Las bandas mendocinas invadieron Buenos Aires. Simon Poxyran, Mi Amigo Invencible, Usted Señalemeló y La Ex son algunos de los grupos que desembarcaron y ya son cabeza de playa de la escena under porteña, que migró desde la tierra del sol a la ciudad que nunca duerme.
Este verano, por motivos musicales y algunos no tanto, Mendoza se convirtió en la plaza de moda para la escena under argentina, y Buenos Aires se llenó de opciones cuyanas para las noches de fin de semana, desde el neoyonkismo de Simon Poxyran, ya sea en formato solista o con su banda Perras on the beach, hasta el pop retrofuturista de los Usted Señalemeló o el garage seattleano de La Ex. Pero varios años antes de que el indie “manso” se pusiera de moda en la Capital, una banda de mendocinos desembarcó en una Buenos Aires mucho más hostil, con un puñado de canciones en la cabeza y muchas ganas de tocar.
Así empieza el segundo acto de la historia de Mi Amigo Invencible: en algún antro de la Capital (digamos el Zaguán, el Club del Mundo), volumen fuerte, alta graduación alcohólica, melodías que remiten a Talking Heads bordeando el folklore sudamericano, y muchas ganas de dar el gran salto. Quedaron atrás los primeros años en el pago, una serie de EPs lo-fi y un pasado adolescente en la pequeña escena hardcore mendocina. Son tiempos difíciles para una banda nueva del interior que viene a probar suerte al puerto, pero este sexteto se hace pronto un lugar.
En un paralelismo curioso con Atrás Hay Truenos, la banda neuquina con la que comparten amistad, fechas, manager y filosofía de vida, Mi Amigo Invencible cimenta su crecimiento, tanto a nivel artístico como en convocatoria, con una trilogía de discos. Con Relatos de un incendio (Independiente, 2011) la banda anuncia su llegada a la escena porteña, instalando un par de pequeños hits secretos. La Nostalgia Soundsystem (DPO/Fuego Amigo, 2013) consolida la búsqueda y da un paso adelante. La Danza de los Principiantes (Fuego Amigo, 2015) encuentra la síntesis perfecta entre cuelgue y estribillos: el disco de madurez que toda banda quiere grabar.
Y llegaron ahí al punto de quiebre para toda banda de la escena under que comienza a hilar aciertos y consigue cierta repercusión. Ya se llenan las salas pequeñas y casi siempre las medianas. Ya se logra el elogio unánime de la módica crítica que mira para abajo y cada vez más gente se sabe las canciones en las primeras filas de los shows. ¿Cómo seguir? Después de dos años de girar y tocar casi sin pausa, Mi Amigo Invencible redobló la apuesta sacando casi de sorpresa un nuevo EP de apenas tres temas (dos temas y medio) que en menos de 10 minutos marcan un cambio.
En Nuestra Noche (DOP/Manso, 2017), sin perder la identidad que forjaron a través de sus trabajos anteriores, el sexteto explora nuevas aguas. Más lo-fi, en el sentido ya no de Pavement sino de Sufjan Stevens, y más downtempo, casi aletargados. La canción que da nombre al disquito es casi una balada onírica, construida sobre una superposición de timbres que remiten a morquestaciones sesentosas pasadas por un tamiz de ciencia ficción clase B que le da cierta épica.
Si el track uno es nocturno, en el nombre y en el clima, el track 2, “El mismo sol”, representa sin sutilezas el amanecer que le sigue. Acá las guitarras son protagonistas con un vibrato que puede sonar tanto a surfrock pasado a mitad de velocidad como a boleros eléctricos en el medio del desierto. Ambas son canciones pacientes, que se construyen con buen pulso a lo largo de más de cuatro minutos. Completa el lanzamiento un tercer tema, de apenas 45 segundos, “Souvenir”, una pequeña joya en baja fidelidad que tiene futuro de culto.
El resultado de este nuevo y bienvenido lanzamiento de los mendocinos es un pequeño caramelo de lisergia cancionera sin palanca de cambios que anticipa un nuevo rumbo en la carrera musical de la banda. Su próximo disco, prometen, saldrá el año próximo. Así empieza el tercer acto de la historia de Mi Amigo Invencible.