Es un número, escrito, pero resuena con ruido en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad: 39,26. Se trata del porcentaje que sacó la fórmula de Gabriela Michetti y Diego Santilli para el Senado, en octubre de 2013. El número más alto que consiguió el Pro en una elección legislativa nacional en su distrito de origen. Es la cifra, dicen hoy, que los dejaría conformes en los próximos comicios porteños. Para llegar a ese récord, o acaso superarlo, el macrismo, ahora Cambiemos, juega a su aliada más fuerte: Elisa Carrió.
El desembarco de la líder de la Coalición Cívica, se sabe, fue una jugada de beneficio mutuo para los deseos de dos de los dirigentes de relación más fluida y consolidada dentro del espacio: Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Hace cerca de un año, cuando Carrió ya se había mudado a una casa en Exaltación de la Cruz y todos interpretaron el movimiento como un anticipo de su salto electoral a la Provincia, emisarios del jefe de Gobierno porteño hicieron un primer sondeo. La bañaron con elogios, como le gusta a la chaqueña. Entonces, la duda sobre una posible vuelta de Martín Lousteau de la embajada de los Estados Unidos para candidatearse en la Ciudad era eso, incertidumbre. El final de la historia es conocido: así como Larreta le dijo cara a cara a Carrió hace meses que “sería un lujo” tenerla como cabeza de lista en su distrito, la gobernadora bonaerense, también mano a mano, le explicó educadamente por qué prefería otro tipo de oferta en la Provincia.
Cuando aún faltan meses para conocer el resultado final del enroque, bajo la lupa porteña la apuesta parece acertada. Algunas encuestas le dan a Carrió arriba de 40 puntos, con el kirchnerismo de Daniel Filmus y la Evolución de Lousteau por ahora claramente abajo, en torno a los 20.
“Cuando se tomó la decisión, la otra alternativa era Santilli, y en los sondeos estaba solamente ocho puntos arriba de Lousteau, y Lilita más de 15”, recuerda hoy una alta fuente de la Ciudad. “Los números nos dan muy bien, pero ojo que Martín [Lousteau] es un buen candidato, es inteligente, y la otra vez repuntó sobre el final”, completa el dirigente.
La movida con Santilli tenía como fantasma otro movimiento mayor en el oficialismo: al vicejefe de Gobierno de la Ciudad se lo mencionaba como eventual reemplazo del díscolo Emilio Monzó al frente de la Cámara de Diputados de la Nación. Pero las aguas entre Monzó –del ala política– y Marcos Peña –el jefe de Gabinete estratega y más aferrado a la encuestas– se calmó. Tanto que, en el reciente cierre de listas, al ex ministro de Scioli le dieron hasta un par de lugares en las boletas bonaerenses. Piedad Pro.
Volviendo a la película porteña, la llegada de Carrió a la Ciudad tuvo un alto costo político para el Gobierno. Al menos si se tiene en cuenta la última performance electoral de la diputada, cuando fue a la interna contra Mauricio Macri y Ernesto Sanz y terminó tercera, cómoda.
Ahora, la Coalición Cívica logró tres puestos más que expectantes para diputados nacionales en la Ciudad (además de Carrió, Paula Oliveto y Juan Manuel López), un par de posiciones para la Legislatura porteña (Hernán Reyes, el más beneficiado, en el tercer escalón) y lugares con posibilidades de salir en la provincia de Buenos Aires (con Toty Flores a la cabeza) y Santa Fe, entre otros distritos.
No solo eso: se acordó que uno de los dirigentes de mayor confianza de Carrió, Fernando Sánchez, se incorporara en el Gobierno nacional, en la Jefatura de Gabinete que conduce Peña. Trabajará cerca de uno de los vices de esa cartera, Mario Quintana, con quien la líder de la CC fue tejiendo una relación de confianza.
Las versiones sobre el desembarco de Sánchez son encontradas: cerca del diputado aseguran que no estaba tan convencido del cambio de poder y que prefería reelegir en la lista de Carrió; en el oficialismo juran que Sánchez quería el cambio. Como sea, lo llamativo, o al menos lo que refuerza lo bien que negoció Carrió su candidatura, es que el lugar de Sánchez en la lista porteña lo ocupa otro hombre de confianza de la chaqueña, el mencionado López, uno de los que redacta y lleva a Tribunales sus atómicas denuncias.
Con esos movimientos, se especula con que el bloque de cinco diputados nacionales que tiene hoy la CC en el Congreso pasaría a diez.
“Para nosotros es importante que Sánchez esté en el Ejecutivo para que Lilita y la Coalición vivan lo que es la gestión desde adentro”, evalúa un dirigente del macrismo. ¿Esto implica que Carrió va a aflojar con las denuncias? “Lilita no afloja con nada, je…”, completan en el oficialismo.
Justamente eso, aflojar con las denuncias de Carrió, creen en el Pro porteño que es un objetivo para encuadrar en la campaña. La diputada, por cierto, viene de lo más obediente: accedió a participar de los cafés que se pautan a través de las redes sociales y también contestó preguntas por Facebook junto con Rodríguez Larreta. Dos marcas de campaña bien Pro, estilo Jaime Durán Barba, paradójicamente, el consultor ecuatoriano al que Carrió suele maltratar en público.
“Necesitamos a Lilita feliz en campaña, hablando de esperanza, de futuro. Ojo porque muchos la asocian con las denuncias y el tono duro, pero si repasás sus campañas, cuando falta un mes para votar, sale a buscar apoyo con un tono más calmado”, agregan, acaso demasiado optimistas, en el Pro.
Para completar el razonamiento, cuentan una escena reciente, foto incluida, que puede buscarse ahora mismo en Twitter. En una recorrida por locales de Once, unas chicas de un local de disfraces pedían sacarse fotos con Carrió. Ella accedió, pero si le prestaban una peluca de la Mujer Maravilla.
Así de poderosa se siente ahora.