El embajador de Rusia ante las Naciones Unidas, Vitali Churkin, reclamó al Reino Unido de Gran Bretaña que “devuelvan las Islas Malvinas, devuelvan Gibraltar, devuelvan la parte anexionada de Chipre, devuelvan el archipiélago de Chagos en el océano Índico, que convirtieron en una enorme base militar. Solo entonces su conciencia, tal vez, esté un poco más limpia y puedan empezar a juzgar otros temas como el de Crimea”.
El diplomático contestó así a una demanda del Reino Unido y los EE.UU. de Norteamérica, que acusaron a Rusia por injerencia en Ucrania en el tema de la anexión de la penísula de Crimea. La crisis entre Rusia, el Reino Unido y los EE.UU. nació cuando el embajador inglés, Matthew Rycroft, cuando éste aseguró que el país de Europa Oriental “desencadenó la crisis de Ucrania” al convocar a un referéndum para decidir a qué país preferían pertenecer los habitantes de la península. Esta postura fue refrendada por la representante estadounidense Nikki Haley, que agregó que “EE.UU. sigue condenando y llamando a un fin inmediato de la ocupación rusa de Crimea”.
Churkin afirmó que la crisis en Ucrania se desató en febrero de 2014, tras un golpe de estado apoyado desde el exterior -aludiendo a las potencias que cuestionan su injerencia- y no a causa del referéndum celebrado posteriormente, en el mismo año, cuando los habitantes de Crimea votaron favorablemente su regreso a la Federación Rusa, a la que pertenecieron hasta 1954, cuando el primer ministro Nikita Jrushchov cedió la península a Ucrania.