Parece que cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, salió a romper el discurso duranbarbista y reclamar la incorporación de peronistas, ya había avanzado más en sus menesteres de lo que admitió.
Así quedó expuesto esta semana, en uno de los tantos eventos de fin de año que la dirigencia suele realizar para despedir un ciclo y contar los porotos que tiene para el próximo. El exintendente de Almirante Brown y actual diputado por Juntos por Argentina (el primer espacio peronista que rompió con el bloque del Frente para la Victoria en el Congreso), Darío Giustozzi, tuvo su brindis propio y reunió a los suyos en el Salón de Honor del primer piso del palacio legislativo.
Allí había exkirchneristas, exmassistas y macristas, pero todos peronistas en general. A la media hora de comenzado el encuentro apareció, sin bombos ni platillos, Monzó, saludando a viejos conocidos, fundiéndose en un caluroso abrazo con Osvaldo Mércuri –cuyo hijo lidera el Pro en Lomas de Zamora– y otro similar con el propio Giustozzi, para luego empezar a charlar en un círculo cerrado con ellos y con el diputado y exmassista Sandro Guzmán, el exministro sciolista Baldomero “Cacho” Álvarez y el histórico referente del peronismo en Florencio Varela, Dardo Ottonello, hoy concejal por el Pro.
Según se lo escuchó decir a Monzó, su presencia “es un gesto a amigos del peronismo”, como lo son los miembros de la agrupación de Giustozzi, que se ocupan de destacar que fue el bloque que más acompañó las propuestas del oficialismo por fuera de Cambiemos. Incluso, el titular de Diputados se permitió bromear con uno de los participantes del evento y dijo que estos “son los peronistas republicanos que pide [Elisa] Carrió”, en alusión a las declaraciones de la líder de la Coalición Cívica, que aceptó sumar a dirigentes del peronismo “mientras cumplan mínimas condiciones éticas”.
Por su parte, en las charlas con sus compañeros de espacio, Giustozzi aseguró que “falta contención a peronistas” por parte de la cúpula del Pro, aunque ponderó el rol de María Eugenia Vidal y dejó clara su mayor sintonía con ella que con el Presidente, por el “perfil socialcristiano” de la gobernadora. Según su visión, Macri “a veces parece intentar lo mismo que el ultrakirchnerismo, que fue reemplazar a la política, pero ya no con el relato sino actuando como si no hiciera falta”. Igualmente, manifestó su esperanza en que prime en Cambiemos una estrategia de ampliar el espacio a peronistas.
Todos los referentes y partidarios de Giustozzi presentes destacaron que a donde “no se piensa volver” es a un espacio liderado por Cristina Kirchner, y dejaron trascender que también reciben invitaciones para sumarse al Frente Renovador por parte del propio Sergio Massa, quien estuvo invitado al encuentro pero no concurrió.
Si bien no hay un acuerdo explícito con Cambiemos, los liderados por Giustozzi no ocultan su interés en conformar un armado conjunto con Vidal en la Provincia. Un ejemplo que pasó bastante inadvertido fue la oficialización de la incorporación en el oficialismo del exministro de Daniel Scioli y miembro de su mesa chica, Baldomero “Cacho” Álvarez. El día anterior al brindis de Giustozzi, Cacho había estado en primera fila y al lado de Gladys González (probable cabeza de lista para diputada o senadora el año que viene) en la presentación de la Mesa Cambiemos de Avellaneda.
“Yo no soy Pro, soy peronista, pero quiero que pierda el kirchnerismo, y no hay que dejar sueltos a los sectores del peronismo que puedan terminar yéndose con el kirchnerismo. El Gobierno les tiene que dar juego a los peronistas que quieran ayudar, porque si no el PJ bonaerense va a terminar con Cristina”, dijo Álvarez, elocuente. Otrora intendente de Avellaneda, su pase a Cambiemos es a través del Partido Fe del Momo Venegas, una de las variaciones que también encontró el Gobierno para sumar peronistas que prefieran no pintarse de amarillo.
Otra mesa distrital de Cambiemos lanzada pocos días antes de la de Avellaneda fue la de la populosa Lomas de Zamora. Allí, el sueño de Monzó ya era una sobredosis: toda la cabecera de raigambre peronista, con el viceministro de Interior, Sebastián García de Luca, y el director del PAMI, Carlos Regazzoni, como la voz nacional (son dos de los asignados para caminar mucho la Provincia, el primero para armar, el segundo para mostrar gestión), y con los Mércuri, Osvaldo y Gabriel (padre e hijo), como anfitriones. La nueva y la vieja política parecen ser el cóctel macrista para repuntar en el Conurbano.
En otro de esos eventos de fin de año, más precisamente en el que organizó en una quinta de Hurlingham el subsecretario de Gestión Municipal, el frigerista Lucas Delfino, algunos intendentes y dirigentes intermedios comentaron lo difícil que viene siendo defender la gestión en el Gran Buenos Aires y ya se preocupan por lo que será el inicio de las recorridas con tono proselitista el año que viene. Y las visitas que reciban: “Es complicado si nos mandan ministros con mala imagen para la foto en el distrito”, comentó uno de ellos. El macrismo bonaerense no necesita “peronizarse” para saber que la renovación de sus Concejos Deliberantes será la pequeña gran batalla propia para subsistir.