El martes último se produjo un escándalo durante la sesión de apertura de sesiones extraordinarias del Concejo Deliberante de La Matanza, que comenzó cuando el presidente del bloque Cambiemos-UNA, Miguel Racanelli, exhortó a los integrantes de su bancada a retirarse del recinto para que no escucharan a la intendenta Verónica Magario cuando rindiera su informe de gestión.
Al retirarse los concejales macristas -¿UNA no era la sigla que utilizaron Sergio Massa y José Manuel de la Sota en las últimas elecciones?-, acompañados por militantes y empleados, provocaron a la barra del Frente para la Victoria, que respondió con insultos. En un determinado momento, un hombre identificado en el video con una remera bordó -que se llama Pablo Delgado y es el hijo del concejal macrista Abraham “Toto” Delgado- lanzó un puñetazo que terminó impactando sobre una mujer, mientras que su primo -que utiliza una remera naranja- radicalizaba la golpiza, lanzando trompadas a diestra y siniestra.
En el video se pudo ver además al presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, intentando contemporizar, una gestión que fue ahogada por el estruendo de la pelea.
Extrañamente, la versión de Racanelli fue muy diferente, tanto que lo sitúa al borde de la mendacidad. “Se nos vinieron encima al bloque de Cambiemos. Nos abucheaban. Decidimos levantarnos y cuando nos levantamos, toda la barra del FPV nos vino a agredir“, clamó, casi al borde de una inocencia celestial.
Su colega del otro bloque macrista, Cambiemos Juntos por La Matanza, Miguel Saredi, también repudió las “agresiones a los concejales de Cambiemos“.
Posteriormente, la intendenta Verónica Magario trató con dureza a los concejales de la oposición, denunciando que “evidentemente tenían la intención de irse y así lo hicieron. Esto demuestra lo que realmente sucede: no son los hombres y las mujeres del diálogo, porque no quieren escuchar más nada, mienten y tapan la realidad”.
La mandataria comunal relacionó el suceso con “lo que está pasando a nivel nacional y también pasa con estos sectores en La Matanza. A mí me da mucha pena, porque realmente muchos de ellos conocen y saben lo que está sucediendo acá, porque son de acá y este suelo lo conocen”.
Trasfondo
Detrás de tanto fundamentalismo existe una interna en el Pro, que hasta ahora ha tenido un complicado desarrollo.
Conciente de que la elección en La Matanza tracciona fuertemente en el resultado de la provincia -es el distrito bonaerense más populoso y tradicionalmente le suma mucho al peronismo-, la Gobernadora María Eugenia Vidal les pidió a los líderes de ambas bancadas de Cambiemos que se unan para mejorar las posibilidades de una eventual candidatura de su ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro.
Envuelta en promesas de unidad que no terminan de concretarse, la mandataria provincial emplazó a los díscolos concejales a cumplir con la orden, que es posible que se concrete, aunque la negociación sigue siendo complicada. A esta situación no es ajeno el presidente de una de las bancadas de Cambiemos, Miguel Saredi, un personaje insondable, que cambió de partido tantas veces que su amarillo luce desteñido por estos días.
Saredi amaneció en la política en Trenque Lauquen, su ciudad natal, adonde en 1997 presidió el PJ local. Desde allí, Eduardo Duhalde lo promocionó para ser el Director Provincial del Consejo del Menor. En 1999, Saredi fue candidato a diputado. No entró, aunque en 2002, por algunas renuncias, le tocó asumir la banca hasta completar el período en 2003.
Entretanto, el polémico concejal matancero se convirtió en el presidente del grupo pro-campo Pampa Sur. En ese carácter, Macri lo designó como director del Mercado Central en 2008, cuando fue el conflicto con las patronales agropecuarias y Pampa Sur integraba el núcleo duro de la oposición al kirchnerismo.
Pero en el Mercado Central, Saredi trabó relación con el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno y esa circunstancia lo alentó a incursionar por el kirchnerismo que hasta el día anterior denostaba con pasíón. En ese carácter, en 2011 intentó llegar a la intendencia de La Matanza por el FpV. Por ahí se pueden ver en algunas paredes antiguas, algunos afiches que lo muestran con bigotes, junto a la exprimera mandataria.
En 2013 fue el turno de Sergio Massa. Cuando comenzó a asomar la figura del tigrense en el panorama provincial, Saredi volvió a practicar un salto mortal triple y aterrizó en el Frente Renovador. En su carrera, se alió con un sector del radicalismo, mientras paralelamente se subía a una ambulancia para recoger a los heridos del peronismo, que habían quedado afuera de las listas.
Pero pronto el globo que inflaba a Massa comenzó a desinflarse y llegó el momento para Saredi de volver a profesar un amor ¿in?condicional por el Pro. Otro salto mortal, esta vez cuádruple, volvió a depositarlo en las plataformas del partido amarillo y ahí sigue hoy, siempre al borde del precipicio, cuya atracción lo ha motivado en el pasado a saltar de acá para allá.
La interna entre ambos sectores no es ajena a la pelea del martes último, teniendo en cuenta que el orden que se exige desde La Plata es lo opuesto al precipicio.