El peronismo en cada crisis en la que cae, siempre intenta un reinvención de si mismo que empieza desprolija -así como está hoy- y termina con gente al costado del camino, otros formando parte de distintas realidades políticas, con líderes opacados o defenestrados, pero finalmente con un grueso mayoritario ordenando un nuevo sendero por el que transitará la futura “propuesta peronista de poder”. Eso es el peronismo, (además de la mayor estructura de apoyo político a las clases más humildes) una inmensa cantidad de dirigentes ligada al poder que además por ello, cuenta con los partidos que necesite, no sólo el PJ, centrales obreras (varias), movimientos sociales (varios) y estructuras profesionales acostumbradas al ejecutivo y universitarias de fogueo. No es poco y las viene usando permanentemente desde la muerte de su líder y fundador, Juan Domingo Perón.
La salida del laberinto, a pesar que todo el mundo está mirando cómo influirá en esa construcción la batalla de la provincia de Buenos Aires, se dará expresando el peronismo federal, por sus gobernadores y legisladores que parecen hoy que parece que no existieran pero están agazapados para ver luego de las PASO y las legislativas, con quién se sentarán a discutir el tránsito final hacia el 2019.
Algunas cosas serán inalterables con cualquier resultado. No habrá por parte de ellos (los Uñac, Bordet, Peppo, Urtubey, etc) discusión con Cristina Fernández de Kirchner aunque ella arrase en la provincia de Buenos Aires, hecho improbable aunque no imposible. La pelea por la conducción se da en paralelo con la elección de legisladores, pero mientras la elección es una foto una noche de octubre, lo otro es un capítulo más de la serie que continúa. Cualquiera de los resultados posibles significan una cosa en bancas, otras en futuro del proyecto de los candidatosy otra en quién conducirá la nueva etapa. Se puede ganar perdiendo o viceversa. Aunque por supuesto también se puede ganar ganando. Trabalenguas, pero claro. Real Politik del peronismo.
No vamos a entrar aquí en la descripción de la situación económico social del país y de la Provincia en particular. Las necesidades son más que importantes y especialmente los sectores del segundo y tercer cordón han quedado más desprotegidos. Falta trabajo e inversiones. Ante la falta de autocrítica de la gestión saliente y tomando el crédito que le dio la gente a la actual gobernadora, vamos a analizar en estas líneas cuáles son los resortes que se moverán al conjunto del peronismo de la Provincia en octubre.
Cristina tiene un voto de culto “macri gato” cuantitativamente importante y tuvoademás la inteligencia para generar un espacio de acumulación donde decenas de intendentes no lograron articular nada. Los esperó, festejó su fracaso- el ejemplo más claro es el de Martín Insaurralde– y esperó en la puerta del Instituto Patria que cayeran casi todos como moscas, derrotados a esperar por lo que “ella” decida, como en los viejos tiempos. La derrota del 2015 caló en ellos más fuerte que en ella. Patético para tantos miles de votos peronistas. Pero las derrotas son así de impiadosas.
Ella siempre entendió -porque es así- que la “conurbanización” del peronismo era un desastre para el partido, para el proyecto nacional, para el el país federal y curiosamente para los intendentes que lo conforman, pero era la única salida para ella (y para ellos). Tras la derrota de 2015 nadie tiene “votos cash” y ella sí. Las demás ofertas son planes de ahorro y no llenan cargos provinciales o municipales.
En su contra, su tiempo ya fue y no se mide en votos, se mide en imagen negativa y cansancio social. Como líder del conjunto del movimiento, no existirá más con cualquier resultado. Puede tener extra bonus como figura personal y continuar para adelante, pero con su grupo de culto en decadencia.
Sergio Massa tiene un plan al igual que ella, que consistía en enfrentarla y ganarle si puede. Cumplió a rajatabla al primer parte y después del Cambiemos de María Eugenia Vidal fue la estructura política que menos sobresaltos tuvo y también la que menos sorpresas dio. Sale a la cancha con el mismo equipo del 2015 más el progresismo justiciero de Stolbizer y dirigentes sindicales de peso. No la tiene fácil pero tampoco imposible. No caduca si pierde, se retrasa y tendrá que recalcular pero se proyecta fuerte si gana.
Florencio Randazzo es lo único diferente de lo que quedó. Huérfano de grandes aparatos como los de CFK, se juega a la proyección de un cambio a partir del freno que le impuso a la aspiradora de intendentes. A pesar de sus siesta infinita y salida tardía, fue el único dirigente que no aceptó las reglas de juego de ella. Para un sector del peronismo, eso tiene un valor. Difícil cuantificarlo. Con poco le alcanza. Y si sale vivo de la polarización que pregonan los grandes , ya tendrá que pelear para adelante con otros jugadores y no con ella. Una opción válida -bien vista desde el interior del país-hacia el 2019. El macrismo que lo alentó ahora para que compita lo puede llegar a sufrir más adelante. Parecido a Massa, pero más peronista más allá del sello.
Las tres opciones tienen su idea de por qué ser lo que son. Tienen pasado, tiempos y futuros diferentes. En algún caso eso está más claro, en otros hablarán las urnas de cómo continúa este camino. Y después de eso veremos en dos años, si el peronismo llega a tener un nuevo líder o todavía es muy pronto o quizás nunca más lo tenga. Aunque peronistas seamos todos.