A pesar de que los escorpiones han convivido entre los porteños hace ya mucho tiempo (según Adolfo de Roodt, del área de Investigación y Desarrollo del INPB, desde que trajeron a Buenos Aires madera del norte y estaban construyendo las estaciones de Retiro y Constitución), luego del incidente de Tobías, el chico de 5 años que estuvo internado 10 días por la picadura de un alacrán en su casa de Palermo y el posterior hallazgo de estos animales en el Subte D, Buenos Aires quedó alerta.
Tal es así que investigadores del Instituto Nacional de Producción de Biológicos (INPB), la UBA y el Hospital de Clínicas trazaron el primer mapa del escorpionismo en la Ciudad a fin de llevar un recuento espacio-temporal de los hallazgos domiciliarios de Tityus trivittatus, la especie más común en zonas urbanas y la que provoca los accidentes más graves.
El mapa exhibe un aumento en la incidencia de encuentros entre personas y estos arácnidos: de 150 animales que se hallaron entre 2001 y 2006 a 320 durante el período 2007-2012. Pero, además, revela que las áreas con mayor cantidad de hallazgos se superponen con las áreas más pobladas de la Ciudad y el tendido de subterráneo.
Sucede que los alacranes habitan en lugares húmedos y oscuros como sótanos, túneles, depósitos y cámaras subterráneas.
Incluso, la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTS-yP) denunció, la pasada semana, la aparición de alacranes en la línea D. “Tuvimos accidentes en varias estaciones. En Federico Lacroze hubo tres casos en los últimos 15 días. En uno, un pasajero fue a poner la tarjeta sube sobre el molinete y un alacrán le picó”, sostuvo Francisco Ledesma, secretario de salud laboral de la AGTSyP.
Sin embargo, desde Metrovías salieron a aclarar que no hubo denuncias de accidentes en usuarios, aunque sí por parte de los empleados (seis en los últimos dos años) y que en la primera y tercera semana de cada mes todos los trenes de todas las líneas son sometidos a tareas de fumigación.
Parte de esta fiebre de preocupación por la aparición de alacranes es la sospecha de que ha aumentado su toxicidad a partir del caso de Tobías.
“Esperamos poder hacer análisis para ver si hubo una variación de la toxicidad de los alacranes. Si hubo, vamos a estar complicados porque en Buenos Aires es mucho más difícil combatir el escorpión por el tipo de construcciones que tenemos”, sostuvo de Rood, quien aconsejó en caso de una picadura consultar rápidamente al médico.
En el país, las picaduras de alacrán y la mortalidad asociada aumentaron en los últimos años. Una de las causas probables es el clima; a más temperatura ambiente se incrementa la reproducción de los escorpiones y de sus presas, las cucarachas. “Entre 1996 a 1999 se estima que hubo 400 picaduras y tres muertes. Pero de 2006 a 2012 hubo 88.000 picaduras y 22 muertos”, ejemplificó de Roodt.