen fue uno de los poetas más lúcidos que existieron. También uno de los mejores cantantes, en especial porque cantaba maravillosamente mal…pero decía tan bien que se hacía agradable escucharlo desgranar versos que eran como abalorios de una vida que vivió con elegancia, buen gusto y esas tremendas canciones.
Murió hace apenas unos días. De todos modos, él, que no era ningún boludo, se la vio venir. Hace un mes lanzó su último álbum, que bautizó “Lo quieres más oscuro”, su rockera premonición, si cabe. Días atrás le concedió una entrevista a un periodista de la mítica revista The New Yorker, en la que se refirió a la dama que ya sentía próxima a buscarlo. Para explicar la muerte, habló de su vida. Dijo que fue “un gran cambio” y que éste podía ser asimilado a “la proximidad de la muerte”. Entonces habló de ella con respeto, como corresponde y dijo que “espero que no sea demasiado incómoda. Sólo eso”.
Como un anticipo, su amiga, musa, amante y eternamente amada Marianne Ihlen, una artista noruega que conoció en 1962 en la isla griega de Hidra (¿dónde si no en una isla paradisíaca del Mar Jónico podría haber sido su encuentro?), se fue en julio de este año, adelantándose a un destino que Cohen sabía común -y próximo- a los dos. Un amigo de ambos, el documentalista Jan Christian Mollestad, estaba rodando un documental sobre ella y, en ese rol, se comunicó con él.
Cohen -que le había dedicado dos canciones- respondió con una carta, que Mollenstad alcanzó a leerle A Marianne antes de que ella emprendiera el viaje. “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Quiero que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría, pero no necesito extenderme sobre eso, ya que tú lo sabes todo. Sólo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino”.
Días después, el documentalista le envió a Cohen un mensaje en el que le dio cuenta de que su carta “llegó cuando ella aún podía cantar y reír con plena conciencia. Cuando la leímos en voz alta, sonrió como sólo Marianne podía. Alzó su mano y dijo que estabas justo detrás, tan cerca que podías alcanzarla”.
En sus comienzos, Cohen fue sólo -y nada menos- que un poeta, pero luego se completó al adentrarse en la música. Su primer álbum -un formato que es una antigüedad musical que las nuevas generaciones desconocen tanto que casi desprecian- apareció en 1967.
Leonard Cohen dejó muchas canciones memorables, pero una de las ellas no puede dejar de ser escuchada, entre todas (pido disculpas por la arbitrariedad).
Aleluia (Hallelujah)
En ella, Cohen habla del Rey David, de Sansón, el filisteo de enorme fuerza y de la pérfida Dalila, la chica judía que le cortó el pelo y, con él, la fuerza.
Now I’ve heard there was a secret chord
Ahora he escuchado que hay un acorde secreto
That David played, and it pleased the Lord
Que David escuchaba y agradaba al Señor
But you don’t really care for music, do you?
Pero a tí realmente no te importa la música, ¿no?
It goes like this, the fourth, the fifth
La cosa va así, la cuarta, la quinta
The minor fall, the major lift
La caída menor, la subida mayor
The baffled king composing Hallelujah
El aturdido rey componiendo Aleluia
Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah
Your faith was strong, but you needed proof
Tu fe era fuerte, pero vos necesitabas una prueba
You saw her bathing on the roof
La viste bañándose en el techo
Her beauty, and the moonlight overthrew you
Su belleza y la luz de la luna te abatieron
She tied you to a kitchen chair
Ella te ató a una silla en la cocina
She broke your throne, and she cut your hair
Destruyó tu trono y cortó tu cabello
And from your lips she drew the Hallelujah
Y desde tus labios dibujó el Aleluia
Hallelujah, Hallelujah Hallelujah, Hallelujah
You say I took the name in vain
Vos decís que yo tomé el nombre en vano
I don’t even know the name
Pero yo ni siquiera conozco el nombre
But if I did, well really, what’s it to you?
Pero si lo hice, bien, realmente, ¿qué es eso para vos?
There’s a blaze of light in every word
Hay un resplandor de luz en toda palabra
It doesn’t matter which you heard
No importa cuál escuchaste
The holy or the broken
La palabra sagrado o la destruida
Hallelujah Hallelujah, Hallelujah Hallelujah, Hallelujah
I did my best, it wasn’t much
Hice lo mejor que pude, que no fue mucho
I couldn’t feel, so I tried to touch
No podía sentir, por lo que traté de tocar
I’ve told the truth, I didn’t come to fool you
Dije la verdad, no vine a mentirte
And even though it all went wrong
Y aún cuando pensé que estaba equivocado
I’ll stand before the Lord of Song
Me pararé frente al Señor de la Canción
With nothing on my tongue but Hallelujah
Sin nada más que un Aleluia en mi lengua
Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah, Hallelujah
El Señor de la Canción, frente al que se paró, ya no podía estar sin él y por eso lo convocó para que se fuera con él. Ahora cantan juntos allá, adonde sólo los privilegiados pueden escucharlos.
De todos modos, aquí somos muchos los que atesoramos su herencia.