La noticia cayó como un rayo sobre todas las bancadas y encendió la alarma de todas las diputadas y senadoras, menos en el caso de sus colegas que militan en el bloque de Cambiemos, la facción política autora del desatino detonante.
El oficialismo -que no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras- se plantó frente a la aprobación en el Senado de la ley de paridad de género en las listas electorales y anunció que trabará su arribo a la Cámara de Diputados hasta tanto los senadores discutan la Ley de Reforma Política.
El miércoles quedó formalizada la negativa, cuando el interbloque Cambiemos lo anunció en un comunicado, emitido con posterioridad a que el presidente de la cámara baja no hiciera lugar a la solicitud opositora de convocar a una sesión especial para tratar el tema y de que quedara suspendida la sesión ordinaria prevista para el mismo miércoles.
“Las legisladoras y legisladores del Interbloque Cambiemos hemos resuelto suspender la aprobación de la sanción que el Honorable Senado le diera al proyecto de paridad de género en ámbitos de representación política, hasta tanto ese cuerpo se expida respecto de la modificación del sistema electoral”, escribieron ellos y ellas.
La resolución de oficialismo, que intenta de esta manera -casi desesperadamente- volver a introducir la posibilidad de poner en vigencia la ya rechazada Boleta Única Electrónica (BUE), obliga a preguntarse el para qué de esta cuestión. ¿Es tan importante la celeridad -si es que toda la elección transcurre sin sobresaltos- en la difusión de los resultados electorales? ¿Es tan importante “modernizar” el voto, aún sin consenso? ¿Son los impulsores de la BUE héroes incomprendidos de la modernidad, que luchan por iluminar las mentes obscurecidas de sus conciudadanos, a los que quieren favorecer sin que éstos se den cuenta?
En respuesta a la actitud de Cambiemos, diputadas de todos los bloque opositores se reunieron para cuestionar la decisión. “Las mujeres no queremos ser prenda de negociación por el voto electrónico”, declaró la diputada Cristina Álvarez Rodríguez (FpV).
“No podemos atar un tema como paridad de género a un chip electrónico”, se enojó Victoria Donda (Progresistas), en declaraciones que fueron apoyadas por sus colegas Lucila De Ponti (Peronismo para la Victoria); Teresita Madera (Bloque Justicialista) y Carla Pitiot (FR). A ellas se sumó la senadora Marina Riofrío (PJ-FpV), autora del proyecto que aprobó la cámara alta, que se quejó de que “el Gobierno está jugando a la extorsión hacia las mujeres, cambiando el voto electrónico por paridad”. Luego se reunió, en su carácter de presidenta de la Banca de la Mujer, con el presidente de la cámara bajo, Emilio Monzó, para tratar otros temas relacionados con el género que el Senado se dispone a girar a Diputados, para que sean tratados en 2017.
El problema que subsiste es que, si se rechazara la Reforma Política así como está, la Ley de Paridad de Género será tratada en la cámara baja el año próximo, en el período ordinario de sesiones que comienza el 1º de marzo. “De votarse en marzo, las mujeres no llegarían a ocupar su espacio en igualdad de condiciones con los hombres para las PASO de 2017“, puso en blanco sobre negro Álvarez Rodríguez.