Las especulaciones están a la orden del día. “Si es Cristina, los candidatos nuestros van a ser Lilita Carrió y Jorge Macri“, deslizaron en algún despacho cercano a la gobernadora, María Eugenia Vidal. Aseguran que si la expresidenta decidiera jugar, a la blonda diputada chaqueña no la podría frenar nadie para que salte al ruedo a enfrentarla. La jugada tendría además un beneficio secundario para el Pro. Si el resultado de las elecciones, como lo anticipan las encuestas, no fuera del todo bueno, el peso de la derrota caería sobre los hombros de Lilita.
El problema surgiría con su compañero de fórmula, al que aseguran que la chaqueña no aprecia demasiado. Tan es así, que dentro Pro no los ven caminando juntos la provincia, dada la tirria que reina entre ambos, porque el desamor es mutuo. Esta opción significa una polarización electoral absoluta, que achicaría seriamente las chances de la “ancha avenida del centro” que quiere transitar el Frente Renovador, que, anticipando la jugada, armó una alianza con los progresistas de Margarita Stolbizer, para ver si logra eludir la trituradora.
Para el caso de que CFK se subiera, también alteraría la estrategia de Massa, que en ese caso amenaza con ser él mismo quien la enfrente en nombre de su agrupación política.
Si no es Cristina, en cambio los candidatos de Cambiemos serían Gladys González y Facundo Manes. Los operadores de Vidal aseguran que así generarían un enfrentamiento entre la mujer que lo metió preso al sindicalista del SOMU, Omar “Caballo” Suárez, acompañada por el hombre que aconseja acerca de la mejor manera de poseer un cerebro sano, contra los candidatos del cuestionado gobierno anterior, que fue derrotado “porque la gente quería un cambio”.
En este último caso, la campaña se convertiría en un show de bajezas, acusaciones -falsas o verdaderas, no importa- e imputaciones de diversa índole, que no eludirían, inclusive, los estrados judiciales.
Pero el arma secreta de Cambiemos, aseguran fuentes peronistas, pertenece al partido y se llama Julián Domínguez. Hace unos días, en vísperas del frustrado congreso del PJ que se iba a realizar el 18 de febrero en Santa Teresita, el expresidente de la Cámara de Diputados de la Nación se lanzó solo al ruedo, declarando que “voy a ser candidato a pesar de Cristina“. Esas declaraciones cayeron muy mal en el seno del PJ, porque se había llegado a un acuerdo por el que nadie iba a lanzar ni candidaturas ni críticas hacia los demás posibles candidatos. Días después, varios de sus compañeros declararon que, en realidad “está buscando una excusa para romper con el peronismo y sumarse a la lista de Duhalde“.
Paralelamente, el 23 de diciembre pasado, a un acto realizado en José C. Paz, en el que confluyeron la gobernadora Vidal, los caudillos peronistas algo demodeés Aldo Rico, Humberto Zúccaro y Jesús Cariglino y los intendentes Mario Ishii y Alejandro Granados, que contó además con el inesperado regreso a las luces de Eduardo Duhalde, se sumó Domínguez, no menos inesperadamente. Ante alguna pregunta incisiva, éstecontestó que seguiría trabajando dentro del peronismo, despertando las sospechas de sus compañeros.
El último elemento de este rompecabezas es la lista que encabezará Eduardo Duhalde, que la gobernadora espera que afecte las chances del peronismo, porque su preferencia está más cerca de Sergio Massa -el que sería el beneficiario de la jugada-, que la ayudó durante 2016 a sacar las leyes más importantes sin mayores problemas, al contrario del peronismo, que quedó dividido en varios sectores, que la apoyaron y la enfrentaron indistintamente. Vidal desearía que esta lista le “comiera” unos cinco puntos al peronismo y que la derrota no le altere demasiado las mayorías y las minorías en la conflictiva Legislatura provincial.