El 6 de junio comienza el juicio por el asesinato de Jonathan “Kiki” Lezcano y Ezequiel Blanco. El 8 de julio del 2009, ambos fueron brutalmente asesinados y desaparecidos durante dos meses, enterrados como NN en el Cementerio de Chacarita (allí donde apareció el cuerpo de Luciano Arruga tras 6 años de su desaparición).
Ezequiel y Kiki, de tan sólo 17 años, fueron víctimas de la violencia institucional de la por entonces Policía Federal, con previa humillación, tortura, y filmación de su agonía.
Santiago Veyga es el policía implicado en esas muertes, quien se excusó en que “quisieron robarle la camioneta y al darse cuenta que era policía, intentaron matarlo”. Por lo tanto, fue sobreseído por el nefasto juez Facundo Cubas, sin siquiera darle la posibilidad a los familiares de denunciar el hecho y pedir la correspondiente investigación sobre lo que pasó ese día. La causa estuvo cerrada por más de un año.
En octubre del 2010 apareció un video, filmado con un celular en el que se veía a Jonathan “Kiki” Lezcano agonizando dentro de un auto mientras un grupo de policías se burlaban de él. Con lucha logramos que la causa fuera reabierta y que Cubas fuera apartado de la misma. El caso quedó en manos del juez Juan Ramos Padilla, quien llamó a declarar a todos los implicados, incluida la familia. Frente a la visibilización de tantas irregularidades jurídicas, entendió que la instancia de juicio oral sería la única capaz de esclarecer qué pasó aquella noche.
Luego de casi 8 años de lucha y organización, tanto esfuerzo de la familia, de Angélica, de los abogados y de la Casita de “Kiki” Lezcano, lograron reabrir la causa, apartar a Veyga de la policía, y llegar al juicio oral.
Por ello, invitan el 6 de junio a las 9, en la esquina de Lavalle y Libertad, al inicio del juicio en el Tribunal Oral en lo Criminal número 16, para pedir #JusticiaParaKiki y para todos los casos de violencia institucional. Acompañarán organismos de Derechos Humanos, familiares de víctimas de violencia institucional, organizaciones políticas y sociales.
El juicio es producto de la lucha. La condena es el repudio popular.
