El sábado que termina de transcurrir fue un día en el que se corporizó para dos funcionarios de signos políticos opuestos uno de los mayores temores de los políticos: el “escrache”, una creación argentina.
El diputado santacruceño Mauricio Gómez Bull y el presidente de la Nación, Mauricio Macri, fueron víctimas de esta muy argentina modalidad de repudio.En ambos casos, la cantidad de manifestantes que llevaron a cabo las protestas fue mínima, ya que o pasaron de diez personas.
Macri fue sorprendido al salir de la iglesia del Santísimo Sacramento, en Tandil, adonde se encuentra entregado al reposo. El presidente llegó al templo con su hija Antonia, adonde era esperado por el intendente local, Miguel Lunghi y por el párroco, el padre Raúl Troncoso. Cuando abandonaba el lugar, un grupo le reclamó por la convocatoria a la paritaria docente y por la libertad de Milagro Sala, mientras que otro lo alentaba, al grito de “Vamos Mauricio”.
Gómez Bull, por su parte, fue atacado verbalmente por un grupo de personas en la terminal de ómnibus de Río Gallegos, a la que concurrió para entregarles pasajes a los integrantes de un equipo deportivo. Los manifestantes -eran cinco, según el legislador de La Cámpora- le reclamaron por el pago de los sueldos que aún se les adeudan a los empleados públicos de la provincia.
Gómez Bull, enojado por el “escrache”, publicó en su cuenta del libro de caras que “hoy me tocó vivir una de las malas de la política”, destacando que el hecho “no afecta en absoluto mis convicciones”, aunque advirtiendo que estas tenidas “sólo generan violencia”. Quizás por esta razón, adelantó que demandará a sus agresores ante la Justicia.