Las relaciones de la OTAN con la administración de Donald Trump siguen sin normalizarse. Justo después de tomar posesión, el presidente estadounidense dijo que la Alianza Atlántica era “obsoleta” y llegó a poner en duda que Estados Unidos cumpliera la cláusula de defensa mutua del tratado de la OTAN si algún país miembro recibía una agresión extranjera.
A pesar de que el secretario de Defensa, James Mattis, intentó tranquilizar en febrero a sus socios en una reunión en Bruselas y expresó que la organización militar occidental sigue siendo la clave de la seguridad de EE.UU., Trump sigue ignorando a la OTAN.
El secretario general de la Alianza Atlántica, el noruego Jens Stoltenberg, viajó el lunes a Washington para asistir a una reunión de dos días de los 68 países que participan en la coalición internacional contra ISIS, que lidera EE.UU.
A pesar de que la agenda de Stoltenberg le hará pasar casi tres días en Washington, el presidente no ha encontrado ningún hueco para recibirlo. Mattis será el anfitrión de Stoltenberg, que en abril de 2016 visitó la Casa Blanca invitado por Barack Obama.
Trump lleva semanas repitiendo –lo hizo de nuevo la semana pasada durante la visita de la alemana Angela Merkel- que los países europeos de la OTAN le deben dinero. En realidad no deben ni un dólar. Por desconocimiento o por sus problemas para relacionarse con la verdad, Trump se refiere de forma equivocada a que los 28 miembros de la OTAN tienen el compromiso de gastar en su Defensa –no en contribuciones a la OTAN- al menos el 2 por ciento de su PBI.
Stoltenberg es, en ese asunto, un firme aliado de Trump, ya que lleva pidiendo ese aumento en gasto militar desde que llegó al cargo en octubre de 2014. El acuerdo de los 28 aliados, firmado ese mismo año, era alcanzar ese 2 por ciento en 2024. Pero Mattis expresó en Bruselas, durante febrero que EE.UU. estudiará ya a finales de este año quién cumple y quién no.
A hacerle el vacío a la OTAN se suma también el secretario de Estado y antiguo jefe de la petrolera Exxon, Rex Tillerson.
Tillerson planea no asistir a la cumbre de cancilleres de la organización, prevista para abril pero sí viajaría a finales de ese mes a Moscú, dando así la imagen de que Rusia es prioritaria frente a los aliados militares de Washington. Tillerson será reemplazado en Bruselas por el subsecretario de Estado, Tom Shannon.
Durante sus años como patrón de Exxon, Tillerson tuvo relaciones comerciales con el Gobierno ruso y antes de asumir el cargo criticó en varias ocasiones las sanciones que la Unión Europea y Norteamérica aprobaron contra Rusia por su anexión de la provincia ucraniana de Crimea y por sus actividades militares apoyando a los separatistas del sureste ucraniano.
La cumbre de cancilleres de la OTAN del 5 y 6 de abril hubiera sido la puesta de largo de Tillerson ante sus homólogos de los otros 27 países de la Alianza Atlántica, pero el Secretario de Estado se quedará en EE.UU. esos días para recibir junto a Trump al presidente chino Xi Jinping.