“Te presentás vos, te apoya María Eugenia y sacás 30 puntos. Eso es así, está medido. Aunque no te conozca nadie.” Han pasado apenas horas del corrimiento de Elisa Carrió como posible candidata en la provincia de Buenos Aires y uno de los dirigentes que habla diariamente con Vidal va y viene en su análisis electoral. Por el comentario que le hace al periodista, se lo nota optimista. Aunque asegura que no hubo una manifestación directa de la gobernadora hacia Carrió para pedirle que desista, en el búnker del oficialismo bonaerense se nota cierto alivio por el renunciamiento público de la líder de la Coalición Cívica.
Sigue el análisis del funcionario de Vidal: “Carrió era la mejor candidata que teníamos en la Provincia, la que más medía. Pero también tiene un techo. Y cuando medías un candidato del partido apoyado en la campaña por María Eugenia, hasta podía conseguir cuatro puntos más que Carrió. Con Lilita también nos pasaba que la gobernadora no podía sumarse a la campaña; la campaña iba a ser Carrió”. En el macrismo bonaerense repiten en que no hubo veto local y que apenas la líder de la CC comentó que Vidal no la “desea como senadora en la Provincia”, al menos cuatro dirigentes de la Coalición llamaron a la Gobernación para aclarar que estaba “todo bien”, como señal para seguir el armado electoral juntos.
En el macrismo aseguran que debe analizarse “el tablero general” para entender la decisión de sugerirle a la chaqueña una postulación en Capital, como medida básica para taponar el efecto “vuelta de Martín Lousteau”. En la Casa Rosada es casi unánime la crítica a los tiempos que eligió el ahora ex embajador en los Estados Unidos para pegar la vuelta. “No quiso tener un foto con Trump cuando viajara Macri. Y eso no gustó”, dice un alto funcionario macrista.
La salida de Carrió, enseguida, reabrió internamente el debate sobre las candidaturas oficialistas en la Provincia. Con Jorge Macri casi automarginado, cerca de Vidal se inclinan ahora por una dupla Esteban Bullrich-Gladys González. “Él es el ministro de Educación nacional, que nos bancó en esta pelea con Baradel y seguro vamos a quedar bien parados. Y ella es la que investigó y mandó preso a un sindicalista corrupto como el Caballo Suárez. Después, la boleta se puede completar con Toty Flores, que es un dirigente social en serio, y Graciela Ocaña, si quiere sumarse.”
El preferido de Vidal era Jorge Macri, intendente de Vicente López y primo del Presidente. Pero las denuncias de Carrió en su contra por supuesta corrupción cuando recién despuntaba la campaña, más las dudas sobre si conviene repetir el apellido Macri en una boleta en el conurbano, habrían llevado al propio jefe comunal a correrse. Hoy, el vidalismo no lo da por caído, pero casi.
En cuanto a sus rivales, la posible postulación de Cristina Kirchner genera una dualidad. Por un lado, reconocen que es la rival más fuerte, con un piso alto de intención de voto, pero, por el otro, creen que el rechazo a su figura provocará un “apoyo útil” hacia el oficialismo: “Igual que nos pasó con Aníbal Fernández. María Eugenia recibió votos de derecha, de peronistas, de izquierda, con tal de que no ganara él. Con Cristina nos parece que puede pasar algo parecido”. ¿Ilusión o realidad?
En su análisis, los macristas llevan la polarización al extremo: “Si gana Cristina puede ser el fin de todo, eh. Nadie va a invertir y ella va querer llevarse todo puesto. Pero también es una oportunidad para desplazarla definitivamente”. Otra vez las dudas.
Pese a que son optimistas en su análisis económico, en la Casa Rosada dicen que la elección de octubre se definirá por “otra cosa, más profunda pero más intangible, sobre si volver al pasado o cambiar”. Básicamente, es la mirada del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y del consultor estrella del Pro, el ecuatoriano Jaime Durán Barba. Cerca de Vidal coinciden en algo: difícilmente la economía tenga una mejora lo suficientemente fuerte como para influir en el bolsillo a la hora de votar. Por eso creen que es un riesgo hacer campaña con esa promesa. Ya se quemaron con el famoso “segundo semestre”.
Convencidos de la polarización, en el oficialismo también creen que lo primero que hay que hacer es consolidar el voto propio. Ir a buscar a los que los apoyaron para ganar en 2015 y que hoy pueden estar algo defraudados por la caída de la actividad. Después sí podría venir la instancia de salir a pescar el voto ajeno.
En el entorno de la gobernadora hacen una cuenta optimista: recuerdan que de los 135 municipios que tiene la Provincia, 69 los manejan dirigentes propios o aliados, cuyas poblaciones representan el 47% del electorado. “Eso se va a notar en la campaña, con los aparatos municipales en movimiento. Y si viene una ola de oficialismos, en muchos lugares vamos a perder, pero con esta mayoría de intendentes nos debería ir bien”.