Finalmente nació la empresa megaoperadora de comunicaciones argentina. El viernes pasado, Cablevisión y Telecom anunciaron ante la Comisión Nacional de Valores la fusión de ambas empresas, que concentrarán -de aprobarse la operación por parte del Ente Nacional de Comunicaciones y de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, entre otros entes reguladores- el 42 por ciento de la telefonía fija, el 56 por ciento de las conexiones a Internet por banda ancha domiciliaria, el 34 por ciento de la telefonía móvil y el 35 por ciento de la conectividad móvil.
En números concretos, ambas empresas poseen 3,9 millones de líneas fijas, 19,5 líneas móviles, cuatro millones de accesos a banda ancha y 3,5 millones de conexiones a la televisión por cable. Esto la convertiría en una enorme empresa, capaz de generar contenidos y poseedora de una gran infraestructura tecnológica, que la habilitará para ser la única que ofrecerá el “cuádruple play”, es decir, telefonía móvil, telefonía fija, televisión por cable y acceso a Internet a los artefactos fijos y móviles, a partir del 1º de enero de 2018.
Observando estos números, la situación se agrava. Esta empresa será el operador de comunicaciones más grande del país, a muchísima distancia de sus competidores. Es más, existen pocos antecedentes en el mundo de operaciones de fusión de empresas de esta clase, que se convertirá en poco tiempo más en el árbitro de un mercado en permanente expansión, que casi no tiene límites.
Los antecedentes
Esta fusión fue impedida por el presidente Néstor Kirchner en 2006, cuando decidió no apadrinar la “Blitzkrieg” que planteó Clarín para ir por Telecom. Esta compañía, de todos modos, llegó a sus manos por medio del Fondo Fintech, que regentea el mexicano David Martínez -propietario del 40 por ciento de las acciones de Cablevisión- que en 2015 compró el paquete accionario que conservaba Telecom Italia en Telecom Argentina. Quizás por esto, la fusión del viernes sea, en realidad, sólo un blanqueo y no lo que dijeron que fue. Posiblemente la fusión ya existía, de hecho, desde 2015.
Antes, el camino les fue despejado a las “fusionadas” por la Casa Rosada, cuando el 29 de diciembre de 2015 Mauricio Macri firmó el Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 267/16, por el que derogó la Ley Nº 26.522, de Servicios de Comunicación Audiovisual, disolvió la vigencia de la Autoridad Federal de SCA y de la Autoridad Federal de TIC y creó en su lugar el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). Posteriomente, otros decretos y otras resoluciones quitaron la hojarasca que aún impedía la formación del monopolio, como cuando el Grupo Clarín y Cablevisión fueron autorizados a ofrecer la tecnología 4G sin la necesidad de cumplimentar el molesto trámite de pagar las sumas millonarias que debieron pagar para acceder a brindar esa misma tecnología sus competidoras Telefónica, Claro y la propia Telecom en 2014.
Lo que quedó del mercado de las comunicaciones
Con esta fusión, si fuera autorizada por los entes reguladores, se destruiría el mercado, puesto que el negocio del futuro es, hoy por hoy, proveer Internet a los móviles de última generación, para lo cual la provisión de banda ancha es la clave. Paralelamente, la televisión por cable será obsoleta en no mucho tiempo, ante la competencia creciente de los mecanismos para bajar contenidos “in streaming”.
De esta manera, las empresas que compiten con Cablevisión difícilmente van a invertir en ampliar sus redes de cable, que es la única opción de acceder a brindar el cuádruple play, debido a que estas empresas pueden ofrecer televisión satelital.
La única opción que les queda, entonces serán las fusiones con las empresas que brindan servicios complementarios, tal como lo hizo el grupo.
