Más allá de las recomendaciones de Marcos Peña y de Jaime Durán Barba, que abogan por la “Pureza Pro”, contrarios a la incorporación de extrapartidarios, María Eugenia Vidal continúa ejerciendo el arte de la pesca y ahí anda, munida de la caña reglamentaria y los anzuelos más convenientes, buscando algún otro peronista que esté dispuesto a morder una sabrosa carnada.
Hasta hoy, el pique fue escaso. Los intendentes de Azul y Castelli, Hernán Bertellys y Francisco Echarren, fueron por ahora los únicos que aceptaron subir a la lancha de Cambiemos. Carne magra para la inmensidad provincial, ya que entre ambos padrones -los de Azul y Castelli- suman apenas unos 70 mil votantes, de los que no más de 30 mil irían a Cambiemos. Esto significa apenas un par de peces en medio de un gran cardumen, si se recuerda que en la provincia votan casi 12 millones de argentinos. Echarren capturó el área de Vivienda, Tierra y Hábitat, en tanto que Bertellys sigue en Azul, aunque con la boleta confundida.
Las otras capturas “peronistas” fueron la de Joaquín de la Torre y la de su colega, el intendente de San Nicolás, Ismael Passaglia, aunque ambos formaron parte del Frente Renovador, con fluctuaciones e idas y vueltas entre el FR y el FPV. El distrito de Passaglia aporta unos 120 mil electores al padrón y San Miguel, unos 225 mil, por lo que allí, Vidal le habría birlado a Massa -y no necesariamente al peronismo- unos 140 mil votos. Una cifra no menor -los votos “se cuentan de a uno”, dice un viejo caudillo-, pero no decisiva.
Vidal asegura que ella dialoga con Sergio Massa, pero es posible que si sigue cooptándole intendentes la concertación quede de lado y le abra paso a la enemistad.
Hace unos pocos meses, operadores de Vidal intentaron la cooptación de los intendentes de Almirante Brown y de Merlo, Mariano Cascallares y Gustavo Menéndez. Este último es uno de los armadores del Grupo Fénix, como antes lo fue del Pacto de San Antonio de Padua y además es amigo personal del intendente de Morón Ramiro Tagliaferro, el polémico exmarido de la gobernadora. Para sintetizar, ambos respondieron reafirmando su pertenencia al peronismo y adelantando su negativa a “trabajar para Macri”.
También el dinámico intendente de Bolívar, Eduardo ‘Bali’ Bucca, debió escuchar la “propuesta indecente”, cual Demi Moore del subdesarrollo. La respuesta de éste fue similar a las de Menéndez y Cascallares. ¿Porqué quedarse con las migajas -fue el mensaje que enviaron dirigentes cercanos a los jóvenes mandatarios- si el banquete puede ser nuestro?
Ante una faena con tan pocos resultados, la mandataria cambiará de ahora en más su estrategia. En el próximo período, apurada por la contienda electoral que se aproxima, abandonará el sistema de caña y anzuelo y pasará a utilizar el medio mundo, un utensilio similar a la popular ambulancia, que como ésta atrapa todo lo que hay debajo del agua, sin discriminar entre buenos y malos ni separar a los que sirven de los inservibles. La ambulancia, en tanto, recoge a todos los heridos -recordar que hay juramento hipocrático de por medio-, sin diferenciar entre buenos y malos, honestos y deshonestos, sencillos y complicados.
La elección le resultará más sencilla a Cambiemos en el interior que en la primera y en la tercera sección electoral, por lo que otras accional colaterales, como descuartizar La Matanza y convertirla en tres distritos, quedarán por ahora para el futuro. De todos modos, ninguna jugada que le permita ganar puntos a la gobernadora está descartada. Menos aún, si ésta perjudica a su archienemiga, Verónica Magario.
El apuro tiene faz de heresiarca.